``Una de las últimas hijas de la filosofía...''

¿De dónde surge la psicología?

Bertha Heredia Ancona

Se dice que ``de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco''. A este dicho popular podemos agregar la condición de psicólogo, pues algo implícito en nuestra naturaleza nos estimula a aplicar la psicología para ampliar el horizonte de nuestros conocimientos y enriquecer en general nuestra vida. De hecho, el acontecer cotidiano está repleto de explicaciones e interpretaciones psicológicas, formuladas espontáneamente por cualquier persona.

No obstante el avance del conocimiento científico, lo mágico, lo esóterico y lo supersticioso acapara nuestro pensamiento y nuestras emociones. Por ejemplo, la carta astral es como la visión oficial del horóscopo personal, en la que el individuo se ve representado a través de los planetas y los signos zodiacales. Se describe el temperamento, el carácter y la personalidad establecidos por el designio de nacer en determinado día.

Aunque no creo que haya gran daño en ello, es evidente que mucha de esta psicología aplicada no es susceptible de ser fundamentada, sino que más bien se trata de fantasía y especulación elaboradas sobre supuestos falsos. Se trata de psicología precientífica que precede a la psicología fundada con base en la experiencia.

La historia de la psicología data de la antigüedad, de cuando los filósofos se preguntaban acerca de la naturaleza humana y los astrólogos miraban al cielo buscando respuestas del significado de los sueños y las diferencias entre las personas.

La psicología, en tanto actividad racional y pensamiento crítico, comienza con la aparición de los griegos. Este comienzo no significa aquí tan sólo comienzo temporal, sino también origen o fuente a la que hay que volver para hallar una orientación en el desarrollo del conocimiento del ser humano. Este es el motivo por el cual, en el caso de la historia de la psicología, se retrocede invariablemente a mencionar a los griegos para hablar de sus orígenes.

El pensamiento de los grandes sabios griegos estaba inscrito en letras doradas en el templo de Apolo, en Delfos, en sentencias como ``Conócete a ti mismo'', ``Nada en exceso'', ``Evita la certeza''. Estas recomendaciones para desempeñarse como persona y vivir en sociedad, que datan de hace 2 mil años, junto con las referencias acerca de la naturaleza humana que aparecen en los escritos de Aristóteles y otros filósofos griegos, revelan, además de su origen, las raíces filosóficas de la psicología.

El enfoque científico

Probablemente habrá oído que psicología significa, al pie de la letra, ``estudio del alma''. El término proviene de las palabras griegas psique (alma) y logos (estudio). Y es que el alma y sus facultades esenciales fueron uno de los motivos de las indagaciones iniciales de la filosofía y la psicología a lo largo de un amplio periodo que va desde el siglo XIII al XVIII.

No en vano se ha dicho irónicamente que ``la psicología fue una de las últimas hijas de la filosofía que se marcharon de casa'', queriendo con ello significar el abandono de las explicaciones precientíficas (superstición, astrología, sentido común y especulación filosófica) y la importancia creciente del enfoque científico en el estudio del hombre y la sociedad con base en la experiencia.

Cuando se escindió de la filosofía, la psicología necesitaba un modelo para estudiar al hombre que separara lo especulativo de lo científico, y creyó encontrarlo en las ciencias naturales. Consideró entonces al hombre como un ser natural y aplicó la observación de los hechos -que era lo esencial del saber de estas ciencias que habían alcanzado un extraordinario desarrollo en los siglos XVI y XVII- al estudio de su comportamiento.

Las interrogaciones sobre problemas relacionados con la naturaleza humana, tales como: ¿el ser humano es básicamente bueno o es un animal inteligente cuyo egoísmo y agresividad son innatos? O ¿es el corazón el centro del alma y las pasiones?, cedieron en gran parte su lugar a debates acerca de los instintos y sobre la relación entre herencia, medio ambiente y la conducta humana. Se consideraba a los instinto de supervivencia, de alimentación, sexuales, etcétera.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX se remarca que la fuerza de las explicaciones referentes a la naturaleza humana deben provenir solamente a la evidencia de los hechos. Aparecieron obras de carácter descriptivo, con poca o ninguna teorización, que recogen observaciones minuciosas, por ejemplo, acerca del desarrollo del lenguaje en un niño o acerca de la percepción de algunas cualidades de los objetos como el peso, la presión o el gusto.

Fue hasta finales del siglo XIX cuando cobró vital importancia el papel del método, es decir, los principios que guían la investigación científica para indagar el comportamiento humano. Los primeros problemas investigados a partir de ese enfoque general -el método científico- fueron los relacionados con el aprendizaje, la memoria y la motivación.

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