La Jornada 20 de octubre de 1998

Un libro termina de escribirse cuando de verdad se ha dicho todo: Benjamín Prado

César Güemes Ť En su momento fue el delantero centro del Real Madrid, hasta que la necesidad literaria lo obligó a dejar las fuerzas juveniles del conjunto y a meterse en sí mismo para dar a luz, progresivamente, libros de poemas y novelas que le han merecido el reconocimiento en España y fuera de ese país. Benjamín Prado, autor de obras leídas en México como Raro o Nunca le des la mano a un pistolero zurdo, da a conocer ahora Alguien se acerca (Alfaguara), con la cual llega a la madurez, ciertamente pronto, dados sus 37 años de edad.

-Desde fuera da la impresión de que España está apoyando mucho y bien a sus escritores jóvenes, a diferencia de generaciones anteriores que publicaban en firme hasta ya mayores.

-Así sucede y es curioso. Veo que los escritores de mi generación hemos peleado por conquistar la realidad, por hacer una literatura que contase, más que la historia del narrador, la de los lectores. Lo cual creo que separa a los libros buenos de los malos. Ha sido una lucha sostenida. Creo que hasta hace algunos años la literatura hecha en España era más soberbia, en la que el escritor colocaba al lector tres o cuatro peldaños por abajo de él.

``Quiero decir que en mi generación se comenzaron a publicar libros que tuvieron mucho éxito porque las personas se reconocieron en ellos. A los más tradicionales no se les habría ocurrido que Raro iba a ser bien recibido por el público. Pero las editoriales se interesan siempre por lo que marcha, de hecho es esa su tarea, publicar lo que tiene un categoría cultural y no sólo comercial. Pienso que los lectores estaban necesitados de un pequeño cambio, que seres más o menos de su edad les contasen sus propias historias, que los personajes se parecieran a todos los que estamos fuera del libro.''

Todo lo externo engaña

``Desde luego que uno se puede reconocer en un libro de Joseph Conrad, porque los buenos textos siempre tienen capacidad de sobrevivir y simbolizar muchas más cosas de las que cuentan. Pero para centrarnos en la pregunta, diría que lo que ha pasado es que la literatura de cualquier sitio requiere de acompasarse un poco a las cosas que suceden y a la manera de verlas que es diferente cada época. Uno no ve igual la realidad desde el punto de mira de Fedor M. Dostoievski que de cualquier escritor en Madrid. Eso ha sido un poco lo que ocurrió.''

-¿Esperaba el lanzamiento potente que le sucedió con su novela Raro?

-No, y de hecho sigo sin esperarlo. Pensemos que vengo de la poesía y me quiero quedar en ella para siempre. Es un género con menos masificación. Además, lo que pasa cuando escribo un libro es que no espero sino que se acerque lo más posible a lo que quiero decir y hacerlo de manera honrada. Escribir un libro pensando en el éxito es una tontería. ¿A quién le importa el éxito?

-Bueno, tomemos en cuenta que usted lo tiene.

-Sí, y quizá cuando lo tienes sea más fácil valorarlo menos. Sé que lo dices por eso y tienes razón. Pero no he cambiado en absoluto. Escribo mis textos ahora como cuando hice mi primer poema: intentando enterarme de algo. Duras decía que escribir es intentar descubrir lo que uno escribiría si escribiese. Una sentencia que me acompaña de toda la vida. Al hacer un libro no tengo ninguna obsesión extraliteraria. Lo mismo que cuando leo. Si tengo un libro en las manos me importa un pimiento todo lo que venga de fuera de la literatura, no me importa el sexo de quien escribe, ni su nacionalidad, ni la raza, ni la edad. Y es que eso no supone nada bueno ni malo. Todo lo externo, si se toma en cuenta, daña las cosas, engaña a los seres. Si le decimos a una persona que Alguien se acerca trata de la soledad o de la otredad, y se interesa en el tema, puede ser que le guste. Pero si decimos que está escrita por un escritor más o menos joven, y eso lo oye un chico que espera escuchar aventuras de roqueros, se va a decepcionar. Conviene decir lo que las cosas son realmente para no sentirnos engañados.''

La presión del lector, un privilegio

-Su producción es alta. ¿Escribe todo el tiempo, da a conocer todo lo que trabaja?

-Tengo la sensación contraria porque no escribo rápido, sobre todo la poesía me lleva mucho tiempo. Acabo de publicar un volumen que me implicó cuatro años. Novelas, bueno, depende con qué lo comparemos. Soy un lector de obras completas, y cuando nos ponemos a ver la cantidad de cosas que escribieron Franz Kafka o Federico García Lorca o Pablo Neruda o Albert Camus, es sorprendente. La cantidad es bárbara para su tiempo vital.

``Me parece que quizá hoy los escritores somos más torpes, escribimos menos y por lo visto nos cuesta mucho más. Fíjate que trabajo ahora ocho o diez horas diarias dentro de casa, y pienso que si publico un libro cada año y medio, parece que escribo mucho. Pero eso lo hubiera hecho Balzac en dos meses.

