El país que compra literatura, aun en la crisis, es invencible: Yevtushenko
Mónica Mateos Ť Las ideas del poeta Yevgueni Yevtushenko (Siberia, 1933) estallan en su voz como un manantial incandescente que busca, ante todo, desnudar cuanta mentira se le pone enfrente: ``tenga el nombre que tenga, sea socialista o capitalista, la sociedad que engaña a las personas es enemiga del pueblo, es peligrosa, y Rusia siempre ha tenido la tendencia de engañar a su gente. Recuerdo cuando, siendo niño, mi padre me dijo: `no existe el socialismo, es una mentira, nosotros vivimos un capitalismo de Estado'. Entonces aprendí que un engaño dura 20, quizá 30 años, no toda la vida''.
Desde entonces, su única verdad es la poesía, a la que le ha dedicado toda su vida y la que, asegura, no desaparecerá nunca, pese a la agresión que sufre actualmente debido a la creciente ``macdonalización del alma''.
Hablar del amor, de lo íntimo
El autor que en 1968 reunió en un recital poético a 20 mil personas en la Arena México, se encuentra de nuevo en el país que hace tres décadas le inspiró estos versos: En castellano el peón es el campesino más pobre./ Y es también/ la figura más pequeña del ajedrez./ Sacrificar al peón es una ley de todos los partidos./ El triste ajedrez de América Latina/ es una burla amarga para ustedes:/ primer peón,/ segundo peón,/ tercer peón./ Los pedacitos de la tierra campesina/ son las casillas de este tablero tan cruel.
Histriónico, vehemente, en su encuentro con la prensa para anunciar el recital que hoy ofrecerá en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el disidente siberiano dice estar cansado de hacer poesía política: ``ahora que tengo libertad de palabra ya no escribiré ningún verso político porque la tarea ya esta hecha. Sólo hablaré del amor, de lo íntimo''.
Aunque luego reflexiona, por un segundo se humedecen sus ojos, y piensa en su poema Adiós, Bandera Roja nuestra: Acuéstate./ Reposa./ Recordaremos a todas las víctimas/ engañadas por tu dulce susurro rojo/ que sedujo a millones a seguirte como corderos/ camino al matadero./ Pero te recordaremos/ porque no fuiste tú menos engañada./ Adiós, Bandera Roja nuestra, y añade: ``esto es muy íntimo, ¿dónde está la frontera entre poesía política e íntima? Nadie lo sabe''.
Su ímpetu al hablar en una combinación de siberiano, neoyorquino y español muy exquisito, así como el traje amarillo con el que se presenta a la rueda de prensa, contrastan con la nitidez con la que sus ideas se destilan: ``el siglo XX se está escapando como un criminal, pues no nos está dejando una gran filosofía nueva; los inventos se nos adelantaron. ¿Qué ciencia debe ser la importante? Yo diría que la filosofía, por eso la literatura le hace falta a la humanidad. Una historia de amor es más importante que la historia misma, esa debe ser la filosofía del futuro''.
Desde su juventud, Yevtushenko comenzó a ejercitar la desobediencia. A los 15 años fue expulsado de la escuela, cuando sus intereses se debatían entre el futbol y la poesía. Se decidió por este último oficio, por una razón que explica a detalle precisamente en sus versos:
Soy poeta:/ mejor dicho, quiero ser poeta./ Confieso que deseo/ seguir el camino de los grandes/ y vivir como aquellos severos genios:/ sin escamotear la sangre/ y enseñando a vivir según el libro de la sangre./ Quizá sea éste el único camino para conseguir/ que los hombres sean buenos.
Corrían los años sesenta cuando se convirtió en una celebridad no sólo por ser la primera voz poética que se pronunció, en su tierra natal, contra el estalinismo, sino por haber roto la ``cortina de hierro'' para ofrecer recitales en Roma, Londres, París, Nueva York. En 1968 leyó su poesía en ruso y español ante 20 mil personas en la Arena México, en presencia del presidente Gustavo Díaz Ordaz y de David Alfaro Siqueiros, entre otros. Aquí en México conoció la obra de León Felipe, Juan Rulfo, Octavio Paz y Carlos Fuentes.
En 1966 fue el primer poeta ruso en salvar los obstáculos políticos y aterrizar, sin previo aviso, con su poesía en la España de Franco y en el Portugal de Salazar. Aunque en la capital española se prohibió que efectuara una lectura pública, se presentó, rodeado de policías en el monasterio de Montserrat, en Barcelona.
Latinoamérica se convirtió en su segundo amor y en un motivo más de su obra. Apoyó la Revolución cubana y sostuvo diversas charlas confidenciales con Fidel Castro y con el Che Guevara.
