Jordi Soler
Un día cualquiera

La policía de Boston acaba de iniciar una investigación en un hospital de esa ciudad. Un grupo de médicos criminólogos empezaron a examinar el DNA del personal masculino y tratan de encontrar al sujeto que violó, dentro del hospital, a una mujer de 24 años. Nadie lo hubiera notado de no ser porque el pasado viernes dio a luz el fruto de aquel acto bárbaro; es más, nadie advirtió durante los nueve meses de gestación que ella estaba embarazada. La mujer es paciente del hospital y cayó ahí víctima de una sobredosis de droga. La policía husmea por todos lados y practica interrogatorios intensos a todo el que esté mínimamente relacionado. Por desgracia, a la víctima no se le puede preguntar nada, pues está en coma desde hace cinco años.

Luis Buñuel recurría a cierta banda cuando tenía que musicalizar sus filmes, ésta no debía ser nada espectacular, desde luego no mejor que los discos de Wagner que el cineasta se empeñaba en meter cada vez que había un espacio. El director del agrupamiento, que era su amigo, cayó en desgracia cuando Buñuel dejó de hacer películas y tuvo que emplearse, para subsistir, como maestro en una escuela de música para niños. Esto puede sonar terrible si no se toma en cuenta que el ex director ama a los niños y ahora, para redondear su fatalidad, acaba de ser encarcelado por violar a uno de sus alumnos. Lo que impresiona es el ímpetu violador de este señor que debe tener bastantes años, aunque no tantos como Salvatore Tagliamonte, un sacerdote italiano que el mismo viernes del alumbramiento de la comatosa y del encarcelamiento del ex director de banda, fue sorprendido por un fiel, con las manos en la masa corporal de una niña de nueve años. El cura, que posee la módica edad de 70 años, luego de un juicio más bien fugaz recibió la condena, casi cómica, de un año y ocho meses de encierro.

Unos días antes de ese viernes desmedido, la señorita Lejla Sehovic, de 22 años, fue elegida por mayoría de votos miss Croacia 1998. Aplausos, flashazos, lágrimas y una corona encima de la coronilla sellaron el acto. Un conjunto de policías husmeadores, parecido al grupo de especialistas que busca el paradero del amante de la comatosa, se puso a investigar por pura rutina el pedigree de la señorita Sehovic. Cuando llegaron al nivel de los abuelos, descubrieron la gota musulmana que unos días después derramaría el vaso. Las autoridades en belleza croata, al enterarse de la gota, decidieron que esa mujer con semejante mezcla racial en su pedigree no debía representarlos. Argumentaron un mal conteo de votos y se reunieron en el hotel Intercontinental de Zagreb a reconsiderar el asunto.

El mismo viernes del encarcelamiento del curita cañón, fueron recontados los votos en un programa transmitido por la televisión. Las tomas del acto eran tan paronámicas que no podía distinguirse qué voto iba para qué miss, ni nadie podía asegurar si esa reunión de caballeros croatas vociferantes eran los jueces deliberando o una sobremesa larga y telúrica. El conteo terminó en lo que los de la sobremesa por tele querían : la corona pasó a la coronilla de una católica de 19 años llamada Ivana Petkovic. La señorita Sehovic salió del hotel, bañada en lágrimas, dispuesta a demandar a los jueces. Se le puede ver en un fotografía en el momento en que es consolada, apoyada y aconsejada por la actriz Vanessa Redgrave.

La decisión es ahora irreversible, la señorita Croacia es una miss católica. Ese mismo viernes de la comatosa, del ex director, del cura y de la belleza musulmana destituida, debe haber pasado otro montón de cosas, probablemente más espectaculares, que ningún periódico registró.

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