``Kafka escribió La condena en una noche. Stendhal hizo La cartuja de Parma en 45 días. Hombre, para eso hay que ser como ellos. Con todo, ahora nos cuesta más pero sigue extrañando que se publique con cierta regularidad. A mí me gustaría llegar a los cien libros, pero no tengo el talento ni tendré el tiempo.''

-Después de que en la narrativa ha gozado de un buen recibimiento, ¿percibe presión por parte de las editoriales o de los lectores para el próximo trabajo?

-La presión de los lectores es lo mejor que uno puede tener. Vender 50 mil ejemplares de un libro cuando lo sacas tiene mucho menos mérito que vender de ese mismo título 500 ejemplares diez años después. Ese creo que es el mérito de la verdadera literatura, como lo es de casi todo, de los matrimonios sólidos, o de las casa bien hechas: el mérito de soportar el paso del tiempo.

``Una llamarada fulgurante la puede tener casi cada persona, pero lo importante es hacer cosas sólidas. A mí los escritores que más me han gustado son los que espero, como me sucedió con Julio Cortázar, o cuando descubrí a Pío Baroja retrospectivamente. Esa es una presión que me gusta. Si alguien me dice en una feria que un libro mío le gustó, es el mejor piropo. El seguimiento es importante, da la sensación de que se ha hecho bien el trabajo.

``Lo otro, lo de las editoriales, no tiene el más mínimo interés para mí. Hasta ahora la verdad es que he escrito siempre lo que he querido. Debo decir que las editoriales desean que uno termine pronto el siguiente título, pero la tarea fundamental del escritor es como la de cualquier otra persona, tenemos un ritmo. En todo caso hay que ser honrado consigo mismo para saber que los libros se dan por terminados cuando de verdad se ha dicho todo.

``No vale correr para presentar el libro a un certamen ni porque la editorial quiere algo tuyo para tal o cual feria. Yo, desde luego, hasta ahora nunca en la vida me he puesto a correr con un libro. Si me dicen que requieren el texto para dentro de dos meses, respondo, `pues chico, qué le vamos a hacer, mejor publica otra cosa, que finalmente siempre hay.'''

Ampliar el arco

-¿Tiene identificados a su lectores? ¿Ellos también serán jóvenes o tampoco es algo de relieve?

-Son de casi cualquier edad y eso me alegra muchísimo, aunque soy consciente de que tengo una buena cantidad de lectores jóvenes. Y me hace muy feliz esto porque son lectores limpios, generosos. Cuando alguien me ha dicho que Raro es el primer libro que leyó conscientemente en su vida, me maravilla pero me doy cuenta de que la responsabilidad es horrorosa. Javier Marías contaba que se le acercó una pareja de lectores para decirle que luego de Corazón tan blanco, en que ocurre un adulterio, decidieron ser adúlteros. Ante esto Javier no sabía si alegrarse o sentirlo. Lo que me he dado cuenta con el paso del tiempo es que voy teniendo lectores muy distintos. De pronto me escribe un médico de Zaragoza, de 50 años, o me encuentro en un parque a una señora de edad que me ha leído y me hace comentarios. Pienso que un libro corre con más suerte entre mayor es su capacidad de globalización. De hecho, cuando elijo una historia, creo que puede afectar a muchas personas, como es el caso de Alguien se acerca: todos hemos deseado ser otros alguna vez, tener una segunda oportunidad, y sobre todo estar solos.

``Me interesa escribir siempre sobre los temas que afectan a una gran cantidad de personas. En la medida que he ido ampliando el arco de lo que contaba, he encontrado esa lógica. Se abre el arco y por él pasan muchos que no había imaginado.''

-Alguien se acerca me parece que tiene al 50 por ciento desesperanza e ilusión, y que en ese sentido es una obra de madurez, independientemente de que su edad sea de treinta y tantos años.

-Cuando termino de escribir un libro siento que aprendí algo. Y espero que Alguien se acerca en efecto sea una novela de madurez. Cada vez me conformo menos con contar una historia. Quiero tirar hacia abajo porque con el paso de los años me interesa menos la superficie de las cosas. Me interesa la razón de que las cosas ocurran. En Alguien se acerca he tirado mucho hacia abajo, hacia la memoria de los personajes y a las razones que los llevaron a donde están. He llegado a pensar que en una historia no importa tanto dónde están los personajes sino qué circunstancias de la vida los empujaron a determinado sitio. Espero haber aprendido un poco a conseguir que los personajes de mis novelas se parezcan más a las personas que estamos fuera de los libros. Claro, en el mundo exterior a las novelas las personas somos muy complejas.

``Las cosas en la vida no suceden como en las novelas. La historia de un libro puede ir de la a a la z, pero en la vida no suele ser así, hay saltos adelante y hacia atrás, éxitos y fracasos. A mí eso es lo que me gustaría reflejar en las novelas. Peleo mucho por intentar que sea así.''

(Alguien se acerca se presenta hoy, a las 17:30 horas, en la Escuela de Escritores de la Sogem, en Eleuterio Méndez y Héroes del 47, Coyoacán.)