Ocosingo, cueste lo que cueste.
Porfirio Encino, el joven tzeltal que fue candidato a presidente municipal de Ocosingo, sostiene que los funcionarios del gobierno chiapaneco lanzaron una consigna: ``Cueste lo que cueste, el PRI tiene que ganar; puede perder en Tuxtla Gutiérrez o en San Cristóbal, pero en Ocosingo no''. En entrevista, Encino reconstruye de qué manera se cumplió con la orden
En Chiapas ganó el abstencionismo. En Ocosingo, el caudal de irregularidades propició la creación de un frente que demanda la anulación de las elecciones e hizo aparecer el riesgo de violencia.
``Hay una amenaza de represión, porque ya conocemos al señor (Roberto) Albores. El gobierno sabe que Ocosingo lo tiene perdido por la presencia del Ejército Zapatista y de las organizaciones sociales independientes'', advierte Porfirio Encino, un tzeltal de 28 años, dirigente social y candidato a edil.
El conflicto poselectoral puede provocar un enfrentamiento de las organizaciones independientes con los grupos paramilitares que apoyaron la campaña oficial y vigilaron las elecciones. En las Cañadas, destacados líderes del Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA) fueron parte de la planilla del PRI y también funcionarios de casilla.
La batalla está por comenzar. Por lo pronto, PRD, PAN y PDCH formaron ya un frente municipal. Denuncian que el voto en favor de la oposición fue inhibido por ``la compra de sufragios, los apoyos públicos condicionados, el rasuramiento del padrón electoral, la lejanía de casillas, el relleno de urnas, la presencia militar y policiaca, así como la participación de paramilitares''.
Porfirio Encino estudió hasta sexto de primaria, porque ``no había más en la región''. Como otros niños, ``cada día caminaba descalzo varios kilómetros para ir a la escuela''.
En Jardín, su pueblo natal, comenzó a formarse como dirigente y años más tarde se convirtió en coordinador estatal de la UNORCA. ``En ese entonces, a las personas que se organizaban el gobierno las llamaban `comunistas' y `guerrilleros'''. En estas elecciones, Encino fue postulado por la Coalición de Organizaciones Autónomas de Ocosingo (COAO) en alianza con el PRD. Desde el inicio del proceso electoral estuvo convencido de que no había condiciones para los comicios: ``Todas las instituciones hicieron campaña para el PRI'', resume.
Su recuento es extenso e incluye diversos capítulos.
La presencia militar. Además de los patrullajes que se intensificaron una semana antes de las elecciones en Zamora Pico de Oro y otras comunidades, los soldados levantaron ``encuestas'' donde preguntaban a la gente sobre su religión y sus preferencias políticas. ``Como no convencían a la gente, entonces el gobierno metió más de 200 tanquetas y camiones del Ejército en las Cañadas, como un mensaje para las comunidades dentro del esquema de guerra psicológica permanente; se trataba de meterle miedo a la población para que no saliera a votar''.
El uso de obras y programas sociales. Se dieron ``apoyos selectivos'' en favor de los grupos vinculados al PRI, principalmente a través de los Centros de Atención Social (CAS) de la Sedesol en las Cañadas y otras instituciones estatales. El 4 de octubre, día de las elecciones, las cosas no fueron diferentes. ``En Frontera Corozal funcionarios de la Sedesol entregaron créditos a una cuadra de la casilla con la recomendación de votar por el PRI'', menciona Encino a fin de ejemplificar el uso de programas como el Progresa y el Procampo.
A través de la reciente creación de la Coordinación Interinstitucional, el gobierno ``inyectó más recursos a las comunidades, compró a los agentes municipales, a los comisarios ejidales, principalmente en la comunidad Lacandona, en el Valle de Santo Domingo y Marqués de Comillas, entre otros lugares''.
