En la noche del derrumbe del sistema todos los gatos quieren vestirse con el traje de la democracia. Viejos políticos tricolores hacen cola para presentar su solicitud de afiliación al club de moda. Para participar en la nueva conversión se requiere poco, tan sólo cambiar el vocabulario y retorcer un poco la historia. El traje de la democracia retórica luce bien en quien la usa. Hace presentable casi a cualquiera, por más desaseado que haya sido su pasado. Y, como una prenda, se quita y se pone al gusto del usuario.
El verdadero desfile para presumir las nuevas prendas es el de la política electoral y los partidos. Allí se concentran las luces y las miradas. Allí, también, es donde se dejan ver las viejas estrellas ataviadas con su nuevo guardarropa, confiadas tanto en la mala memoria de los espectadores como en que el precio del pasado se compra con las promesas de votos del presente. Sin embargo, algún lugar se reserva para el lucimiento del discurso democrático en otros espacios de la política nacional, como los sindicatos.
Ese es el caso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), gremio que agrupa a la gran mayoría de los maestros del sistema de educación pública del país. En él se quiere vestir a la política sindical de ayer con la vestimenta de la jerga democratizadora de hoy. La dirección nacional del sindicato reivindica que si han cambiado los discursos no se necesitan modificar las prácticas. Ciertamente, en un medio dominado por la moda gris Chicago (inspirada en Al Capone) de los Rodríguez Alcaine y los Juárez Blancas, el cambio en el discurso de los dirigentes institucionales del magisterio deslumbra a los observadores menos atentos. Pero no parece convencer a los maestros de base.
Aunque el viejo cacique sindical Carlos Jonguitud Barrios fue echado del sindicato, su escuela se mantiene viva. La nueva líder moral del gremio y dirigente del sector popular del PRI, Elba Esther Gordillo, además de hablar sobre la necesidad de la democratización, confesó a Elena Gallegos (La Jornada 26/10/98) cómo el viejo dirigente de Vanguardia Revolucionaria, ``me ayudó mucho en mi formación''.... y cómo le gustaba ``la propiedad con la que manejaba sus relaciones con el poder''.
Las primeras víctimas de ese gatopardismo institucional han sido los maestros de educación primaria y prescolar del Distrito Federal y sus dirigentes auténticos. El 7, 8 y 9 julio de este año los profesores agrupados en la sección 9 del SNTE nombraron mayoritariamente un comité ejecutivo, como lo han hecho desde que, en 1989, quitaron a los líderes charros de la dirección sindical. El congreso sindical se realizó en medio de grandes presiones en contra de la corriente democrática por parte de la dirección nacional del sindicato, encabezada por Tomás Vázquez, hombre de las confianzas de la profesora Gordillo. Ellos exigieron -y lo siguen haciendo- que incorporaran en el comité seccional a un grupo de integrantes de la corriente institucional, a pesar de no tener la representatividad requerida para ello. Esto es, que cedieran en la negociación lo que no habían ganado en el momento de nombrar a sus delegados.
Como los maestros democráticos de la sección 9 se negaron a aceptar esa concertacesión, sus dirigentes han sido víctimas de la represión administrativa. La Subsecretaría de Servicios Educativos para el Distrito Federal, encabezada por Benjamín González, que tiene como mérito principal en la administración pública haber hecho su carrera a la sombra de Elba Esther Gordillo, suspendió pagos, levantó actas administrativas en contra de los comisionados sindicales democráticos y se niega a atender las demandas de los profesores democráticos. La presión de los maestros de base obligó a las autoridades a levantar una parte de las sanciones, pero se mantienen vivas las posibilidades de hacer valer otras. Además, a más de seis meses de nombrado el nuevo comité nacional del sindicato, no ha convocado a una reunión del Consejo Nacional, no ha escogido a los 12 vocales que forman parte del Comité Nacional Electoral, y sigue sin reconocer a la dirección seccional democrática de los profesores del Distrito Federal y sin enregarles las cuotas sindicales que les corresponden.
La actitud de los dirigentes oficialistas del SNTE ha creado un conveniente foco de conflicto en la ciudad de México. El gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas es víctima de una acción en su contra en torno a un problema que no generó y que no tiene capacidad de resolver.
En la moda del gatopardismo democrático el sindicato magisterial cuenta ya con un lugar destacado, sin tener que renunciar a servir a quienes siempre ha servido.