Victoriano Garza Almanza

El affaire Kolata

Si uno estuviera condenado por el mortal cáncer y de pronto descubriera, entre las páginas de uno de los diarios más prestigiados del mundo, la noticia de que el próximo año habría un medicamento que lo detendría y lo haría retroceder, seguramente la esperanza renacería y la vida cobraría nueva dimensión. ¿Pero que ocurriría si, al cabo de unos días, nos enteráramos de que fuimos víctimas de una mala información?

Eso les sucedió a miles de lectores de The New York Times cuando el primer domingo de mayo de 1998 leyeron, en primera plana: ``...dentro de un año, si todo va bien, el primer paciente de cáncer será inyectado con dos nuevas drogas -angiostatina y endostatina-, que podrán erradicar cualquier tipo de cáncer sin ningún efecto colateral ni resistencia al fármaco en ratones''.

Eso propició que, al día siguiente, las acciones de la compañía EntreMed Inc., que produce esas drogas, se elevaran hasta 600 por ciento. Paralelamente, en las primeras horas del lunes, numerosos miembros de la Asociación Nacional de Escritores de Ciencia (NASW) de Estados Unidos comenzaron a cuestionar el manejo de la información, la seriedad de la nota, la irresponsabilidad del director editorial y a su autora: Gina Kolata.

El chat electrónico de la asociación fue el escenario. El disparo fue una sencilla frase de Joel Shurkin: ``Ante el riesgo de comenzar una cacería de brujas, me referiré al artículo de Gina Kolata publicado en el NYTimes dominical...'' Después de aludir al párrafo más relevante del artículo, Shurkin agregó: ``Asumiendo que la historia es correcta, ¿debió ella haber hecho la historia? ¿Era el Times el lugar propicio para anunciar tal noticia? ¡Imagínese los teléfonos de los investigadores al día siguiente y toda aquella gente desesperada corriendo a llamar!''

Decenas de miembros de la asociación -escritores de ciencia para radio, tv, diarios y revistas-, con formación periodística o científica, fueron hilando una larga y crítica conferencia sobre el artículo de Kolata y los considerandos éticos y científicos que despertaba. La andanada de mensajes llegó a su clímax en el undécimo día y acabó sumando más de 200 páginas.

Pero eso fue sólo el preludio de la tormenta que se avecinaba. El asunto pasó del ciberespacio a los periódicos y magazines nacionales y a los editoriales de journals científicos.

Como parte del entramado del artículo, Kolata había entrevistado a varios expertos, entre ellos a James Watson -ganador del Nobel en 1962, por el descubrimiento de la estructura del ADN y actual presidente de Cold Spring Harbor Lab-. Lo grave del caso es que puso en boca de éste la aseveración de que Judah Folkman -descubridor de las drogas angiostatina y endostatina, que bloquean la irrigación sanguínea a los tumores, por lo que desaparecen-, ``curará el cáncer en dos años''. Watson reclamó haber sido mal citado y aseguró que nunca hizo tal declaración.

La organización Cancer Care, creada para brindar apoyo a enfermos de cáncer, mencionó que ese artículo generó inquietud y esperanza pocas veces vistas. Michael Castelman, del San Francisco Chronicle, dijo que la noticia ``causó pánico en cada clínica de cáncer del país''.

Los escritores de ciencia expertos en cáncer se mostraron sorprendidos, pues la información en que se basó Kolata no era novedad: había aparecido meses atrás en un diario especializado y como un artículo entre tantos más.

Mark Dowie, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y colaborador científico de The Nation, dijo que ése no era el primer caso de mala conducta de Kolata, quien ``tiene en su haber antecedentes en los que ha elaborado algunas historias como ella las quiere y no como los hechos lo establecen''.

Gina Kolata, maestra en ciencias de la Universidad de Maryland, se forjó en la conocida revista Science y de allí pasó al NYT, donde creció hasta transformarse en la escritora científica estrella del diario. Acorde con la política editorial del rotativo, Kolata es una decidida apologista de la ciencia corporativa y, en gran medida, antiambientalista pues, entre otras cosas, sostiene que no existen suficientes pruebas de que las sustancias químicas actúen en el medio como hormonas ambientales y llama ``ecologistas'' a los científicos que han aportado pruebas sobre ese problema.

Con la lluvia de críticas y pronta aparición de la verdad, se diluyó el valor de las acciones de la compañía EntreMed Inc. Por su parte, Kolata tuvo que renunciar a un millonario contrato que firmó con una compañía editorial para escribir La historia científica de la cura del cáncer. De los pacientes que se enteraron de la nota y su postrer resultado no hay referencia.

Entre tanto, lo único válido hasta la fecha es lo que asegura Folkman: ``Si usted tiene cáncer y es ratón, nosotros podemos cuidarlo bien''.

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