Los CAS de la Sedesol diseminados en las Cañadas, sirvieron para que funcionarios y candidatos dijeran a la gente que si no votaba por el PRI no se autorizarían créditos ni inversión social: ``Estuvieron condicionando la entrega de recursos. Estos debían de haber llegado antes de las elecciones, pero apenas liberaron recursos a los lugares que votaron por el PRI''.
En Nueva Palestina, el candidato del PRI Adolfo Gutiérrez Cruz, dijo a la gente que si no votaban por él se cancelaría la pavimentación de la carretera.
Casillas lejanas y padrón rasurado. Hubo casillas instaladas en lugares lejanos y se rasuró del padrón a miles de indígenas opositores. ``Cinco días antes de las elecciones nos dieron la lista nominal y ya no pudimos verificar'', dice el dirigente de la COAO. El rasuramiento, sostiene Encino, se hizo a partir de las listas de la Sedesol que, para otorgar apoyos, pide nombres y filiación política. ``Eso sirvió para que los órganos electorales supieran dónde había votos de la oposición y rasuraran el padrón''.
El voto del hambre. El 19 de septiembre los candidatos del PRI llenaron con despensas la Casa Ejidal de Nueva Palestina. Lo mismo hicieron en el Valle de Santo Domingo y en Marqués de Comillas.
En San Quintín y otros lugares de la selva, los priístas dieron despensas básicas, mientras funcionarios estatales pagaban entre 50 y 100 pesos por voto. ``Para gente que no tiene nada, eso es mucho''.
Los paramilitares. Los grupos paramilitares participaron en la campaña y ``cuidaron'' las casillas. Un ejemplo: Pedro Chulín, líder de los priístas armados en Taniperla, fue funcionario de casilla, protegido por la policía de Seguridad Pública. La presencia de los paramilitares se repitió en la Selva, el Norte y los Altos ``para intimidar a la gente''.
Juan Villafuerte, quien fue suplente de Norberto Santiz López, diputado federal del PRI, señalado como promotor del MIRA en la región tzeltal, fue el encargado del operativo electoral en el distrito siete, principalmente en Altamirano.
Este personaje estuvo presente en una visita que el presidente Ernesto Zedillo realizó a la región antes de las elecciones. Villafuerte es además funcionario de la Coordinación Interinstitucional y ``promueve a los paramilitares en las Cañadas junto con Adolfo Gutiérrez (candidato del PRI a alcalde de Ocosingo) y Lázaro Hernández (candidato del PRI a regidor).
La presencia durante las actividades presidenciales de algunos personajes señalados como cabezas de los paramilitares lleva a los dirigentes indígenas de oposición a pensar que se avecina un ``fortalecimiento'' de sus acciones.
``Si esta zona se vuelve violenta será responsabililidad de los gobiernos estatal y federal. Nosotros nunca vamos a caer en la provocación, pero sí vamos a defendernos'', previene Encino, porque está seguro de que ``viene una política represiva y militar en contra nuestra''.
En Ocosingo, donde no votó 75% de los empadronados, Porfirio Encino concluye: ``Queremos elecciones, pero en condiciones de equidad y democracia, sin guerra ni represión. Vamos a luchar a fondo por las vías legales y políticas. Vamos a demostrarle al gobierno que aquí en Ocosingo no hay gobernabilidad''.
Al estilo de los mejores tiempos del PRI, en las elecciones del 4 de octubre en Chiapas se emprendió un operativo electoral que incluyó uso de recursos públicos, condicionamiento político de obras públicas y créditos, acarreo, corporativismo de las organizaciones oficiales, relleno de urnas, rasuramiento del padrón y anulación de votos.
En la operación participaron Sedesol, Semarnap, Sagar, SCT, entre otras dependencias oficiales. Programas como el Progresa y el Procampo comenzaron a trabajar de acuerdo con el calendario electoral. Las ``facturas'' de las láminas, despensas, créditos y obras fueron cobradas con votos.
