En la declaración final, rechazo a leyes extraterritoriales, como la Helms-Burton
Rosa Elvira Vargas, enviada, Oporto, 18 de octubre Ť Con apremio y el imperativo de abordar con realismo el escenario financiero mundial, los jefes de Estado y de gobierno de Iberoamérica --reunidos en la Cumbre que los congrega cada año-- dejaron de lado la retórica y salieron convencidos de que las transformaciones que han aplicado en sus economías les dan el derecho de exigir a las naciones desarrolladas la adopción de medidas urgentes para conjurar los riesgos de una recesión global.
Hay que fortalecer el edificio de las finanzas mundiales, pero antes que ello, ``hay que apagar el fuego'', urgió el presidente de México, Ernesto Zedillo.
Fidel Castro, a quien como anfitrión de la IX Cumbre Iberoamericana, a realizarse en 1999, en La Habana, correspondió hacer el resumen de las deliberaciones de hoy --y que en su estilo implicó hablar una hora con 17 minutos-- abordó el papel estratégico de América Latina en la actual coyuntura. ``Aquí se decide si se frena o se revierte esa crisis económica y se evita su globalización total''.
Lo puso en términos llanos: ``tengo la convicción más profunda de que, si esa crisis penetra en Brasil, repercutirá en toda Sudamérica, pasaría a México y afectaría de forma virtualmente irreversible a la bolsa de Estados Unidos''. De llegarse a este escenario, coincidió Castro con otros líderes del mundo, ``sería una catástrofe mucho peor que la de 1929, cuando sólo cinco por ciento de los estadunidenses tenían invertidos sus ahorros y sus recursos en la bolsa''.
El jefe del Consejo de Estado cubano señaló que a Estados Unidos y al mundo industrializado le interesa impedir a toda costa que se produzca esa crisis en Brasil y en Sudamérica, ``porque lo que ocurra en Brasil será decisivo para el mundo''.
En su extenso mensaje, Castro Ruz pidió también que, además de atender los problemas que encaran naciones como Brasil, ``bajo ningún concepto pueden ni deben ser olvidados los caribeños ni los centroamericanos''. Ellos, dijo, han visto cómo avanza el Mercado Común del Sur y el Tratado de Libre Comercio, pero también que 150 empresas resultado de aquella iniciativa de la Cuenca del Caribe, se han marchado a México.
``Los mexicanos no tienen culpa, son las leyes del mercado'', pero por esa movilidad del capital, aseguró el líder cubano, se han perdido cien mil empleos.
Castro también invitó a los mandatarios a la próxima Cumbre Iberoamericana que se realizará en Cuba en 1999 bajo el lema ``Iberoamérica y los grandes desafíos de una economía globalizada''.
Siempre precisos en sus análisis y con esa belleza de lenguaje que, trascendiendo su papel de anfitriones, siempre acapara la atención, el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, y el primer ministro, Antonio de Oliveira Guterres, hablaron en la sesión de apertura de la necesidad de ``legitimar la globalización''. No se trata de una globalización cualquiera, sino de una que, regulada, permita combatir sus riesgos, y donde existan organismos regionales fuertes y una sólida cooperación internacional, sostuvieron.
Ese fenómeno, encaró Guterres, convive trágicamente con más de mil millones de seres humanos que están en la miseria absoluta y han visto cómo se ahonda el foso entre ricos y pobres. Y Sampaio pidió asumir que vivimos ``en sociedades de economía de mercado'', en las que la esfera política tiene que conservar su autonomía y su papel, y no en ``sociedades de mercado'' en las que éste se superponga a las exigencias de la democracia.
Por ello, resaltó que los mercados deben preservar la identidad cultural de los pueblos, que no se puede perder en la uniformidad general; valorar la diversidad de culturas, que constituye una riqueza de la humanidad, y velar por una valoración constante de los derechos humanos, de la ciudadanía y de la solidaridad. Combatir la crisis financiera exige un nuevo sistema de responsabilidad colectiva a escala universal, dijo Guterres: ``Llegó ya la hora de poner sobre la mesa la reforma del sistema. De nada sirve un programa de ajuste estructural impuesto a un país que conduzca a una ruptura social''.
el proteccionismo, dijo el portugués, no tenía caso poner reglas, salarios u horarios de trabajo. Aquí debemos garantizar derechos: los de organización sindical, contratación colectiva y huelga, y crear condiciones para un comercio justo, ``la única manera de legitimar el comercio libre que todos queremos''.
Ernesto Zedillo hizo gala de pragmatismo para, llegado su turno de intervenir en la primera sesión de trabajo, proponer la elaboración de una declaración especial sobre la coyuntura económica y dar a Portugal un mandato para enviar misivas a los países europeos y a los directores del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del BID, señalando las preocupaciones del grupo de mandatarios de la Cumbre Iberoamericana.
La moción fue aceptada y, de inmediato, delegados de México, Portugal, España y Brasil iniciaron la redacción del documento, cuyo objetivo es resaltar el llamado a los gobiernos de países desarrollados y a los organismos financieros internacionales a que apoyen a los países que tomaron medidas para arreglar sus problemas internos y siguieron los planes económicos recomendados, otorgándoles acceso a los mercados internacionales y una mayor apertura al mercado de créditos.
