BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
Crisis y nuevas proposiciones

Las crisis económicas tienen efectos múltiples, no sólo en el campo económico. Por un lado, amén de que empobrecen irreversiblemente a amplios grupos de la sociedad, también representan enormes desafíos intelectuales que llevan a la proliferación de ideas a veces mesiánicas.

El gran temor que ya se ha manifestado en nuestro país sobre las consecuencias de la presente crisis mundial, y sobre todo la coincidencia con el cambio sexenal, ha llevado a la formulación de varias ideas que hay que tomar con extremo cuidado.

La semana anterior, Gerardo Fujii trató con claridad lo que representan los distintos sistemas de tipos de cambio y también los costos en producción y empleo de establecer un Consejo Monetario, en oposición a preservar un Banco Central.

Conviene ahora analizar con con algún detalle los alcances y las limitaciones de ese cambio institucional. Quizás la mayor efectividad de crear un Consejo Monetario consiste en que efectivamente reduce la inflación. El mejor ejemplo es Argentina, economía que por décadas vivió inflaciones de tres dígitos, que desde hace algunos años tiene inflaciones muy parecidas a las de un país desarrollado (de alrededor de 2 o 3 por ciento anual), y en ciertos periodos ha tenido inflaciones negativas (es decir, reducciones absolutas del índice de precios). Para la ortodoxia económica este solo hecho es suficiente para justificar su imposición, pues es bien conocido que este enfoque considera que el peor enemigo de la economía es la inflación. Por tanto, su erradicación es lo mejor que puede hacer un gobierno. Eso explica la insistencia extrema en orientar todas las variables de la política económica a su reducción: a) sobrevaluación cambiaria, b) reducción de la base monetaria, c) presupuesto equilibrado, d) contención salarial, e) apertura comercial.

Sin embargo, hay que decir que si bien Argentina hasta ahora ha logrado resolver la hiperinflación, por otro lado no ha logrado resolver otros problemas macroeconómicos seguramente mucho más importantes. En primer lugar, sigue siendo elevado su déficit comercial (5.7 mil millones de dólares, mmd) y de cuenta corriente (11.5 mmd), debido a que sus sistemas monetario y cambiario no garantizan en absoluto que desaparezcan, a pesar de que no pueden existir expectativas devaluatorias (ni devaluación), pues su tipo de cambio está fijado constitucionalmente con el dólar estadunidense. Por otro lado, aun con tasas inflacionarias tan bajas, mantiene tasas de interés de corto plazo de 18 por ciento, lo cual hace que las tasas en términos reales sean enormes, con los consecuentes efectos conocidos en inversión y la carga financiera de empresas y familias.

Según la lógica que está detrás del ``patrón oro'', el mecanismo correctivo debería ser que ante un desequilibrio con el exterior bajaran los activos monetarios y, por tanto, frente a un nivel fijo de mercan-cías deberían bajar la demanda, la oferta y los precios hasta desaparecer el desequilibrio inicial.

Lo curioso es que esto no ha logrado operar satisfactoriamente, ni en Argentina ni en Hong Kong (país que sufre la embestida de la crisis asiática con reducción del PIB de 5 por ciento, déficit comercial de 14.2 mmd y de cuenta corriente de 6.1 mmd), no porque esas variables sean necias a las argumentaciones ortodoxas, sino porque el mismo sistema económico se autoprotege. De no ser así, las consecuencias sobre el empleo y los salarios serían devastadoras, ya que carga- rían con todo el peso de la corrección externa, acarreando enormes costos sociales que ningún gobierno podría controlar.

Los mesianismos (de cualquier índole) se invalidan por la realidad. Hay que ver la verdadera dimensión de sus alcances y limitaciones.

Una política macroeconómica que pone atención en controlar la inflación (pero que no subordina todo su marco a ella), que establece controles mínimos a la entrada y salida de capitales de cartera, que estimula activamente el crecimiento economico y que limpia técnica, administrativa y judicialmente su sistema financiero ``con lo cual crea confianza en las instituciones y en su gobierno'', es una mejor elección.