Bernardo Bátiz Vázquez
La defensa de Raúl
Ante la dura y certera acusación de doña Carla del Ponte, procuradora de la Confederación Helvética, el preso de Almoloya Raúl Salinas de Gortari se defiende en un amplio desplegado que publicaron ayer La Jornada y otros diarios; sin embargo, no usó un argumento que hubiera llamado más la atención y despertado mayor interés.
El llamado hermano incómodo omitió decir en su desagravio que enriquecerse a la sombra del poder ha sido algo común en la clase política, que hoy está en proceso de cambio.
Debió aducir que los apotegmas de los políticos mexicanos lo apoyan. Ejemplos: ``Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error'', Tlacuache Garizurieta; ``Un político pobre es un pobre político'', profesor Hank González; ``No me den, póngame donde hay'', funcionario anónimo.
Pero Raúl Salinas optó -como dice en su desplegado- por contestar ``punto por punto'' la acusación en su contra con la sorpresa para quienes leímos hasta el final de que no hay tal refutación y que quedan, al menos, algunas dudas razonables, además de que aclara totalmente lo que pretende aclarar.
Un primer caso es el de los 450 millones de dólares, o casi, que dice Raúl Salinas son una ``versión maquinada'', ``un supuesto y falso monto'' tramposamente manejado con ``cantidades duplicadas'', ``simulaciones de centavos por dólares alternando los puntos decimales y conversiones dolosas en cuanto a los tipos de moneda y de cambio en que presentan sus informes''.
En este punto, la defensa no aclara un dato fundamental: si el monto no es de 450 millones de dólares, ¿cuál es entonces?; si hay cambios en las cifras por mala fe o errores, ¿cuál es la correcta?
Porque para un mexicano común y corriente, uno de los 40 millones de pobres-pobres o uno de los 30 millones de pobres a secas, es lo mismo que fueran 450 que 300 o 30 millones de dólares. Tendría que explicarlo claramente el acusado, ¿cuánto es? ¿cómo lo obtuvo? porque de sueldos no se puede obtener tanto, les consta a todos, y de negocios Hacienda debe estar contenta porque los impuestos pagados han de ser abundantes.
Otra defensa que tendría que aclarar el indiciado es qué significa para él su afirmación de que otras autoridades allegaron pruebas a las autoridades suizas con la intención de desacreditar a personas e instituciones mexicanas ``como ha sucedido en otros casos conocidos''.
Se puede desacreditar a personas y más si llevan a cabo conductas, que por sí mismas les quitan crédito sin necesariamente desacreditar a instituciones. Tendríamos que saber a qué instituciones mexicanas se desacredita cuando se acusa a una persona en concreto y por qué y cómo se puede hacer esa liga entre persona particular e institución. Si la intención, como parece ser en ese párrafo, es defender a las instituciones mexicanas, no deben quedar las cosas en insinuaciones e interpretaciones de intenciones ajenas que, por otro lado, no son creíbles.
Como dice la sabiduría popular: a veces, hablar en situación desesperada es peor que quedarse callado.