La Jornada 22 de octubre de 1998

DEBER CUMPLIDO

Daniela Pastrana Ť A sus 24 años, Alejandro, el tercero de los seis hijos de Miguel Félix Bravo, jefe de la estación de bomberos de Tacuba, quien falleció este miércoles después de acudir a sofocar un incendio, resume lo que significó en su vida la carrera de su padre: ``Nunca lo veíamos en la casa, sólo los domingos, cuando llegaba a dormir. La imagen que tenía de él cuando era niño era que siempre estaba durmiendo, pero ya luego crecimos y entendimos un poco más''.

Y es que si algo caracterizó la vida de este bombero, que ayer fue despedido con honores en el panteón San Isidro, fue su dedicación a un trabajo que desde niño le apasionó.

Dice Alejandro: ``Una vez fuimos a verlo porque tenía que hacer un trabajo en la computadora y cuando llegamos, estaba todo quemado de la cara porque les había explotado un tanque de gas. Había un bombero sin pierna y él tenía toda la cara sangrando; era terrible, pero en cuanto se recuperó, ya estaba trabajando otra vez''.

Hombre estricto, pero no autoritario, según la definición de amigos y familiares, Félix Bravo sirvió al Cuerpo de Bomberos durante 29 años. Su hoja de servicio reporta ``cero bajas, cero arrestos, cero incapacidades''. En cambio, tiene registrados seis asensos. El último, en enero de 1991, cuando fue nombrado primer inspector, siendo ya jefe de la estación Tacuba. Su sueldo mensual, antes de morir, era de 9 mil 463 pesos.

``Era su vocación'', dice uno de sus cuñados, la misma que, al terminar la instrucción secundaria, lo llevó a estudiar primeros auxilios e integrarse, como voluntario, a los paramédicos de la Cruz Roja, antes de ingresar, el 17 de febrero de 1969, al Cuerpo de Bomberos.

Esta vocación la entendió muy bien María Elena Plazola, su esposa, quien tenía apenas 16 años cuando contrajo nupcias con el joven de 21, quien cumplía sus primeras labores en el cargo de bombero primero. Ella, a la postre, se haría cargo de la educación de sus seis hijos: Miguel Angel, Iván, Alejandro, Mauricio, Bruno y Alan, mientras su esposo se llenaba de trabajos para garantizar el sustento a la familia.

Hasta 1986, cuando fue nombrado jefe de la estación, Félix Bravo malabareaba su tiempo en tres empleos: como bombero (ya entonces había sido ascendido a primer oficial) y vigilante en General Motors y Mundo Feliz. Pero el nombramiento hizo girar la vida familiar.

``Mi papá dejó sus otros dos trabajos, y eso incluso le provocó problemas con mi mamá porque representaba tener menos dinero, pero también permitió que estuviera más en casa'', cuenta Alejandro, quien es maestro de computación.

Entonces se convirtió ``en un hombre pegado a la radio''. Por lo menos así lo recuerda Bruno, de 11 años, el único de la familia que ha aspirado a seguir los pasos de su padre, aunque eso fue hace dos años. Ahora no sabe qué quiere.

``Siempre estaba atento a lo que pasaba en la radio porque siempre pasaba algo'', dice el niño.

Félix Bravo era riguroso en su profesión, tanto que cuando lo nombraron jefe de la estación dejó de beber para que no lo tomara por sorpresa ninguna emergencia.

Hace tres años, estuvo internado por una amenaza de embolia. Regresó al trabajo apenas salió del hospital.

Vivir con él ``era complicado -coinciden sus hijos- porque siempre estaba en tensión, no había vacaciones y tenía sus altibajos en el carácter''.

El miércoles Cuauhtémoc Cárdenas acudió a los funerales, le ofreció a la familia el apoyo del gobierno para becar a los menores, quienes piden: ``Hace falta apoyo (para los bomberos) porque no tienen el equipo adecuado. La verdad es que quien se dedica a ser bombero lo hace porque tiene una vocación muy grande''.

Miguel Félix Bravo murió el miércoles pasado al regresar de apagar un incendio en la colonia Roma, al parecer por un paro cardiaco. No llegó a cumplir 50 años, pero vivió feliz. Sus restos fueron cremados y descansan desde ayer en el Parque Memorial de Naucalpan.


Un minuto de silencio en la ALDF

Juan Antonio Zúñiga M. Ť La Asamblea Legislativa del Distrito Federal interrumpió momentáneamente la sesión plenaria de ayer para guardar un minuto de silencio en memoria del primer inspector de la estación Tacuba del Cuerpo de Bomberos, Miguel Félix Bravo, quien falleció en la víspera a causa de un ataque cardiaco, después de atender un llamado de auxilio en la colonia Roma.

Todo quedó en silencio mientras, de pie, legisladores, público, periodis tas y personal que labora en las instalaciones del recinto legislativo de Donceles y Allende detuvieron durante sesenta segundos su ajetreo para honrar la memoria del bombero fallecido.

En tanto, el diputado panista Pablo Jaime Jiménez Barranco se manifestó por que la Asamblea Legislativa apruebe la iniciativa de ley del Cuerpo de Bomberos del Distrito Federal, en la que se considera su separación de la Secretaría de Seguridad Pública para dotarlo de autonomía financiera y administrativa.

La iniciativa, cuyo dictamen ya fue aprobado en Comisiones Unidas, proyecta que los bomberos de la capital cuenten con mejores instalaciones y equipos, lo cual les permitirán afrontar con mayor seguridad y eficacia las contingencias que se presentan en la ciudad de México.

``Esperamos que el pleno de la Asamblea apruebe este dictamen --dijo el legislador--, ya que estas propuestas para el Cuerpo de Bomberos evitará el burocratismo y mejorará las condiciones de los trabajos de control, prevención y extinción de siniestros, con infraestructura moderna y necesaria, que permita enfrentar eficazmente dichas situaciones sin exponer a los integrantes de este organismo''.

La iniciativa considera también el derecho de todos los bomberos a ascender al grado inmediato superior, ``para establecer un principio de certidumbre entre los miembros de esta corporación'', y la creación de la Academia del Cuerpo de Bomberos, que garantizará que sus integrantes cuenten con la debida capacitación, actualización y profesionalismo.