ASTILLERO Julio Hernández López
Puede calificarse como exitosa la embestida que en días pasados enderezaron diversos empresarios de la comunicación (y algunos periodistas beneficiarios de esos negocios) contra una presunta ley mordaza.
Con una simultaneidad sospechosa, y una encendida retórica -que difícilmente corresponde al comportamiento cotidiano de esos presuntos adalides de las libertades de prensa y de expresión-, diversos medios dieron cuenta de la existencia de una peligrosísima iniciativa de ley que los diputados estarían estudiando y cuyo contenido significaría un gravísimo atentado contra las libertades ciudadanas.
Cortinas de papel
La batalla de papel recién vivida trata de exentar al periodismo de una obligación que ya no puede eludir: modernizar el marco jurídico que rige sus tareas, liberar a los ciudadanos del yugo de la calumnia y la difamación virtualmente sin castigo, obligar al Estado a informar con claridad lo que la sociedad requiere, y otorgar a los periodistas derechos y facultades que les conviertan en profesionales verdaderos y no en meros maquiladores al servicio de los intereses empresariales o políticos de sus jefes.
La prensa -qué duda cabe-, ha sido motor fundamental de las transformaciones que México vive. Pero, irónicamente, esa prensa, esos medios de comunicación, se han eximido de su propia revisión y corrección. Amparados en un discurso falso, que no tiene vigencia en la práctica, los grandes beneficiarios de la pervertida relación prensa-gobierno pretenden conservar privilegios, negocios, prerrogativas, excepciones.
Unos son los hombres de empresa que de periodismo no saben más que lo necesario para (servilmente) usarlo como instrumento para agradecer favores o (como chantaje) para lograr concesiones. Otros son los columnistas, editorialistas u opinadores cuyos textos están repletos de la palabrería oficial, las versiones pagadas, los boletines inducidos, la venta de espacio. Otros son los periodistas de ``a pie'', malpagados por esos jefes-empresarios que lanzan a sus trabajadores a buscar en las oficinas de prensa el sobresueldo clandestino que compense los raquíticos salarios.
Prensa vendida
Durante décadas, el grito de ``prensa vendida'' calificó sin más lo que la generalidad del pueblo piensa del ejercicio periodístico. A la par de las vergüenzas del sistema político, en ese quehacer se vivieron durante largo tiempo lamentables ejemplos de subordinación, mercantilismo y ocultamiento de la verdad, salvo excepciones que están a la vista (por sus obras los conoceréis, así es que este tecleador aprovecha el paréntesis para dejar en claro que existen, desde luego, medios y periodistas cada vez más responsables y veraces, los cuales saben que el presente texto no es un saco que les quede a ellos).
Hoy, México requiere una revisión lúcida, profunda, altamente crítica de contexto en el que se mueven los medios de comunicación. El mercado de las noticias ha llevado a mudos de la víspera a convertirse en merolicos del presente, pero ello no representa en sí mismo un cambio verdadero ni trascendente. Al contrario, la frivolidad, la superficialidad y la irresponsabilidad son signos claros de las nuevas formas de agredir a la verdad.
Han cerrado filas contra la presunta ley mordaza muchos de aquellos cuyos comportamientos agravian al periodismo verdadero. Se ha buscado (y logrado) amedrentar a algunos diputados que promueven la revisión del marco jurídico de los asuntos de la comunicación social. Algunos de ellos han reculado, temerosos de que sus carreras políticas sean marcadas para siempre por esos medios de comunicación, opuestos a que la luz entre a sus cavernas.
No se trata, desde luego, de dar un cheque en blanco a los legisladores, ni de aprobar o permitir medidas que censuren o coarten derechos. Pero tampoco se trata de mantener esa casa de los espantos que es el periodismo convertido en negocio, donde las noticias son pagaré y las opiniones, veleta.
Incursiones presidenciales en el deporte
Para desgracia del presidente Zedillo, no tuvo el mejor marco posible su graciosa intervención para promover a Guadalajara como sede de los Juegos Panamericanos de 2003.
Ciertamente, él está en todo su derecho al empujar en favor de la capital jalisciense, pero la inauguración oficial de la asamblea de la Organización Deportiva Panamericana no era el escenario adecuado. Allí, en ese momento, era anfitrión de todos, y no promotor de sus intereses particulares, por muy legítimos que estos fuesen.
Pero, además de comportarse con parcialidad en una tribuna que le fue dada en razón de un cargo institucional, Zedillo se metió en el polémico terreno de la mercantilización de las competencias deportivas. México promociona, regalando llaveros, camisetas, broches metálicos y muestras de tequila, que le asignen los citados juegos. Además, ofrece invertir unos 150 millones de dólares en equipamientos e instalaciones, repartir 50 millones de dólares entre los comités olímpicos de cada uno de los países panamericanos que elegirán la sede de los juegos, 7 mil 500 pasajes de avión y descuento de 50 por ciento a los boletos que excedan a esos 7 mil 500.
Tales ofrecimientos tratan de desplazar a Colombia y a República Dominicana de las preferencias de quienes elegirán sede panamericana. Colombia hace esfuerzos por alcanzar la canasta básica ofrecida por los mexicanos a los votantes. Dominicana, por su parte, no tiene ni dólares que regalar ni boletos que repartir. Vaya, ni cena ofreció a los asistentes a la reunión de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa) que preside Mario Vázquez Raña; lo único que tiene es amor al deporte y deseos de recibir a sus hermanos de América.
Pero las palabras fuertes de un país fuerte, y los regalos, y las promociones, podrían vencer el simple espíritu deportivo. Lo sabremos el próximo 5 de diciembre.
Astillas: México ha entrado en un remolino tan turbio y maloliente que, por ejemplo, Víctor Flores y sus secuaces anuncian ahora que se incorporan al programa México Unido contra la Violencia. El porrismo, el gangsterismo sindical, se pondrá ahora un moñito blanco en la camisa a la hora de golpear trabajadores o de asaltar recintos sindicales... Y en materia de indumentaria, Felipe Calderón Hinojosa debe andar buscando unas buenas botas picudas para que Enrique Krauze compita contra Vicente Fox por la postulación presidencial panista... Y a propósito de Calderón Hinojosa, hoy ofrecerá una peculiar conferencia de prensa con el sinaloense Emilio Goicoechea como acompañante. Se trata de desvanecer la creciente percepción de que en aquella tierra norteña se cocina una nueva concertacesión, en la que los diputados federales panistas votarían a favor de convertir en deuda pública el Fobaproa, a cambio de que el citado Goicoechea sea el gobernador de Sinaloa, dejando de lado al cetemista Juan S. Millán, a quien se le han enredado los hilos políticos en aquella entidad y, además, tiene tiene pocos defensores en el centro del país frente a la intención de reeditar las hazañas que dieron fama en el pasado a Diego Fernández de Cevallos y a Carlos Castillo Peraza. Si algún reportero desea evitarse la visita a las oficinas de Calderón Hinojosa, puede estar seguro que la nota promovida por los blanquiazules será que ``En Sinaloa no hay ninguna concertacesión''... Y ya que hablamos de arreglos bajo el agua, los ministros de la Suprema Corta de Justicia que aprobaron el llamado anatocismo enfrentan ahora una oleada de repudio, incrementada por el conocimiento de indicios que supondrían a los togados como beneficiarios de concesiones y gratificaciones varias...
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