La Jornada 29 de octubre de 1998

Salto en el tiempo, las dudas sobre el Museo de la Ciudad de México

José Angel Leyva, especial para La Jornada/ III y última Ť La ciudad de México ha perdido progresivamente su centro único, su eje dinamizador de la vida cultural, comercial, política de la urbe. Hoy día el Distrito Federal presenta otros centros importantes que difieren por sus actividades y por su importancia económica, comercial, política, demográfica, cultural, etcétera. Vemos otros centros históricos en las delegaciones. Eso tal vez resulte más interesante que lo que sucede en Europa, donde el turista conoce las metrópolis sólo visitando los cascos viejos.

La ciudad de México es, para bien y para mal, una urbe con diferentes centros de importancia social, cultural, económica y política.

Abordar los barrios y el agua

En la concepción de los investigadores, y del equipo que labora en el Museo de la Ciudad de México, constituido por 80 personas, los temas pueden llamarse situaciones porque se piensa más en dichos términos que en exposiciones, en tópicos de un libro o en actividades extramuros.

``Es algo más complejo --advierte Conrado Tostado, director del recinto--, pues se pretende crear situaciones alrededor del agua o de los barrios, por poner dos ejemplos. Igual de importantes que dichas situaciones son los proyectos prioritarios, como puede ser el museo mismo, su reacondicionamiento, el cuidado de los acervos, darle más uso a la biblioteca y recoger la historia del museo, u otros como el proyecto de cine itinerante y cine club aquí en el edificio del museo, que está a cargo de Erwin Neumier, Sergio Núñez y Sergio Casiano.''

No obstante que cuentan con el apoyo del gobierno del DF para que funcione el ambicioso proyecto, no se descarta la participación de patronatos que ayuden a financiar ciertas actividades. El trabajo conjunto con la iniciativa privada es muy importante para la realización de sus planes de aquí a mediados del 2000.

En 1999 tienen programado trabajar dos situaciones: los barrios y el agua. Luego vendrá la segunda edición del salón de pintura, un evento en el que ellos serán los anfitriones. En el 2000 se concluirán los otros dos temas: el cuerpo y el prójimo. Ese sería el proyecto de conjunto del museo en una primera etapa. Cuatro temas o situaciones y cuatro equipos trabajando ya en ellos, con sus diseñadores, investigadores e invitados a trabajar. Simultáneamente, se labora en proyectos que atraviesan todos los temas, como el seminario para definir el futuro del Museo de la Ciudad de México.

Los investigadores piensan en modelos como el Museo de la Ciudad de París. Aunque revisan por Internet uno por uno los museos de ciudad de numerosos países. Hay coincidencia en algunos de los planes de trabajo, por ejemplo, con el de Filadelfia, que aborda el tema del agua. Sin embargo el equipo, en su gran mayoría compuesto por personas jóvenes, expresa que sobre todo le interesa recoger la opinión del público capitalino y mexicano, tal vez hacerlo más como el Museo de Sao Paulo, que tiene una relación muy directa con la ciudad, que busca el diálogo con sus habitantes y con el público, además de no conformarse sólo con exponer objetos. Es ese tipo de museos comunitarios en los que hallan una mayor identificación y en los que ven un horizonte más allá de las paredes de un edificio.

Podríamos concluir que el Museo de la Ciudad de México es una espacio que se rebela y se revela en su historia, en sus circunstancias actuales que lo muestran en el rezago a que lo condenó su propio origen. Lo que hallamos, sin embargo, son proyectos, deseos y un universo de interrogantes, pero eso, no cabe duda, es la primera muestra de un salto en el tiempo.

Pluralidad de fantasías y lenguajes

No podíamos, por supuesto, dejar de formular algunas preguntas al director del Instituto de Cultura del Distrito Federal, Alejandro Aura.

-¿Por qué el Museo de la Ciudad de México resulta emblemático para el Instituto de Cultura de esta urbe?

