Víctor M. Godínez
¿Estabilización o ``fuga hacia delante''?

¿Cuáles serán las posibles consecuencias del relajamiento de la política monetaria de la Reserva Federal? Esta es la pregunta que se hacen numerosos analistas en las principales plazas financieras del mundo después de la nueva rebaja de las tasas de interés, decidida el jueves 15 de octubre, por el presidente de la Fed. Si bien es cierto que la entusiasta reacción inicial de los mercados bursátiles parece responder esta pregunta, las condiciones económicas internacionales y de Estados Unidos en que el banco central más poderoso del mundo está reorientando su política exigen prudencia, e impiden sacar conclusiones apresuradas y hacer cuentas alegres.

Con esta rebaja del costo del dinero, las señales emitidas por la Fed se prestan a interpretaciones diferentes y hasta contradictorias. Por un lado, parecen un aviso de firmeza de la autoridad monetaria en momentos de gran desconcierto en los mercados y ante el cúmulo de un conjunto de tendencias ominosas que podrían precipitar a la economía por el abismo de la deflación. Así lo han entendido algunos agentes y operadores económicos, y tienen buenas razones para ello. Por otro lado, sin embargo, la forma súbita en que fue tomada la decisión (que se esperaba hasta la próxima reunión del Comité de Mercado Abierto, en noviembre) generó preocupación y ha dado pie a numerosas versiones acerca de las razones que habrían exigido una intervención tan apremiante. Más de un rumor corrió en los medios financieros durante el pasado fin de semana sobre la posible --algunos llegaron a decir ``inminente''-- quiebra de un gran banco estadunidense. ``¿Qué sabe la Fed e ignora el público sobre el estado de la economía?'', se preguntaba el sábado pasado un analista de The Washington Post, haciendo eco a las suspicacias que siguieron a la repentina acción de la Reserva Federal.

Las razones de la Fed parecen ser más simples en esta complicada coyuntura financiera. La primera reducción de la tasa de interés fue insuficiente para ayudar a estabilizar los mercados. Podría decirse que, por su escasa dimensión, fue hasta cierto punto contraproducente. Todo esto ya lo había advertido hace un par de semanas el señor Greenspan cuando declaró, con la brevedad que le es característica, ``nunca he visto algo igual a lo que está ocurriendo''. Se refería a las caídas, a veces incluso simultáneas, de los mercados bursátiles, de los mercados de bonos y del dólar que ocurrieron después de la rebaja de los réditos del 29 de septiembre. Es decir, al peligro de una penuria de crédito originada en la toma de posiciones precautorias --o ``aversión al exceso de riesgo''-- por parte de los grandes inversionistas y de las instituciones financieras.

Quien no rehuyó el riesgo fue el señor Greenspan. Se dice que el único error que ha cometido a la cabeza de la Fed fue no haber actuado con rapidez para impedir la escasez de crédito de 1989, episodio que desembocó en la recesión económica de 1990. Ahora, ante una situación muy parecida, tomó la decisión de anticiparse. Pero entre aquel episodio y el presente hay diferencias sustanciales. La actual relajación de la política monetaria ocurre en un momento de pleno empleo de la fuerza de trabajo y altos grados de utilización de la capacidad productiva instalada. La economía se desaceleró desde el segundo trimestre, pero esto no quiere decir que haya dejado de crecer. Los pronósticos todavía hacen esperar ritmos de expansión del PNB de alrededor de dos por ciento, que para Estados Unidos no pueden ser considerados bajos.

La acción de la Fed fortalecerá esta tendencia. Combinada con la depreciación del dólar (que en las últimas semanas acumuló caídas de 10 y 15 por ciento frente al marco y al yen, respectivamente) la política de la Fed podría conducir con cierta rapidez a revivir presiones inflacionarias. No obstante, si el estímulo monetario finalmente logra estabilizar los mercados financieros, un pequeño rebrote de la inflación carecería de importancia. El riesgo está en que nada garantiza que esa estabilización se logre con sólo administrar el cuentagotas del costo del dinero de la Fed.