La Jornada 16 de octubre de 1998

Simbiosis de máscaras balinesas y mímica occidental en el FIC

Raquel Peguero, enviada, Guanajuato, Gto., 15 de octubre Ť Un tradicional cuento de amor chino, montado por una neozelandesa y un británico, trajeron hasta el XXVI Festival Internacional Cervantino una combinación de máscaras balinesas y mímica occidental en un espectáculo infantil si no llamativo, sí entretenido para los pequeñines.

Con sólo dos intérpretes, Katie Haines-Deviere y Mark Turner -directores, además, de la Dragonfly Mime Company-, por el escenario desfilan los seis personajes de este cuentito donde una pareja de enamorados, Koon-Shee -personaje que da título a la historia- y su novio Chang, se escapan para evitar la boda de la primera con el poderoso Ta-Jiin.

La venganza de éste los alcanza quemando su vivienda pero los dioses, justos, hacen que el mismo Ta-Jiin perezca en las llamas y los amantes sobrevivan convertidos en palomas.

Despertar la imaginación

Basada en un antiguo relato chino, los directores de esta agrupación neozelandesa explicaron que conocieron la historia en las famosas porcelanas inglesas, azul y blanco, cuya lectura se hace siguiendo el sentido de las manecillas del reloj.

En la escena, esta sencillita historia es narrada con elementos del teatro de sombras, máscaras, títeres, papalotes y sobre todo mímica y danza balinesca por lo que los movimientos son suaves y controlados. El baile es ejecutado por Haines, quien estudió esa danza en Bali. La mímica proviene de la escuela de Mime Corporel Dramatique de Londres, en la que ambos recibieron cursos.

El grupo tomó su nombre del dragón, por ``la energía y el impulso'' de ese mítico animal, así como por su ``agilidad y destreza, pero además ello significa todos los colores que se pueden apreciar en los insectos'', dijeron. Por ello, lo que intentan es hacer sentir a los espectadores que ``vuelan''.

Para lograrlo, explicaron, efectúan una puesta en escena que implica esencialmente lograr una combinación de distintas técnicas, pues la búsqueda se concreta a ``mantener la atención del público acostumbrado a la celeridad de las imágenes por televisión''.

Los elementos escenográficos son mínimos, como si se tratara de un teatro itinerante y popular que pueda montarse en cualquier sitio. Y también porque ello alienta a ``despertar la imaginación''.

Con música compuesta especialmente para ese espéctaculo, utiliza además sonidos creados por computadora y se apoya en sonidos vocales mínimos.

La movilidad está basada en el cuerpo y se manifiesta mediante grandes zancadas, la realización de juegos con telas volando, pasos de guerreros antiguos o la suave sintonía de las manos.

El montaje interactúa de vez en vez con el público, al que increpa para que delate el destino de los amantes, aunque los pequeñitos ni por casualidad estuvieron dispuestos a hacerlo.

Permeada por un humor clownesco que se hace acompañar por máscaras al estilo de las comedias francesa e italiana del siglo XVI, la risa sin embargo es un elemento menor dentro de la puesta, ya que la tragedia es divisa de la misma.