La presencia de Cuba en México es cada día mayor. Hay un boom cubano, desde hace mucho, pero ahora la música, el ron, la comida y el show forman parte de la cotidianidad en el espectáculo de nuestro país.
Pero aun sin que esa presencia sea nueva, nos remitimos a lo inmediato para no meternos en camisa de once varas y dejar de mencionar a los grandes de los años 40, 50 y 60. Una escuela que nos hace fundirnos con Benny Moré, Celia Cruz, Ninón Sevilla, Silvio Rodriguez, Francisco Céspedes y el sueño de estar por lo menos un fin de semana en la isla, donde los que van regresan enloquecidos de placer. Este boom lo confirma la presencia de los músicos del Buena Vista Social Club, que han hecho un verdadero desmadre por donde se presentan.
Cuba en México está ciertamente ligado a nivel de venas: la política, la cultura, las artes, la salud y otras cosas hacen de estos dos países uno solo.
En los últimos años esa presencia se ha incrementado a partir de la apertura de lugares en nuestro país en los cuales se come, se bebe o se goza de espectáculos de la isla nunca antes vistos.
Una visión somera de lo que hay en la ciudad es lo que presentamos.
De Cuba yo vengo
Domingo Herrera Tello Ť La única morena que conforma el grupo musical de 19 cubanas baila más con el corazón que con las piernas. Bueno, a las otras 18 les pasa lo mismo.
Las integrantes del grupo De Cuba yo Vengo entraron tan frías al escenario la noche del jueves que una de ellas --cual pilluela de 15 años a la que se olvida el paso de vals-- no contuvo la risa y prefirió correr de nuevo hacia los camerinos. Volvió después más calmada y controló por completo los nervios. Y entonces sí: se movió al ritmo que le tocaron. Zarandeó con singular alegría las impresionantes piernas, cortó el aire con los brazos y agitó las caderas.
Sus compañeras, sin inmutarse siquiera y siempre con la sonrisa a flor de labios, siguieron el compás de El yerberito. La hermosura de sus caras, sus cabelleras rematadas en un chongo, las diminutas faldas que hacen ver más largas y frondosas las caderas, y los colores de los vestuarios en constante pleito con las luces de los reflectores.
El lugar, aunque no repleto, se calienta poco a poco al ritmo de las cubas, y obviamente de las cubanas, que para ese entonces bajan del escenario y recorren bailando las mesas. Al verlas ya de cerca, el panorama cambia, pues cual diosas lanzan miradas al estilo de María Félix.
A lo largo del espectáculo traído directamente de La Habana (que será sustituido a partir del próximo 28 por uno totalmente nuevo ``y de mayor calidad y belleza femenina'') las cubanitas presentarán diversos números musicales en los que recrean la cultura y las costumbres de sus comunidades.
Candorosa saldrá la lavandera, con todo y batea, y luego la embarazada a la que el hombre abandona (¿dónde había visto esto?), pero todo esto aderezado con música en vivo por el grupo de músicos impecablemente vestidos de negro, que acompañan a las bailadoras con ritmos rapidísimos y disfrutables. Vendrán, por supuesto ¡Qué manera de quererte!, pero también boleritos como el de Contigo aprendí, que la intérprete disfruta de lo lindo.
El espectáculo no es malo, pero poco a poco, y ya con más de media botella de ron Habana entre pecho y espalda, se pone cada vez mejor. ¿Ya te fijaste en las manotas del de las tamboras y en las nalgas de la cantante de cabellera rojiza, y en la belleza de dos que tres bailarinas y en la baba de los varones asistentes, y en aquel que después de no sé cuántas cubas estaba dispuesto a desvestirse a la menor provocación enfrente de las bailarinas y en el exagerado vientre de una de las cantantes, y en la voz tan horrible de ese vocalista pseudoimitador del gran flaco Celio González?
Después de dos horas los asistentes ya no quieren que se retiren las cubanas y las mujeres que los acompañan protestan porque no hay bailarines, sólo uno, que no es representativo de los negros de la isla.
No habrá peticiones de otra, pero sí la promesa de parte de ellas de bailar con los asistentes. Y serán ellas mismas quienes escogerán a su pareja por entre las mesas.
Y como es de madrugada y no me escogieron para bailar, prefiero salirme y no enterarme de lo que vendrá más tarde. No es el mejor show, pero dice Enrique Palma, el promotor del lugar, que a principios de noviembre nos va a sorprender. Ya veremos.
De Cuba yo vengo culmina este 23 de octubre
Restaurante y Foro Vía Appia
Hamburgo 28, colonia Juárez
De lunes a sábado 15:30 horas. No cover
De martes a sábado: 23:30 horas. Cover: 60 pesos.
La botella de ron 420 pesos.
Teléfonos 208 81 33 y 533 17 82
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