Escohotado: más que legalizar las drogas, se requiere derogar la prohibición del consumo
César Güemes Ť Sociólogo, matemático, prosista y filósofo, Antonio Escohotado es un clásico de medio siglo. Varios de sus libros son ya indispensables para entender la historia y el uso de las drogas, más la necesidad de regular su consumo derogando la prohibición que sobre varias sustancias pesa en buena parte del mundo. Desde su enciclopedia Historia general de las drogas hasta el muy reciente volumen Retrato del libertino versa la plática con el maestro que visita nuestro país a fin de participar este miércoles, a las 10:00 horas, en el Palacio Mundial de las Ferias (Lafragua 4), en el primer Encuentro Iberoamericano de la Juventud organizado por el gobierno de la ciudad por conducto de su Dirección de Programas para la Juventud.
-Parecería entendible que su postura sea muy compartida en Europa y particularmente en España. Hablaríamos de tolerancia en relación con el uso de sustancias hasta ahora proscritas o, incluso, de legalización.
-En mi caso, como en el de Savater y de otras personas que en España han abordado la materia, no defiendo el término legalización porque me parece muy peligroso. Es como si se legalizara la lectura o la pintura. Lo que hay que hacer es derogar la prohibición y establecer un sistema que cause menos perjuicios del que viene causando la prohibición. Digamos, una política humilde, gradual, pero firme y decidida, que lo que cambie sean los fundamentos de la acción. Desde luego que en ocho días no se van a cambiar 80 años de dirección equivocada. De modo que creo que hay que insistir ahora en alternativas posibilistas, de buena fe. Por ejemplo, planes piloto: no se trata de tomar una medida en todo un territorio nacional, sino sólo en una zona; además, hecho de tal manera que sea reversible si tales y cuales indicadores dieran un índice negativo. Simplemente si en España le preguntamos a la población, y esto lo sabemos por el resultado de programas muy amplios en donde se ha formulado la interrogante: ¿queremos seguir como hasta ahora o es conveniente estudiar cambios? Más de 80 por ciento ha dicho que es conveniente estudiar cambios.
La posición gubernamental, una rémora
-¿Con el gobierno actual de su país no es más difícil que hace unos años estudiar estos cambios?
-Ahí está un buen punto: una cosa es la población y otra el gobierno. En el gobierno hay personas que vienen de la extrema derecha más cerril y anticuada, y esto les parece que es mencionar lo infernal por definición. Ahí el gobierno funcionaría como una rémora. Pero en algunas autonomías, como la catalana o la andaluza, ya se ha aprobado el reparto de heroína y no de metadona para las personas que lo soliciten. Esto es un gran cambio, ciertamente.
``Si bien el reparto iba a ser inmediato, el gobierno está poniendo algunas trabas, como cuál va a ser el laboratorio que la fabrique y cosas así.''
-¿A qué obedece este reparto?
-A que han surgido muchos cambios sociales y estructurales en materia de consumo de heroína a nivel mundial. Desde que la música y el movimiento grunge en la costa oeste de Estados Unidos inauguró nuevas maneras de vestirse o de escuchar música, ya el uso de heroína no corresponde a estamentos sociales castigados por la pobreza o la falta de horizontes. La heroína vuelve a ser una droga de clase media. Su uso cambia radicalmente: se emplea en fin de semana, una vez al mes o un día ocasionalmente. Esto demuestra una vez más que las drogas dependen muchísimo de las etiquetas que se les adhieren, y también de las condiciones de acceso a su consumo. En Europa la heroína se encuentra tan disponible que hace 20 años hubiera sido inconcebible la situación de hoy.
``Ahora la heroína es más barata que la cerveza, no sólo en España, sino en Francia, Holanda o Alemania. La conexión turca ha funcionado muy bien. La conexión iraní lo mismo. Además de la importación del opio y morfina base del extremo Oriente mediante el nuevo caos que se ha venido con la desintegración de la URSS. Puedo decirte que un gramo de heroína, que oscila en pureza de 40 por ciento en Holanda y 5 por ciento en España, vale 6 mil pesetas en ambos sitios. Eso quiere decir que una dosis que coloca a una persona sale en 200 pesetas, un dólar y medio. No hay ninguna sustancia sicoactiva que por un dólar y medio coloque durante seis horas a una persona. El proceso de la cocaína es al revés: va dejando de ser la droga representativa de los aspirantes a triunfadores.
``La cocaína experimenta un proceso no puntualmente inverso al de la heroína, pero sí con elementos de inversión, sin contar con la degradación total de la calidad. México no sé cómo andará más allá de que es país de paso de las grandes masas de cocaína de Colombia hacia Estados Unidos.''
-¿Cuál diría que es el cambio cualitativo en el uso de sustancias como las que menciona respecto de la juventud de hace 30 años y la actual?
-En Europa la juventud se distingue hoy de la de mi generación en que está mucho más informada. Tiene unos criterios de mayor moderación y es al menos tan rebelde respecto del menú oficial de drogas como lo fue la mía. Estas cosas combinadas suponen un gran cambio. Estamos ante una ingesta de drogas, aunque sean las mismas, bastante distinta.
Holanda, ``solución formidable''
-¿Cómo ve a Holanda en relación con la propia España? Parece claro que en sitios como Amsterdam la civilidad al respecto tiene un avance considerable.
-La solución en ese país es formidable. A los holandeses esto les reporta gran cantidad de dólares, les aumenta el turismo de toda Europa y del resto del mundo. Claro que es un ejemplo incomodísimo para el cruzado prohibicionista, porque Holanda es el país que tiene menos convergencia entre el uso diario de heroína y sida; el que menos número de asiduos de los llamados extremadamente problemáticos registra en el mundo; es la nación que menos muertes y crímenes tiene por arreglo de cuentas entre bandas criminales; y es la que menos atracos suma en Europa para conseguir droga. Y sin embargo es un país que tiene la oferta de droga más amplia de la zona. El producto en Amsterdam o en Rotterdam cuesta lo mismo que en Madrid, con la excepción de que en Holanda tiene ocho veces más pureza con lo cual vale ocho veces menos. Y no hay problemas. O sea que el condenado caballo de batalla de los prohibicionistas, que piden ver no el tema sino el problema, es que no hay problema. En España ni siquiera le he llamado problema sino pobrema, por la pobreza de miras.