57 años de experiencia

Arturo García Hernández Ť Amparo Montes acaba de cumplir 57 años dedicada al canto. Es, si no la última, sí una de las últimas representantes de la época de oro de la canción mexicana, aquella de la que participaron intérpretes y compositores como Pedro Vargas, Toña la Negra, Agustín Lara, María Greever, Gonzalo Curiel y muchos otros. A esa pléyade pertenece la dueña de una voz y un estilo inconfundibles, creadora, por ejemplo, de una versión memorable de Desvelo de amor.

Desde sus inicios, en 1941, no le ha faltado reconocimiento. Hoy, mientras espera la llamada final, puede ver en retrospectiva que ha sido una mujer privilegiada que sigue viviendo con intensidad e ilusión. Por eso reitera: ``¡Viviendo, no existiendo!''.

En el marco del programa Lunas de octubre del DDF, Amparo Montes recibirá un homenaje este sábado, en el Teatro María Teresa Montoya (Eje Lázaro Cárdenas, 912, 18:00 horas). Con ese motivo acepta repasar en entrevista algunos aspectos de su vida y de su oficio.

--¿Qué extraña de la época de oro de la canción mexicana?

--Bueno, está ligada a una edad. Yo fui muy feliz en esa época. Todos los días doy gracias a Dios por haber vivido eso. Era difícil hacer un lugar, pero era una lucha pareja. Los que surgimos en los 40 teníamos frente a nosotros gigantes como Agustín Lara, Pedro Vargas, Gonzalo Curiel, Toña la Negra. ¡Imagínese! Ahora veo cómo se forman los artistas, muchos con voces insignificantes los graban con máquinas y los hacen cantar. Por eso creo que, hablando de cantar y grabar, estuve mejor en el momento que me tocó.

--¿Llegó al bolero por azar o por vocación?

--Cantar para mí era como estar, como ser, como vivir. Soy radioadicta desde que era chamaca. Me pegaba a la radio y ahí aprendí muchas canciones. Por radio oía a todos los compositores y los intérpretes allá en mi tierra. Soy de Tapachula. Vine a la ciudad de México buscando horizontes. Yo quería estudiar. Pero fue muy difícil para mí. Tenía que trabajar y fui al programa Quiero trabajar, que había en la XEQ. Pero no fui a tocar la puerta para cantar. Pero me pidieron cantar una canción y a los gerentes de la estación les gustó mucho. Y como la XEQ estaba recién nacida, pues estabn buscando elenco. Así pasó: ahí me estaba esperando mi destino y en ese momento cambió completamente mi vida.

--¿Qué es más importante para interpretar bolero: una buena voz o sentir lo que se canta?

--Sentirlo. Como le decía, las voces se manejan ahora con máquinas, pero el sentimiento es muy difícil que lo manejen con máquinas. Por eso es mucho más importante la expresión, sentirlo. Y recordar la gramática al cantar porque muchos que hoy son popularísimos en todo el mundo hablan mal, pronuncian mal. Y no digo nombres, pero hablo de gente popular.

--Yo sí quiero decir nombre y le pregunto: ¿Luis Miguel está a la altura de los boleros que canta?

--Me parece que ese muchacho tiene una voz extraordinaria y un sentimiento-verdad. No lo siento tan hecho como a muchos otros. Pero los boleros que ha grabado ya habían sido grabados exitosamente. No veo que haya sacado un bolero nuevo que lo haya impulsado, que se identifique con él.

--Hoy que todo mundo canta bolero, ¿por qué no abundan los jóvenes compositores de bolero? ¿Dónde está el nuevo Agustín Lara o el nuevo Gonzalo Curiel?

--Es una pregunta que yo le quisiera hacer a usted. ¿Por qué no nace ya ese sentimiento? Creo que es un vuelco, un cambio que dio el mundo bastante, bastante fuerte. Que todo cambió desde la posguerra. Yo escucho cada letra en las canciones... Por supuesto que la metáfora y la poesía están completamente olvidadas.

--Es una mujer privilegiada, ha tenido éxito y reconocimiento ¿a qué más aspira?

--¡Ay, Dios mio! Tengo bastantes años ya de edad, muchos años de cantar, 28 con La Cueva... Entonces, estoy esperando ya la llamada. Tengo una cita que se acerca cada vez. Pero sigo en La Cueva, es un lugar en el que quiero estar y a ver si ahí se me permite también dejar de estar. Sólo tengo una palabra para todos los que me han ayudado y apoyado desde siempre, incluidos mis amigos y el público: agradecimiento.