Rascón Banda intenta reivindicar a Doña Marina
Renato Ravelo, enviado, Guanjuato, Gto., 19 de octubre Ť En escena México y su circunstancia. Con una visión polémica este martes se levanta el telón de La Malinche, una de las obras de teatro que más expectativa ha generado por su tratamiento lo mismo de temas como la responsabilidad presidencial en los acuerdos de San Andrés, que la matanza de Acteal, o el caso extraño de ese odio nacional a doña Marina, como una suerte de herida abierta.
Víctor Hugo Rascón Banda es el dramaturgo; Johann Kresnik, director de origen austriaco de la escuela de Gerhard Bohner y Pina Bausch, es quien establece el planteamiento escénico, con riesgo de que se le aplique el 33 constitucional, de que se le imponga la censura oficial. Incluso en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) circulaban rumores fatales para esta semana, derivados del estreno de la obra.
México está prácticamente ante una nueva conquista, esta vez de Estados Unidos, dice Kresnik, quien se dejó guiar de Rascón Banda para acercarse al mito de la mujer estigmatizada.
Para Rascón Banda es clara la intención de romper ese mito, señala el director de la Compañía Nacional de Teatro, Alberto Lomnitz.
Mujer excepcional, dice Kresnik
Kresnik abunda sobre el tema: ``de acuerdo con lo que tuve oportunidad de conocer, de los testimonios de la época, La Malinche fue una mujer excepcional''.
Señala Lomnitz: ``es una obra política, una Malinche contemporánea, es una obra donde no hay pluma ni taparrabo; desde la escenografía se plantea un espacio que contiene las imágenes, a ratos abstracta. La obra comienza en la Cámara de Diputados y hace paralelos históricos con la etapa del presente. ¿Por qué el nombre de La Malinche no se encuentra inscrito en letras de oro en el recinto legislativo?, se pregunta Rascón Banda. Víctor Hugo busca reivindicar la imagen de La Malinche, romper el mito de ella como la gran traidora, y revalorarla como una de las heroínas de la patria''.
La coproducción de La Malinche es de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), el Festival Internacional Cervantino (FIC) y el Instituto Goethe, cuenta con la escenografía de Mónica Raya y música de Jorge Reyes.
Los textos de Víctor, dice Kresnik, ``me provocan imágenes, como fotografías de hoy. Cómo pasar esa imagen del pasado a la actualidad. Hay una escena de La Malinche quien se encuentra con su hijo Martín. Es un texto del pasado pero sin imágenes de hoy.
``Las imágenes son las que están cargadas de agresividad. Hay una escena en la que se encuentran Marcos y el emperador Cuauhtémoc, los textos son polémicos. En Alemania estamos pasando por un momento en que el teatro debe dejar de ser político, pero nosotros no debemos dejar de ser políticos porque el gobierno va a ser con nosotros lo que se le dé la gana.''
Kresnik define: ``el teatro no es sólo una diversión, sino que tiene que mover a algo. Por eso tenemos que trabajar con la política desde el teatro. Hay muchas imágenes que van a causar polémica porque son agresivas, pero en Alemania no hago un trabajo diferente''.
Kresnik es director de la Volkbuhne de Berlín y se le considera uno de los precursores del teatro-danza alemán. Su trayectoría incluye obras como Hotel Lux, Ulrike Meinhof, Pasolini, Francis Bacon, Brecht y en nuestro país se le ubica más por la obra que hizo sobre la pintora Frida Kahlo en 1995.
Su montaje, definido como teatro coreográfico, sin duda este martes abrirá la polémica en el Cervantino.