La Jornada 17 de octubre de 1998

El socialismo de Marx, una opción viable para encarar el siglo XXI

Angel Vargas Ť Fin de siglo. El capitalismo absorbe al mundo y a sus seres, en especial, al hombre. ¿Qué nos depara la entrada del próximo milenio? ¿Cómo enfrentarlo? ¿El socialismo, opción viable?

De acuerdo con el doctor en filosofía Adolfo Sánchez Vázquez, entre el abanico de posibilidades para enfrentar la probable barbarie a la que parecen conducirnos las relaciones basadas en el capital, la teoría propuesta por Karl Marx, ``lejos de haber llegado a su fin al entrar en el siglo XXI, mantiene su vitalidad, no obstante el eclipse por el que pasa su vigencia''.

Investido el pasado jueves con el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México -máximo reconocimiento que otorga la UNAM a sus académicos más destacados-, Sánchez Vázquez celebró ayer tal acontecimiento con la conferencia magistral Una utopía para el siglo XXI, en la cual descalificó que el derrumbe del llamado socialismo real, ejercido por la ex Unión Soviética, haya significado el fenecimiento de ese sistema que sustenta la justicia, la dignidad, la libertad y la igualdad que es el socialismo.

El aula magna de Filosofía y Letras, de la universidad nacional, resultó insuficiente para el acto. Varios estudiantes y catedráticos escucharon de pie al filósofo que llegó exiliado a México, en 1939, tras la derrota de los republicanos en la Guerra Civil española.

Torcer la mano de la historia

Precedido en el uso de la palabra por Gonzalo Celorio y Federico Alvarez, director y profesor de dicha facultad, respectivamente, el autor de Textos de estética y teoría del arte y Escritos de filosofía y política, entre otros libros, centró su conferencia en esta premisa: ``el socialismo es bueno como idea, como proyecto, ¿pero es realizable?''

Para ello, detalló que si bien Marx habla de ``una nueva sociedad necesaria, deseable y posible, nunca la llama ni la considera utopía, ni en su sentido general ni en el específico. Como Engels, Marx siempre se refiere a la utopía como proyecto de una nueva sociedad, mejor, pero condenado a no realizarse''.

Fiel creyente de que las aulas y seminarios son terreno propicio para confrontar ideas, Sánchez Vázquez resumió que para el autor de El capital la utopía ``por su doble inmadurez, teórica e histórica, se halla condenada a no realizarse. Por el contrario, el proyecto de Marx de una nueva sociedad se vuelve realizable al alcanzar la madurez teórica necesaria, es decir, al fundamentarse científicamente y al darse las condiciones históricas que se requieren para su realización.

``¿Significa esto para Marx que la ciencia excluye la utopía, entendida no sólo en su sentido negativo? Al parecer la ciencia excluye la utopía, toda vez que el déficit de conocimiento que entraña la vuelve utopía inédita e imposible. De ahí la necesidad de diferenciar el llamado socialismo utópico del socialismo científico'', dijo.

Cuando Marx descalificó algunos ``intentos utópicos'' socialistas del siglo pasado, obedeció a que, desde su perspectiva, ``pretender realizar la utopía socialista, cuando no se daban las condiciones necesarias, significaba tratar de torcer la mano de la historia; ello sólo podía acarrear consecuencias indeseables para los millones de seres humanos involucrados en semejante intento'', señaló Sánchez Vázquez.

Citó a la ex Unión Soviética la cual, según dijo, vivió ese socialismo utópico que Marx criticó durante el siglo XIX, mismo que fue difícil sostener para ese país.

``Con la revolución de 1917 tenemos el primer ensayo histórico de realizar la utopía socialista marxiana, asumida como tal por los bolcheviques rusos. Ciertamente, las condiciones previas indispensables señaladas por Marx se habían cumplido: conquista del poder, abolición de las relaciones capitalistas de producción y destrucción del Estado capitalista correspondiente.''

