Jalil Saab H.

Una enfermedad silenciosa

Adivinanza: a) es una enfermedad infecciosa; b) en Iberoamérica existen 18 millones de enfermos y otros 100 millones están en riesgo de contraerla; c) la segunda causa de transmisión son las transfusiones sanguíneas; d) no se manifiesta sino hasta pasados 10 años o más después de haberla contraído, y e) es una enfermedad sin vacuna, es mortal e incurable. ¿Qué es?

Si dijo VIH o sida está en un error. Se trata del mal de Chagas. ¿Ha oído de esta enfermedad en los medios masivos de difusión o en las clínicas de salud? ¿Se le ha reconocido como problema grave de salud pública en México? (Estoy casi seguro de que no.)

El brasileño Carlos Chagas, orgullo de la ciencia iberoamericana, describió clínicamente el padecimiento en un artículo médico (1909) que se considera paradigma de deducción científica y demostración experimental. La enfermedad es transmitida por un insecto (Triatoma pallidipemis o infestans): chinche besucona (México) o vichuca (Sudamérica). El animal es hematófago, se alimenta de sangre. Al succionar a su víctima, defeca sobre la piel. En las heces se encuentra un protozoario flagelado llamado Trypanosoma cruzi. Cuando la persona o animal se rasca, el bicho entra en la herida provocada por la picadura de la chinche y ocasiona una infección cutánea llamada chagoma (generalmente cerca de los ojos).

A los pocos días la inflamación cede y la víctima deja de tener los síntomas iniciales (fiebre, inflamación de ganglios), pero el microorganismo ya está en la sangre. Se aloja luego en ciertos lugares (corazón, esófago, colon, hígado) donde, sin manifestación clínica o sintomatología, comienza su labor destructora de las paredes de los órganos internos. Años después la persona fallece, aparentemente por problemas cardiovasculares, ruptura de intestino, etc. Sólo una necropsia podría determinar los daños presentes o las causas reales de la muerte.

Pocos datos hay en México sobre el número de enfermos del mal de Chagas, a diferencia de Sudamérica (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay), donde la información permite saber que la incidencia de infectados ha decrecido de 289 mil en 1985 a 49 mil en 1996, gracias a las campañas de prevención.

La chinche besucona (que aguanta hasta tres meses sin comer) siempre ha estado en las zonas tropicales de México, Centro y Sudamérica. Pero tenía muchos clientes de los cuales nutrirse. Cuando la explosión demográfica y el ecocidio se incrementó ya no hubo aves ni reptiles ni mamíferos silvestres para alimentarse. Los únicos accesibles, como proveedores de sangre, son ahora seres humanos y algunos animales domésticos (perros, gatos, puercos y muchas ratas).

Antes sólo en jacales de palma o madera en zonas rurales se hallaban lugares de anidación. Ahora la chinche accede a hogares de mampostería de ciudades y pueblos en Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Jalisco, etc. Recientemente se ha reportado su presencia hasta en Texas, ámbito no adecuado para la proliferación del insecto, que se desarrolla preferentemente en áreas tropicales semihúmedas y de baja altitud. Lo anterior se explica por la gran movilidad que la transportación humana le ha facilitado (aviones, automotores, trenes).

Si el peligro de esa enfermedad es patente, ¿por qué no se analiza obligatoriamente la sangre de donadores para determinar la presencia de T. cruzi y de VIH sí? Porque eso significa un gasto adicional que no se desea efectuar, además de no existir una presión por parte de la sociedad civil y académica para su implantación.

La prevalencia de sangre infectada en bancos de sangre va de 1.7 por ciento en Sao Paulo, Brasil, a 53 por ciento en Santa Cruz, Bolivia: un porcentaje mayor que la hepatitis y el VIH, según reportes de la Organización Mundial de la Salud. ¿Por qué la Secretaría de Salud no ha empezado una campaña de información y prevención como las que se efectúan con éxito en algunas naciones sudamericanas? Porque no se desea provocar pánico entre la abundante población que se percataría de haber estado en contacto con la peligrosa chinche: ¡Que la gente se muera, pero con tranquilidad y sin hacer mucho ruido!

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