``Intensa, retórica y genial'', calificativos a La Malinche
Carlos Paul y Mónica Mateos Ya llegó La Malinche. Durante su estreno en la ciudad de México, que ocurrió anteanoche en el teatro Jiménez Rueda, recibió, entre otros, los siguientes calificativos: ``intensa, retórica, genial, eurocentrista, superficial''.
Hace apenas unos días, durante su primera presentación en público, como parte del Festival Internacional Cervantino, más de cien personas abandonaron el teatro Juárez, en la ciudad de Guanajuato.
Su presentación en el Distrito Federal convocó la asistencia de Rafael Tovar, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), quien al término de la función, durante la cual fueron notorios su desagrado e incomodidad, señaló escuetamente: ``es una obra que ha despertado polémica, la cual surge en términos culturales. La visión acerca de La Malinche se reduce a opiniones muy personales, de si gusta o no. Es un texto trabajado a cargo de Rascón Banda, con una dirección muy personal de Johann Kresnik -sin duda alguna un gran director-, quien trató de ver desde un ángulo muy eurocentrista una visión de México y de un personaje tan complejo y controvertido como es la Malinche.
``Es muy difícil decir, cuando uno ve una obra por primera vez, si le gustó o no le gustó. Considero que tiene momentos plásticos muy interesantes, igual que el texto, pero haberla visto una vez no me basta para emitir un juicio... que por otro lado no es mi papel darlo. En buena hora que con toda libertad pueda expresarse tanto un autor mexicano, como un director extranjero, sobre un tema mexicano; esto último, considero, es lo más importante: la libertad absoluta de poder expresarse.''
Gerardo Estrada declinó opinar
A quien probablemente no le quedaron ganas de volver a ver La Malinche ``para saber si le gustó o no'' fue a Gerardo Estrada, director del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), pues declinó rotundamente añadir sus comentarios a la opinión de su jefe.
Si bien ninguna persona abandonó el foro a media representación -pues es costumbre que a las funciones de estreno asisten invitados, amigos y simpatizantes naturales- no faltaron las expresiones de asco, de desconcierto, de indignación ante la trama que aborda desde las peripecias de una sesión en la Cámara de Diputados hasta los problemas de Chiapas, pasando por la matanza de Acteal, el Tratado de Libre Comercio, los niños de la calle, y demás ``estridencias'' mexicanas cuyo hilo conductor es una alegoría de la conquista española.
Muchos espectadores terminaron con los nervios deshechos, pero otros estallaron en aplausos, luego del congelamiento de sonrisas, consternados, cuando se interpretó El Querreque a manera de corrido sobre Acteal o se retrató el levantamiento zapatista en Chiapas.
La Malinche, en opinión del dramaturgo Emilio Carballido, presente entre el público, tiene ``una fatigosa intensidad. Durante dos horas y media es constante, por eso la compañía me parece admirable y con una cantidad de buenos actores, eso me da mucho gusto. Pero en términos generales no me gustó, porque me pareció muy fatigosa la cantidad de intensidad, además existe un divorcio entre el texto y las imágenes. Por eso el texto no resulta claro. Con suerte y sí lo es, pero hay tal cantidad de trabajo a contratexto, que se queda uno un poco en las tinieblas.
``Ahora yo les pregunto, ¿ustedes qué creen que dice?''
En la misma fila de Rafael Tovar y Gerardo Estrada se encontraba Vicente Leñero, quien esbozó fugaces sonrisas durante algunas de las escenas que citan fragmentos de obras como La visión de los vencidos, de Miguel León Portilla; La maldición de la Malinche, canción de Gabino Palomares, el poema Las mujeres de Chalco del libro Trece poetas del mundo náhuatl, también de León Portilla, entre otros.
Dedicada a la memoria de Julio Castillo -fallecido hace 10 años-, la función del jueves pasado enardeció a tal extremo a algunas invitadas, que se pasaron casi los 150 minutos que dura la obra con las manos tapándose los oídos, en contraste con otras personas que no escatimaron carcajadas.
Para el coordinador del Centro Cultural Helénico, Otto Minera, La Malinche ``tiene momentos muy afortunados y punzantes que nos hacen pensar muchas cosas. Sin embargo, según la obra avanza, me parece que se va haciendo cada vez más estrecha en cuanto a la realidad de México, pues es más compleja de lo que se nos presenta en la obra.
``El exceso resulta excesivo. Acaba siendo un especie de gratuita necesidad de provocar. Va contra sí misma a medida que avanza, cerrando estilísticamente su significado y en consecuencia también los contenidos son repetitivos. Lo que cabe destacar es la energía de los actores.''
Pérez Cué, parador de goles
En alguno de los abundantes momentos en que la acción rompió la frontera del proscenio, un actor soltó hacia el butaquerío un globo gigante, de plástico, que emulaba al mundo, ``la aldea global'', a manera de parodia de los globos que suelen soltarse en los conciertos masivos para que el público se entretenga. La intención era evidente: que el globo llegara a las filas centrales, para que el mismísimo presidente del CNCA también jugara. Pero resultó que, a punto de llegar a su objetivo, Plácido Pérez Cué ejerció gracioso lance y desvió, oportuno, la trayectoria del redondo proyectil. Ese es un jefe de prensa: detiene los goles.
Al concluir la primera de las funciones de La Malinche, en la ciudad de México, el dramaturgo Rascón Banda comentó que ``es la primera vez que asiste (Rafael) Tovar a una obra mía. Me parece muy bien que conozca el teatro nuevo que se está haciendo en nuestro país, el cual también está viviendo nuevos tiempos.
``La obra hay que verla así, como reflejo de estos tiempos en que estamos aprendiendo a andar en la democracia, para decir las cosas y que no haya un ánimo de censura, de represión o de reproche.
``En Guanajuato, tierra cristera y panista, pudimos vencer la moral y la censura, sin embargo la prueba más difícil es con el público de la ciudad de México.
``Espero que no le tengan miedo a la obra, que se diviertan y sufran en esta especie de sueño o pesadilla en la que todos podemos entrar o salir''.