``Independientemente de las intenciones utópicas emancipadoras de los bolcheviques, el resultado de ese proceso histórico fue la construcción de una nueva sociedad atípica: ni capitalista ni socialista, con propiedad estatal no social, Estado omnipotente, al margen de todo control social fundado con el partido.''

Resumió: ``una utopía que desde 1936 se proclamaba, incluso en la Constitución soviética, ya construida o socialismo realmente existente, cuando todo probaba su irrealidad. En verdad, esa pretendida realización de la utopía socialista tenía poco que ver con el socialismo de Marx, al que originariamente se remitían los revolucionarios rusos''.

El profesor emérito de la UNAM añadió que existen ``textos de Marx que prueban la idea de que el socialismo no es un resultado inevitable del desarrollo histórico, sino sólo una concepción determinista, objetivista y fatalista de la historia que él no compartía; cierra a lo posible, a lo inevitable y, por tanto, a la utopía. Si se deja a una lado esa concepción, el proyecto de socialismo lejos de excluir la utopía la fundamenta al descubrir su posibilidad en la realidad misma.

``Desde su juventud hasta sus últimos escritos, Marx va dibujando con trazos parcos pero nítidos su proyecto de nueva sociedad, que él llamó comunismo, como alternativa al capitalismo.''

Como colofón a su conferencia, Sánchez Vázquez sustentó la viabilidad del socialismo como sucesor del capitalismo:

``Como posibilidad real, objetiva y no como pura fantasía, el socialismo existe, como existe el ser en potencia de Aristóteles enraizado en o condicionado por la realidad existente, en este caso por la realidad capitalista. Es una posibilidad realizable no realizada aún.

``Supone, en consecuencia, un desplazamiento ideal desde el presente en el que esa utopía existe potencialmente, que puede o no realizarse, y que no es parte integrante de esta realidad presente, sino de aquella que no es todavía aunque podría no ser. Pero justamente, por ello, es una posibilidad entre otras.

Eclipse temporal

``Respecto de esta pluralidad de posibles, cabe recordar que en el Manifiesto comunista, de Marx y Engels, se admite la posibilidad de que la lucha de clases conduce no a la victoria de una clase sobre otra, sino a su destrucción mutua. Y al formular Marx el dilema de socialismo o barbarie estaba admitiendo una dualidad de posibles de signo opuesto.

``La posibilidad de la barbarie en nuestro tiempo, representada por la amenaza de un cataclismo ecológico, un holocausto nuclear o una incontrolable ingeniería genética alcanza una grado de negatividad absoluta, puesto que está en juego la propia supervivencia humana que Marx estaba muy lejos de poder sospechar.

``El desarrollo del capitalismo crea, junto a la posibilidad de la barbarie extrema, la del otro polo del dilema, o sea, el socialismo. Crea su posibilidad, pero no su efectividad'', indicó.

Punto culminante del acto fueron sus últimas palabras, las cuales provocaron que el público se pusiera de pie y lo ovacionara cerca de un minuto. Fue una emoción compartida.

``Todo esto comprenderá un largo proceso histórico, cuya duración no se puede prever ni garantizar sus resultados; pero desde la altura de nuestro presente hay que reconocer que el eclipse de la utopía socialista, asociada infundadamente al fin del socialismo real, ha vuelto difícil e incierto su porvenir y, sin embargo, la persistencia del capitalismo y la agravación de los males sociales que engrenda por su propia naturaleza hacen hoy más necesario que nunca el socialismo.

``Y no sólo para los individuos, grupos sociales o pueblos que sufren esos males más directamente, sino también por los desastres ecológicos, nucleares y genéticos que nos amenazan. Para la humanidad entera es necesario el socialismo.

``La utopía socialista marxiana de una sociedad más justa, más digna, más libre y más igualitaria, lejos de llegar a su fin con el siglo XXI, mantiene vitalidad, no obstante el eclipse que vive. Y está vigente, no sólo porque aquélla es necesaria, deseable, posible y realizable, aunque no inevitable, sino también porque dado su contenido moral, de justicia, dignidad, libertad e igualdad esa utopía sea o no, en el futuro debe ser.''