-Porque la concepción de la ciudad va cambiando en la medida en que ésta experimenta transformaciones. La ciudad es vista de manera distinta, según quien la gobierna, quien tiene a su cargo los servicios y su ordenamiento. Seguramente un gobierno autoritario, parcial, sólo ve a una parte de sus problemas y necesidades, además de que pretende crear una versión de la historia eliminando todo aquello que le estorba para la explicación de su ejercicio del poder.

``Sin embargo un gobierno democrático debe entender que la sociedad está llena de influencias por parte de quienes la habitan, que está constituida por una pluralidad de criterios, de ideas, de apetitos, de fantasías, de lenguajes. Entonces, es dicha diversidad la que debe reflejarse en un Museo de la Ciudad, pues es ésta un fenómeno muy complejo, no sólo histórico, de convivencia de múltiples fuerzas en el espacio y en el tiempo que confluyen y desatan una dinámica específica, no por la voluntad de nadie, sino por el azar de esas acciones, de la dinámica de una gran metrópoli como es la ciudad de México. Esto es lo que deseamos que se vea en el Museo de la Ciudad, más allá de un simple visión histórica.

``Para nosotros debe ser un encuentro con las imaginaciones, opiniones, ocurrencias y aportaciones que han hecho la ciudad. El Instituto de Cultura tiene la obligación de preservar los valores culturales de la urbe, y para ello no basta con un edificio donde se exhiban y guarden objetos, sino actividades que busquen recrear, discutir, reconocer las peculiaridades de nuestra cultura urbana. Para ello es necesario un museo extramuros, un museo que irradie hacia los distintos puntos de la ciudad sus tareas y sus acervos.

``El museo en nuestra concepción es la ciudad misma, con toda su capacidad de diversidad y de explosión, pero el núcleo de esa dinámica es por ahora el edificio de Pino Suárez 30, donde por supuesto no cabe todo lo que es la ciudad de México. Vamos a bombear desde allí a las diferentes partes del cuerpo sus actividades.''

Conflictiva convivencia de instancias

-¿Cómo lograr que un proyecto de esta índole no sea llamarada de una administración, sino que mantenga su aliento independientemente de quien gobierne la ciudad, al margen de la política partidista?

-Esa es una pregunta que la humanidad entera se ha hecho. Los egipcios creyeron que al construir pirámides estaban preservando su modelo de vida. ¿Cómo hacer para preservar nuestro modelo de cultura? No tengo la respuesta, lo único que deseamos es hacer instituciones honestas, avenidas a la interpretación de la voluntad expresa de grupos e individuos de la sociedad.

``Nos preguntamos más bien cómo responder a las expectativas que la sociedad tiene en el plano de la cultura, y ésta sabrá que al cambiar el gobierno vendrán otros intereses y otras interpretaciones de cómo gobernar y para quiénes, lo cual significa de nuevo un cambio profundo en los objetivos y en los planes.''

-Los proyectos que tiene el Museo de la Ciudad de México y el instituto son muy ambiciosos en cuanto a sus búsquedas y sus acciones. ¿Existen los recursos y la capacidad técnica, humana, para lograr las metas propuestas?

-Hay recursos. Tenemos un presupuesto que no es ni grande ni chico. Quiero decir que contamos con recursos para cumplir determinados objetivos, y que cuando el dinero no se usa para alimentar el bolsillo de los funcionarios o para la manipulación política alcanza para mucho, muchísimo más.

``Para mí son aspectos fundamentales los que marcan el ritmo de las actividades del museo, las exposiciones temporales y la permanente. Si no se pierde su carácter de museo de historia de la ciudad caben, además, múltiples actividades relacionadas con nuestro pasado.

``El otro problema que veo es que en el DF se encuentran representados no sólo los poderes locales sino además los federales, y buena parte de los grandes museos en la urbe son de dominio federal. El conflicto que veo entonces es la convivencia de instituciones manejadas por administraciones con intereses distintos, al mismo tiempo que advierto que ese museo, que virtualmente no existe, tiene hoy su oportunidad de reflejar su propia circunstancia histórica, de recuperar la función que le asigna su nombre.''