El rayo, cuento ganador en el concurso de narrativa chol
Javier Molina, San Cristóbal de las Casas, Chis ``La lengua indígena es muy importante en nuestras comunidades porque muchos de los habitantes desconocen la forma como se escribe y se lee la lengua materna, que únicamente se habla. Entonces me preocupé por conocer más para ser ya el promotor en el uso y escritura de nuestro idioma. De esta manera conocí convocatorias que trataban del tema y empecé a participar en eventos. Esta es la primera vez que participo en un concurso''.
Las anteriores son palabras de Pascual Vázquez Arcos, quien obtuvo el primer lugar en lengua chol en el 13 concurso de narrativa indígena Memoria y Vida de Nuestros Pueblos, convocado por el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste (UNAM) y otras instituciones. Pascual es profesor de educación primaria indígena en el ejido José María Morelos y Pavón, perteneciente al municipio de Tumbalá, y obtuvo el primer lugar con su narración titulada El rayo. ``Tuve que investigar primero en las casas de las comunidades qué cosa era el rayo -platica-, cuál fue su nacimiento. De esa forma me empezaron a comentar que el rayo es un ser humano, pero muy pequeño. Ahí comencé a indagar que su nacimiento fue una competencia con un rey que ponía diferentes pruebas, quien las hiciera mejor iba a ser el rayo. Pero resulta que ese personaje pequeño le dijo al rey que las hiciera primero y que luego seguía él. Así fue todo eso; lo hizo el rey.
``La primera prueba era hacer una estatua de piedra con adornos de flores y ponerla a pleno sol, pero resulta que estando ahí se marchitó la flor completamente; esto quiere decir que el rey ya estaba perdiendo la primera prueba, pero al pequeño no le importaba; solamente reía cuando se marchitó la flor; estaba mirando lo que hacía el rey. La segunda prueba consistía en hacer una figura con la masa del maíz; la hizo, pero al ponerla al Sol se secó y desmoronó toda, y el personaje nuevamente empezó a burlarse de que no podía hacer nada el rey. La tercera prueba era la vencida; el rey buscó una madera dura, del árbol de chicle, que sea puesta en el fuego, pero al colocarla allí se convirtió en carbón. Dijo entonces que ya no podía hacer otra, que había terminado todo lo que había propuesto.
``El pequeño tenía su madre, una anciana; ella comenzó a juntar el barro; una vez listo el pequeño empezó a hacer su figura. Pero en el momento de terminarla relampaguea -aparece el fuego-, entonces la figura del pequeño se quedó ahí; no le hizo nada el fuego; al contrario, agarró lo que es la dureza (Pascual golpea con el nudillo una olla de barro que está a nuestro lado, por donde se halla la tonalidad oscura).
``El pequeño desapareció en ese momento, y así fue el nacimiento del rayo. Actualmente se dice que cuando vemos donde el rayo cae (raja los árboles, quiebra las piedras), donde relampaguea, dicen en la comunidad que se aparece un chamaquito. Así fue el nacimiento del rayo''.
Inusitadamente, Pascual nos da una buena, significativa noticia: su pequeño hijo (ocho años), Josué Nikolai Vázquez Gómez, quien cursa el tercer año de primaria, obtuvo el primer lugar en el Concurso de Narrativa de Niñas y Niños Indígenas, convocado por la SEP, el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa y la Dirección General de Educación Indígena. Le entregó su premio el secretario de Educación, Miguel Angel Limón Rojas, en mayo de este año. Aquí su cuento:
``La casita de los pajaritos. Tengo mi casita, que mi papá la hizo hace cuatro años y cada año llegan los pajaritos a hacer sus nidos en unos huequitos de la pared de mi casita porque no está repellada y cada temporada ponen sus huevitos y los calientan y luego nacen sus hijitos y les dan su comida su papá y su mamá y yo los cuidaba, pero esta vez vinieron un pajarito y una pajarita muy bonitos, hicieron su nidito, pusieron sus huevitos y los calentaron y brotaron dos pajaritos, y les daban sus comidas y abrían sus piquitos cuando tenían hambre y cuando no venía su mamá yo les daba masita y hojitas, pero un día me enfermé, me dio calentura y dolor de cabeza, pedí permiso con mi maestro y regresé a mi casa a dormir y vino un chamaquito, les metió un palo en su pancita y se murieron los dos pajaritos y los metió debajo de una piedra. Al otro día me levanté y vi a la pajarita llorando, entonces me puse triste y yo quería llorar porque los pajaritos no se les debe matar porque son bonitos y muy chiquitos y no se saben defender de las manos de los niños y enojado fui a buscar al chamaco lo encontré y le pegué y se fue corriendo llorando a su casa''.
Es pertinente recordar el principio de la novela Balúm-Canán, de Rosario Castellanos. ``...Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que es el arca de la memoria. Desde aquellos días arden y se consumen con el leño de la hoguera. Sube el humo en el viento y se deshace. Queda la ceniza sin rostro. Para que puedas venir tú y el que es menor que tú y les baste un soplo, solamente un soplo...''