Interrogado a media jornada, el presidente del gobierno español, José María Aznar, adelantó que se elaboraba el documento anexo a la Declaración de Oporto referido sólo a la cuestión financiera, y aprovechó para informar que su propuesta de crear una Secretaría de Cooperación de Iberoamérica fue aprobada por los dignatarios, porque eso aceleraría la eficacia de los trabajos de este foro. Aclaró que no hay por el momento sede ni presidente de dicha instancia, porque eso se decidirá hasta el próximo año, en Cuba.
Cuando a Castro le tocó participar, juró que su mensaje sería casi telegráfico. No cumplió, y gran parte de su largo discurso fue para ensalzar las acciones de Brasil y su presidente para enfrentar la crisis financiera, pues aseguró que ese país ``combatió solo frente a ese riesgo recesivo''. Apuntó que su elogio a la actitud de Cardoso en la defensa de la estabilidad de su moneda y sacrificando sus reservas la asumía ``aun a riesgo de crear un conflicto con la izquierda''.
Fidel había externado también toda suerte de elogios para la dinámica con que se llevó a cabo la Cumbre, así como sus resultados. Más tarde, en la conferencia de prensa, asumió como inexorable la globalización, y dijo que existe la posibilidad de marchar, por lo que llamó --citando una frase de Juan Pablo II-- a globalizar también la solidaridad.
Ya en Lisboa --donde este lunes el presidente Zedillo iniciará una visita de Estado de dos días a Portugal-- pasada la medianoche, la canciller mexicana Rosario Green hizo una amplia declaración sobre la relevancia del papel que el mandatario mexicano jugó en los trabajos de la Cumbre de Oporto. Indicó que el documento sobre la situación financiera es valiente porque demanda la responsabilidad de los países industrializados en la aplicación de amedidas correctivas y asume también que las naciones emergentes de América Latina están involucradas en la crisis, ``sin tener la culpa por haberla provocado''
Esa declaración, aseguró Green, ``no es una carta a Santa Claus'', sino que está basada en un camino recorrido por los países iberoamericanos que no solo requiere ser reconocido, como ya lo es, sino ante todo, alentado, propiciado, apoyado y recompensado. ``Si algún atributo puede dársele a la crisis financiera de estos últimos meses es que nos ha unido mucho más a países muy semejantes entre nosotros, que hemos atravesado largos años de ajustes, de reformas estructurales y que no podemos quedarnos con los brazos cruzados frente a una crisis de esta magnitud esperando ver cuándo nos va a golpear, de manera que implique recesión de nuestras economías'', resumió la canciller.
Castro y el Nobel de Literatura 1998, el portugués José Saramago, participaron el sábado en una velada artística que se prolongó hasta la madrugada del domingo y durante la cual unas ocho mil personas corearon en apoyo a la revolución cubana ``Cuba sí, bloqueo no''.
Saramago afirmó: ``Cuba es más que una rosa, porque las rosas se marchitan y Cuba está viva, resiste'', y dijo que apoya a la revolución cubana.
Faltando a la promesa de ser breve, el mandatario cubano pronunció un discurso de dos horas y media, en el que repasó la historia cubana y los problemas que enfrenta la isla por el bloqueo estadunidense y la desintegración de la Unión Soviética.
El dirigente de 72 años se declaró ``emocionado y conmovido'' por la manifestación procubana y criticó la situación económica actual y el papel de las potencias mundiales frente a la crisis. Afirmó que ``los teóricos del capitalismo tienen los recursos para calmar o retrasar la crisis global, pero no para impedir el desastre'', y pidió a latinoamericanos y europeos unirse frente a esta situación, ``para que no nos trague el monstruo''.
Desde que llegó a Oporto, el viernes pasado, Castro mantuvo una serie de conversaciones bilaterales fuera del programa oficial con el jefe de gobierno español, José María Aznar, y el presidente colombiano, Andrés Pastrana, entre otros, y tiene previsto viajar a Extremadura este lunes para reunirse con el presidente de dicha región española.
Al finalizar la reunión iberoamericana Castro dijo en conferencia de prensa que Pastrana ``está dando pasos inteligentes, valientes y audaces en busca de la paz, en condiciones muy complejas y difíciles'', y dijo que tiene muy buena impresión del mandatario, pero advirtió: ``la paz requiere de muchas cosas: paciencia, sabiduría, esperanza y justicia social''.
Asimismo, el jefe de Estado cubano resaltó su ``simpatía'' por el rey Juan Carlos de España, y exclamó: ``Nunca creí que me llevaría tan bien con un rey español'', al comentar la mejoría en las relaciones bilaterales. El monarca visitará en los próximos meses la isla caribeña.
Poco antes de finalizar la reunión de los periodistas con Castro, en la que obviamente éste fue el centro de atención, el presidente venezolano Rafael Caldera abandonó la sala. ``He venido con mucho respeto a compartir con ustedes esta conferencia de prensa, pero si ustedes tienen interés en seguir conversando con el presidente Fidel Castro yo me voy, porque tengo cosas que atender'', declaró el octogenario presidente. ``¡Tienes toda la razón!'' le dijo Castro mientras le estrechaba la mano. (Agencias)