En tres semanas la Reserva Federal ha bajado las tasas de interés dos veces. Acciones similares han sido tomadas en otros países como una medida para atajar la caída de las bolsas de valores e intentar reducir la inestabilidad financiera que no cede y se propaga por todos los mercados. El costo del dinero es el instrumento prácticamente único con el que los bancos centrales enfrentan la fragilidad financiera tratando de provocar que los recursos se queden en las bolsas y dejen de moverse en busca de la protección que consideran más grande, los bonos del tesoro de Estados Unidos.
A pesar del intenso movimiento de los capitales se aprecia una fuerte discrepancia en el modo de funcionamiento de las economías alrededor del mundo. Mientras que en los países más ricos se reducen los intereses para generar la calma, en los llamados mercados emergentes las tasas suben y tienen que mantenerse a niveles muy altos para prevenir el éxodo de los capitales. En estas economías, como es el caso de México o de Brasil, el alza de las tasas se usa como un medio para prevenir una mayor devaluación ante la creciente demanda de dólares, pero el costo económico es muy alto puesto que se afecta de modo adverso a la actividad productiva. La discrepancia de las tasas de interés es un aspecto interesante de la globalización que, en lugar de indicar una convergencia en el funcionamiento de las distintas economías a partir de los flujos de capitales, señala, en cambio, las grandes diferencias estructurales que las caracterizan. Son esas diferencias las que permiten, precisamente, realizar ganancias en un entorno en el que siguen existiendo fronteras, monedas nacionales, políticas monetarias y distintos salarios, entre otras cosas.
La reducción de las tasas de interés en Estados Unidos se dio de manera anticipada a la siguiente reunión del Comité de Mercado Abierto de la Fed, que debe realizarse el 17 de noviembre. Esta es, sin duda, una señal para el mercado acerca de la disposición de intervenir para evitar una crisis financiera de mayor profundidad. Pero es necesario identificar los poderes que se están contraponiendo, los gobiernos que tienen que garantizar una cierta estabilidad financiera y, por otro lado, los especuladores que obtienen ganancias de las fluctuaciones marginales en las cotizaciones de las monedas y los rendimientos que reciben por sus inversiones. Lo que vale preguntarse es acerca del efecto de esta medida en los mercados. Sólo será suficiente para generar una mayor estabilidad si los inversionistas actúan aceptando las condiciones que se establece con esas nuevas tasas.
Pero puede ocurrir que esa medida genere un efecto perverso si mueve a los inversionistas a perseguir ganancias más grandes en otros mercados en los que se enfrentan mayores riesgos. Obsérvese que la diferencia entre las tasas en Estados Unidos y México son del orden de 34 puntos porcentuales, y si la expectativa de muy corto plazo es que el Banco de México puede y quiere mantener el rango de variación que se ha registrado recientemente en el tipo de cambio, esto puede producir efectos especulativos muy fuertes que afecten al peso. Otra cuestión tiene que ver con la expectativa de que los intereses fijados por la Fed sigan bajando y se busque aprovechar el aumento de los precios de esos títulos para obtener una ganancia muy grande.
El asunto, entonces, es que el entorno financiero general sigue siendo muy especulativo y, en ese marco, las tasas se convierten en un instrumento cuya utilización puede reducir su efectividad al muy corto plazo, en tanto que se mantienen las condiciones de la fragilidad que pueden provocar una caída más profunda de los precios en los mercados de valores y en la cotización de algunas monedas. A medida que siguen vigentes las condiciones de inestabilidad en los mercados financieros y se acrecientan las presiones económicas sobre un conjunto de países, no es posible descartar una mayor fragilidad; ésta puede precipitar devaluaciones para acrecentar la competitividad y quiebras de instituciones bancarias y fondos de inversión, que pongan en evidencia la insuficiencia de los recursos para solventar la crisis. En todo caso, cada vez que se bajan las tasas de interés se reduce el margen de maniobra de dicha intervención.