Cuando el poeta Heberto Padilla fue arrestado en Cuba, Yevtushenko escribió una carta en que lo defendía y así se convirtió durante muchos años en persona non grata para la isla.
Luego ofreció lecturas en Brasil, Argentina, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Costa Rica y Uruguay. En Chile, se hizo amigo de Pablo Neruda y escribió Una paloma en Santiago, poema que salvó a muchos jóvenes chilenos de cometer suicidio, según lo dicho en las más de 400 cartas que recibió de esos mismo lectores. También se mantuvo muy cercano a Julio Cortázar y llevó a Rusia Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, para que se tradujera.
Ha ofrecido lecturas de su poesía en 94 países, publicado 50 libros de poemas, tres novelas, tres libros de ensayos y otros dos de fotografía. Mucha de su obra se publicó por primera vez en los periódicos Pravda, The New York Times, Le Monde, El País, La Stampa y Excélsior. Ha sido traducido en 72 idiomas. Se encargó además de recopilar una gran antología de poesía rusa junto con 52 programas de 26 minutos cada uno, de lecturas y conferencias de poetas rusos. También ha dirigido dos películas y actuado en tres.
Idealista frustrado
``¿Quién mató al socialismo? No lo puedo decir con precisión. La tragedia de la historia es que los idealistas se convierten en cabrones. Pertenezco a una generación que luchó en contra de Stalin, en el nombre de Lenin, y en los años sesenta yo no sabía que Lenin firmó el decreto para construir el primer campo de concentración en Europa. Esa dualidad puede existir en cualquier persona, los seres cambian. El poder es una prueba que pocos pasan. Soy un idealista, un socialista frustrado, engañado'', dice para abrir boca.
Inicia la charla con los periodistas con su poema favorito de Octavio Paz: ``Si es real la luz blanca de esta lámpara, si es real la mano que escribe, si son reales los ojos que miran lo escrito, de una palabra a la otra lo que digo se desvanece, y yo sé que estoy vivo entre los paréntesis''.
Luego señala que no es fácil luchar para defender el romanticismo e idealismo humanos al explicar que su programa de televisión, el único en Rusia dedicado totalmente a la poesía, ha sido retirado del aire en tres ocasiones bajo el argumento de que los jóvenes rusos están más interesados en los negocios que en la poesía, pero dicha emisión tiene más de 15 millones de espectadores en aquel país, por eso ``los mismos cabrones miserables que quisieron cerrar mi programa, me acaban de dar el premio Orfeo -como el Emmy estadunidense- por tener el mejor programa cultural de la televisión rusa''.
En este sentido, Yevtushenko aseguró que las personas en su país, a pesar de la crisis, se preocupan por su espíritu y puso como ejemplo la pasada Feria del Libro realizada en la capital soviética, donde él esperaba que no fueran muchas personas, ``pero fue un éxito, el público podía reducir su presupuesto para comprar comida, pero no dejaron de comprar poesía. Cuando un país compra literatura, aun en época de crisis, es invencible. Por eso, una nación con dificultades económicas es aquel que es avaro con su cultura. En este momento, los gobiernos deberían unirse en lo cultural; por ejemplo, Rusia y México deberían organizar recitales de poesía, fomentar las publicaciones, para no dejar sus culturas huérfanas. Pero eso sí, la literatura debe ser como la Iglesia: no demasiado abrazada por la política, si no, no sirve. Al mismo tiempo, si hay un abismo entre gobierno y cultura, es peligroso''.
Irónico, el poeta ruso agregó que ``algunos gobiernos capitalistas no son tan incultos y subsidian manifestaciones artísticas como el teatro ``para tener dónde exhibirse como nuevos ricos. Por eso, la ayuda gubernamental a la cultura debe ser, en esencia, moral y tolerante, adoptar a la literatura como proyecto de educación nacional, porque sin ella ninguna nación puede tener grandes éxitos económicos''.
A pesar de ser una persona que, como todo mundo, constantemente cambia, Yevgueni Yevtushenko dice que el mayor empeño de su vida es salvar su juventud: ``cuando escribo ese es mi carácter. Siempre me imagino joven, cantando mi canción para la muchedumbre, sobre todo en estos tiempos, cuando existe una guerra no declarada entre la vulgaridad de algunos medios -como la televisión que se devora el buen gusto- y la finura humana''.
Una selección de las más de 130 mil líneas de obra publicada de Yevtushenko, será leída esta tarde, a las 18:00 horas, en el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, por Carlos Bracho. Mañana, el poeta se presentará en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, acompañado por Eraclio Zepeda; y el viernes 23 será la Universidad de Guanajuato la que reciba al autor de No te mueras antes de morir.
(Una selección de poesía y prosa de Yevtushenko, de los años 1953 a 1996, se incluye en el nuevo libro editado por el FCE, titulado Adiós, Bandera Roja.)