Incluso, los trabajadores al servicio del Estado recibieron una circular, la número 102/98 -fechada el 2 de octubre de 1998-, dirigida a los trabajadores de base y temporales del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, sección Malpaso, para que votaran por el PRI.
El documento, firmado por el secretario general de la sección, Roberto Rivera Moreno, dice: ``Hemos detectado que varios trabajadores de base tratan de persuadirles para que voten por un partido de oposición en las próximas votaciones, con el objeto de que se eviten sanciones y como una obligación, nos permitimos transcribir el artículo 125 de nuestros estatutos: En cumplimiento de los estatutos de la CTM, el SUTERM milita en el PRI y sus miembros tienen la obligación de afiliarse al mismo instituto político. En consecuencia, todas las secciones y delegaciones, deberían participar en las actividades de los comités del PRI''.
¿Quién dijo que Fidel Velázquez había muerto?
Acapetuahua. El candidato del PRI, Eduardo Hilerio Chirinos, repartió en diversas comunidades despensas a damnificados a cambio de sus votos. El día de las elecciones él mismo invitó a votar a su favor en lugares públicos y repartió despensas en algunos poblados.
Distrito de Cintalapa. Fueron anulados 381 votos, de los cuales 300 se manifestaban por el PRD. Con 97% de la votación, hay una diferencia de 190 votos entre PRI y PRD.
Tonalá. El PRD demostró que, luego del conteo final, en casi todas las casillas aparecen más votos que sufragantes.
Tecpatán. Roberto Moreno Rivera, secretario general del SUTERM, obligó a los trabajadores a sufragar por el PRI.
Huehuetán. En las casillas de los ejidos de Guadalupe y de San José, el presidente del Comité Municipal, Alejandro Chiu, entregó despensas y dinero. Ambas casillas fueron zapato en favor del PRI, con cerca de mil votos.
Pantelhó. Votó más de 100% del padrón.
Sitalá. Se cerró una casilla una hora antes, cuando todavía había 200 personas formadas que previsiblemente votarían por el PRD. La diferencia entre el PRI y el PRD es de 75 votos.
Coapilla. En el ejido Morelia, funcionarios del gobierno llevaron bombas de agua y molinos un día antes de las elecciones. Para repartirlos recogieron las credenciales de elector de los ejidatarios.
Tapachula. Muchas casillas tuvieron un incremento de 20 boletas más sobre la lista nominal. Se votó con fotocopias de las credenciales electorales.
Con el triunfo priísta en las elecciones locales, el gobernador Roberto Albores está envalentonado: no ve ni oye las denuncias de la oposición sobre las irregularidades y la escasa votación (un abstencionismo de 65%, según Alianza Cívica).
Por el contrario, el mandatario estatal está desatado. Un corresponsal extranjero, después de conversar con el gobernador, comentó azorado: ``el hombre está fuera de la realidad. Piensa que las elecciones fueron muy buenas y le dieron un mandato a su gobierno de rechazo a los zapatistas y al PRD. No tiene los pies en la tierra''.
El triunfalismo del gobernante chiapaneco se basa en los resultados oficiales: 81 alcaldías al PRI, 16 al PRD y 5 al PAN. De los 20 distritos en los que hubo elección, el PRI se adjudicó 17, el PAN 2 y el PRD 1.
El partido del sol azteca impugnó los resultados en 50 municipios y 5 distritos electorales, y anunció movilizaciones para defender sus votos. En Ocosingo y Tapachula se unió al PAN y al PDCH.
El presidente del Consejo Estatal Electoral (CEE), Eugenio García Mendoza, dijo que en estas elecciones el abstencionismo fue menor a los comicios de 1995 y 1997.
``¿Por qué antes en algunos municipios votaban 100% de los electores y hoy apenas alcanzan 34%? (como Ocosingo)?, le preguntó un reportero. El funcionario respondió: ``Es que actualmente se cuentan los votos que realmente se emiten, a eso obedece. No se inventan cifras''.