La doncella y el unicornio y el espejo que multiplica, eso es Anonymous 4
Pablo Espinosa Ť Marsha, Susan, Johanna y Jacqueline en hemiciclo, en pausas hacia un vaso de agua, en composiciones geométricas de cuarteto a trío a dúo a solista a sillas a una hora exacta en la que nos hicieron perder la noción del tiempo, ganar la noción de vida. En el vértice entre lo votivo y lo emotivo, perderse para ganarse.
Ellas, Anonymous 4, son las actuales heroínas de la melomanía más enterada, actualizada, discreta en su vastedad de saberes pero desinhibida a la hora de mostrar la pasión por lo verdaderamente exquisito: localidades agotadas, muchedumbre fuera y dentro del Teatro de las Artes la noche del lunes, en uno de los capítulos más importantes del XXVI Festival Internacional Cervantino: la presencia, puesta en vida, de la música antigua a cargo de uno de los agrupamientos máximos, junto con Sequentia, el Hilliard Ensemble, Jordi Savall, entre la pleiade.
Un punto de comparación: la celebridad de esta cuarteta femenina es sólo equiparable a la del Kronos Quartet, tan lejos, tan cerca.
Cuatro damas, pókar (muchar) de reinas. Desde hace once años, Anonymous 4 aporta una franja intensa de luz en el de por sí luminoso universo de la música medieval. A ellas, entre otros especialistas, se debe, por ejemplo, la justicia poética que obra en torno a las luminosidades de Hildegaard von Bingen, la compositora alemana, monja mística, que cumple 900 años de vida.
A la manifiesta devoción de las cuatro damas anónimas (bello nombre para un grupo que no busca la popularidad, sino el sentido íntimo de la música: Anonymous 4) debemos una discografía apabullante, desde el inicial (1993) An English Lady Mass hasta el reciente A Lamas Ladymass, pasando por discos-objeto (así como hay libros-objeto) Manuscript de Montpellier (Harmonia Mundi, todos).
Además del Templo de la Valenciana en Cuévano, estas cuatro damas cuya belleza canora es incomparable trajeron a Méxicodefe, nueva capital de la Aldea Global, la puesta en vida de A Lamas Ladymass cuyo origen litúrgico desaparece en cuanto se muestra -una pira azul, apenas perceptible- por encima del butaquerío una expresión colectiva de éxtasis, rapto, viaje, interiorización.
El canto polifónico de estas cuatro damas rapta, repta, arroja, arropa, alivianta. Así como los monjes zen llegan al éxtasis, logran iluminación merced a ejercicio, disciplina, y en otras culturas a veces el martirio, en el transcurso de una hora una breve multitud congregada al sur de la ciudad de México enfrente a un hemiciclo de agraciadas gargantas femeninas, tan delicadas como poderosas, llegamos al punto cúspide del más perfecto de los estadios de conciencia: el placer, ese vínculo secreto entre lo carnal y lo sagrado. El erotismo que nunca vocifera. Canta.
Anonymous 4. La doncella y el unicornio y el espejo que las multiplica: Marsha, Susan, Johanna, Jacqueline.
La voz es femenina, benedicta et venerabilis. Ave gloriosa. Virga. O quam felix femina, alma dei genitrix.
Salve.