Octavio Paz nos universalizó como mexicanos: Poniatowska
Angel Vargas y Renato Ravelo, enviados, Guanajuato, Gto., 24 de octubre Ť Octavio Paz ``nos dio la poesía, celebró al mundo y ensalzó como nadie a la mujer, a quienes llamó veredas luminosas; fue un hombre que nos universalizó como mexicanos'', dijo Elena Poniatowska en el cierre del ciclo de ponencias dedicadas al premio Nobel que se llevó a cabo en la Universidad de Guanajuato.
Un auditorio repleto celebró la ponencia de la autora de Las palabras del árbol, quien desarrolló una semblanza crítica, descriptiva, con fragmentos de Piedra de Sol y uno de los poemas que Paz le hiciera a su hija Helena.
Elena Poniatowska habló sobre su relación con Paz, que inició con la lectura del inquietante verso ``entre tus piernas hay un pozo de agua dormida''. Cuando más adelante lo conoció en casa de Carlos Fuentes: ``dice Juan José Arreola que es usted un becerro de oro, porque todo el mundo viene a adorarlo''. Eso no fue motivo para que en 1953 el poeta se enojara con Poniatowska.
Pero sí lo fue, refirió después, la publicación de Tinísima: ``¡cómo es posible que te dediques a esa mujer que es nefasta y comunista!'', le dijo Paz a la escritora.
Paz derribó lo que José Luis Cuevas bautizó como la cortina del nopal, expresó Poniatowska: ``con la muerte de Octavio Paz se cierra un ciclo de la literatura mexicana. En vida fue más poderoso que José Vasconcelos y Alfonso Reyes. Su imperio marcó la cultura a partir de los años 50''.
La cultura giraba en torno a su figura monumental, dijo Elena Poniatowska, y estar mal con Paz era condenarse al ostracismo, porque era como un rey que erigía y consagraba.
Paz supo muy pronto que pasaría a la historia en grande, opinó Poniatowska; su legado a la posteridad lo conoció en vida, sobre él se han escrito 6 mil 724 artícuclos, más de 50 libros solamente en Estados Unidos, obras teatrales y 14 sinfonías. El laberinto de la soledad, su ensayo más conocido, publicado en 1950, y lectura obligada de los jóvenes ha superado el millón de ejemplares.
En vida también su efigie fue quemada en la plaza pública, recordó Elena Poniatowska, por sus declaraciones en contra de los sandinistas, en Alemania.
Sin embargo, recordó, fue de los primeros intelectuales en manifestar su desacuerdo con el régimen en 1968, lo que lo orilló a renunciar a la embajada de México en la India.
Hombre intenso y polémico, dijo Elena Poniatowska, a Paz siempre le apasionó la suerte del mundo.