Miguel Concha
Necesidad de utopía

El Centro Michoacano de Investigación y Formación ``Vasco de Quiroga'' (Cemif), para conmemorar su décimo aniversario y como homenaje póstumo al teólogo Raúl Vidales (1943-1995), fundador del mismo, junto con su esposa María Arcelia González Butrón, organizó unas jornadas latinoamericanas sobre crisis social, teología de la liberación y vigencia de utopías, que presidieron el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez y el economista Franz Hinkelammert, quienes con su experiencia y reflexiones perfilaron un horizonte generador de vida, en un contexto en que la construcción de alternativas ha sido cada vez más difícil.

El Cemif, con sede en Morelia, sirve a la sociedad en varias áreas de investigación, capacitación y difusión, desde las que acompaña distintos procesos populares: teología, ecumenismo y cultura; desarrollo rural; mujeres, educación y ciudadanía. Como hecho significativo, a las jornadas se unió la Escuela de Economía de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, que también celebra el 22 aniversario de su fundación.

Gustavo Gutiérrez confirmó la vigencia de la teología de la liberación, que surgió por las condiciones de pobreza de América Latina. La opción por el pobre -enfatizó- sigue siendo un compromiso de disponibilidad con el prójimo, con el otro y con la otra. Una opción desde la cual se entiende a los pobres y se lucha por superar su pobreza.

Luego de hacer un recorrido por la década de los 60, recordó cómo la segunda Conferencia General del Episcopado católico latinoamericano, celebrada en Medellín, Colombia, en 1968, abrió las posibilidades para que la Iglesia de nuestro continente se hiciera adulta incorporando una forma diferente de hacer y vivir teológicamente.

Frente a estos tiempos difíciles, en los que el mercado se nos presenta como la única posibilidad, y se habla del fin de la historia, de la filosofía, de la metafísica, de las ideologías y hasta de la era industrial y de la época liberal, invitó a no perder la dimensión utópica de la vida, que nace siempre en los ambientes más postergados y en quienes de alguna manera son solidarios con ellos, y a leer la historia desde su reverso, desde el otro lado, desde quienes han sido las víctimas. De los desposeídos y de quienes aspiran a más nace el deseo de cambiar esta situación -dijo-, de construir algo más digno y fraterno.

Sin embargo, es necesario precisar algunas notas de la utopía. Una auténtica utopía tiene relación estrecha con la realidad histórica, con la tierra donde se halla y donde florece. Denuncia el ``orden'' existente y propone sin ilusionismo un orden nuevo. No es sólo la crítica sino sobre todo el proyecto de algo nuevo, que moviliza, y desde ahora se reclama. Tampoco implica un dibujo detallado del futuro, pero sí amenaza y desestabiliza el orden legiti- mado por la ideología, pues siempre explora lo posible.

Renunciar a explorar lo posible -dijo- es renunciar a explorar una dimensión de la razón humana. Finalmente -apuntó-, tiene valor si está respaldada por una práctica transformadora, por una práctica que construye la historia. La utopía es en definitiva una brújula y una orientación.

La intención utópica tiene su origen en el rechazo a una situación de limitación humana, causante de sufrimientos, y su fuente es también la imaginación creadora. No obstante ello, debe reconocerse la tensión existente entre ella y la realidad. No se pueden reducir las cosas a un exceso de realismo, ya que ello nos llevaría a la resignación. Ni podemos reducirla a un exceso de intención, pues ello nos conduciría a la ilusión.

Hoy asistimos a un fuerte intento de despojar a los pobres, a los marginados, a los excluidos de la utopía, por lo que tiene de crítica y de cuestionamiento de privilegios inadmisibles. Y una de las principales obligaciones de quienes tienen un cierto sentido, por su trayectoria personal o por lo que sea, en el mundo de los pobres, es impedir que este robo se realice.

Un pueblo sin utopía, como un pueblo sin memoria, que simplemente vive al día, es un pueblo débil. La memoria y la utopía tienen mucho que ver. Por ello existe también un intento de robarle al pueblo su memoria. Junto con el pueblo, debe seguirse trabajando para ayudarlo a recuperar su memoria y su capacidad utópica. En otra ocasión hablaré de Hinkelammert.