El caso Pescador Osuna (El Universal, 9-X-1998) daña aún más la reputación de representaciones diplomáticas que, a los ojos de muchos migrantes, han subordinado la defensa de esta población a otros intereses, incluyendo los partidistas. A partir del actual incidente de espionaje durante la visita de Vicente Fox a California, ¿quién puede confiar en el trabajo realizado por Pescador o cualquier otro cónsul? ¿Cuántas otras cartas ``personales'' han enviado o enviarán los representantes del cuerpo diplomático a la dirigencia del PRI?
La relación de los consulados con el espionaje político no es nueva. Floreció dramáticamente durante el porfiriato, cuando se estableció una impresionante maquinaria de vigilancia e inteligencia para estar al tanto de las actividades de supuestos enemigos del régimen. Según Los Revoltosos (FCE, 1993), del investigador W. Dirk Raat, las tareas fueron encomendadas a Enrique Creel.
``Entre 1906 y 1911, como gobernador, embajador y ministro, Creel hizo una labor esencial dirigiendo y coordinando el ataque de Porfirio Díaz, primero contra los magonistas y de forma subsecuente contra los maderistas. Creel, como cabeza no oficial del servicio de espionaje de Díaz, obtuvo la cooperación de las autoridades de Estados Unidos y empleó varias agencias de detectives para que ayudaran a arrestar y perseguir a los revolucionarios exiliados''.
Las operaciones se extendieron por Estados Unidos, Canadá y el territorio mexicano. Los 31 consulados mexicanos (especialmente los de Los Angeles, Phoenix, Tucson, El Paso, St. Louis, San Antonio y Nueva York) tenían un papel destacado en el sistema de Creel y ayudaban a desarrollar tareas junto con agencias del gobierno estadunidense, incluyendo el Departamento de Estado y el servicio de correo.
De acuerdo con el mencionado estudio, durante ``este período el cuerpo consular mexicano y estadunidense demostró ser una parte vital de la red de espionaje y policiaca de Creel...''
Ya en la época actual, el espionaje volvió a cobrar fuerza en momentos políticamente delicados, como ocurrió a mediados de la década pasada con el crecimiento del PAN en el norte y el surgimiento, en 1988, de un movimiento en Estados Unidos de apoyo a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Cónsules como Romeo Flores Caballero en Los Angeles se ocuparon más de combatir a los neocardenistas que de proteger los derechos de los ciudadanos mexicanos.
El colmo en las designaciones consulares ocurrió con la oficina en San José, California, donde los migrantes mexicanos tuvimos la desgracia de tener a Fernando del Villar, ex director del Cisen, la dependencia encargada del espionaje político en el sexenio salinista. Sobra decir que su desempeño en San José fue todo un desastre y, al igual que Flores Caballero y otros cónsules designados por motivos políticos, salió huyendo de las críticas populares.
Además de los ataques públicos y encubiertos a la oposición en Estados Unidos, los funcionarios consulares han tenido un papel destacado en la promoción del partido de Estado al norte del río Bravo. Por ejemplo, en el consulado general de Los Angeles Martín Torres encabezó desde 1991 la creación en territorio estadunidense de Comités de Apoyo a Compatriotas, organizaciones vinculadas a la Secretaría de Asuntos Internacionales del PRI (Examen, enero de 1994).
Asimismo, como se ha comprobado en los trabajos del investigador Robert Smith, la SRE inventó el Programa de Comunidades Mexicanas en el Extranjero para promover el TLC y contrarrestar al neocardenismo por medio de la organización de más de 500 clubes de oriundos y varias federaciones estatales.
No obstante el trabajo proselitista desde los consulados, la disensión entre los migrantes ha crecido. Este año un buen número de clubes zacatecanos le dieron la espalda al priísmo y se adhirieron al monrealismo. Como nos señala la conferencia sobre el voto en el extranjero, recientemente organizada en el campus de la Universidad de Illinois en Chicago, el American Friends Service Committee y la Coalición de Mexicanos en el Exterior, Nuestro Voto en el 2000, una escisión todavía más grande está por darse, dado el interés de muchos miembros de los clubes en ejercer su derecho a votar desde el extranjero en la próxima elección presidencial y la creciente oposición del Ejecutivo federal y el PRI para permitir un derecho aprobado por el Legislativo en 1996.
Como posible respuesta a esta creciente inquietud de los migrantes organizados, en julio fue instalada la Comisión Nacional de Asuntos Internacionales del Consejo Político Nacional del PRI, presidida por Gustavo Carvajal Moreno, que tiene como ``prioridad política'' la atención de los mexicanos residentes en EU ante su `posible incorporación, en breve', a los procesos electorales del país (La Jornada, 3.VII-1998)''. Una parte fundamental de su estrategia es, de nuevo, contrarrestar ``el activismo político de la oposición''. También se propone reactivar los comités de apoyo, fortalecer relaciones con líderes chicanos y otros sectores influyentes.
La membresía de la comisión revela los estrechos lazos entre la SRE y el PRI. En ella figuran secretarios de Estado, funcionarios de diversos niveles y embajadores.
Pescador también ha jugado un papel importante en las políticas migratorias del gobierno. Lo verdaderamente lamentable de su caso es que si bien en alguna ocasión fue percibido como un funcionario capaz de convivir con la oposición en EU, ahora se ha convertido en promotor de un partido. La participación de cónsules como él en foros organizados por el Senado (La Jornada, 12-IX-98) no tiene otro propósito que atacar un movimiento popular a favor del voto y socavar la credibilidad del IFE.
¿Quién puede creer ahora en Pescador como defensor de los mexicanos?
Y ante las denuncias de corrupción en otros consulados mexicanos (La Jornada, 4-X-1998), ¿cuándo iniciará el Legislativo una investigación sobre la relación de los consulados con las comunidades mexicanas en EU?
Finalmente, ¿cuándo se democratizarán las políticas migratorias mexicanas y se les permitirá a los migrantes participar en la creación de consulados que verdaderamente defiendan los intereses y derechos de los ciudadanos mexicanos?
*El autor es miembro de la Coalición de Mexicanos en el Exterior, Nuestro Voto en el 2000.