BUSCA EL CNI REFORMARSE
Angélica Enciso y Blanche Petrich Ť Con el reconocimiento de que es necesario modificar la estructura del Congreso Nacional Indígena (CNI), porque a tres años de su existencia la dirección ha sido centralizada y ha faltado comunicación con las comunidades, los delegados asistentes a la segunda sesión plantearon la posibilidad de regionalizar esta agrupación y hacer una dirigencia horizontal.
Al discutir el tema Renovación y consolidación organizativa interna del CNI con base en la representatividad de las organizaciones y pueblos que lo conforman (mesa 3), delegados de distintas organizaciones hicieron manifiestas las dificultades que la comisión de seguimiento ha tenido para actuar, y expresaron la necesidad de que se modifique esta estructura.
En una sala del Museo de la Ciudad de México, los delegados participantes en esta mesa escucharon primero los informes de las distintas comisiones de trabajo del CNI, para después comenzar a analizar lo que ha ocurrido con esta agrupación en los últimos meses.
Ahí, los señalamientos fueron en distintos tonos. Desde los llamados a aceptar las críticas hacia la organización y hacer una evaluación seria de sus actividades, hasta la calificación de ``traidores'' a quienes habían hablado de divisiones al interior.
El chol Víctor Guzmán, de la organización chiapaneca Xi nich, intervino para hacer una apretada evaluación de la comisión de seguimiento. Dijo que a dos años de que se constituyó, el resultado es que no existió ``el suficiente compromiso de parte de los delegados'', por lo que es posible decir que no se cumplieron a cabalidad los propósitos de su creación, entre los que estaban dar continuidad a los acuerdos del primer congreso.
Sin embargo, reconoció entre los logros el haber mantenido con vida las aspiraciones del primer congreso y de los acuerdos de San Andrés, así como la realización de las asambleas del CNI, pero, advirtió, ello no ha sido suficiente.
El movimiento indígena no se ha dividido
En los distintos tenores en que esta reunión se llevó a cabo, Jairo Bermúdez recordó a los asistentes que en la primera asamblea del CNI los delegados establecieron el compromiso de ``servir, y no servirnos'', pero ahora es el momento de analizar si esto se ha cumplido. Precisó además que no es posible decir que el movimiento indígena se ha dividido, y advirtió que ``no queremos traidores'' aquí.
Cirino, del Consejo Guerrerense 500 Años de Resistencia, dijo que al interior del CNI han existido buenas intenciones, aunque eso no es suficiente. Los delegados deben ser instrumentos para propiciar la participación de las comunidades, pero los que han llevado a las divisiones ``no son los pueblos, sino nosotros, debemos reconocerlo, y los que pagan las consecuencias'' son los propios indígenas.
``Muchos de los que estamos aquí tenemos capacidad, aunque hay protagonismos, individualismos, y nosotros sólo somos un instrumento'', agregó.
En medio de una discusión que por momentos se tornó áspera debido a la molestia de los delegados por la ventilación pública de que había divisionismo y ausencias al interior del CNI, Esperanza Rascón, de la comisión de seguimiento, se refirió en tono conciliador a que la propuesta de restructuración del congreso tiene la intención de fortalecerlo.
Por ello, estableció, es necesario analizar las propuestas que hay en este sentido, ``no se busca hacer pronunciamientos de buena voluntad'', pero es necesario analizar la forma en que ha trabajado la comisión de seguimiento en las regiones y ver cómo es que podría mejorar.
Hasta ahora, reconoció, la comisión de seguimiento ha funcionado para articular demandas; sin embargo, ha quedado aislada de las propuestas de los propios pueblos, y hay quienes piensan que el CNI funge como enlace en esta ciudad.
Leoncio Molina, de Maderas del Pueblo del Sureste, también expuso los problemas de comunicación que existen en el CNI. Es necesario, dijo, ``bajar'' la información para que las autoridades comunales participen y puedan asistir a estas reuniones. En el mismo sentido Ricardo Magallanes, de la Anipa de Chihuahua, abordó los problemas de comunicación y consideró que es necesario el establecimiento de una red más dinámica, horizontal, que haga llegar la información a todas las regiones.
Julio Atenco, de la sierra de Zongolica, Veracruz, e integrante de Anipa, dijo que existe el reconocimiento de que la comisión hizo un ``gran esfuerzo'', pero no se pueden dejar pasar las cosas.
Recordó que en los principios del CNI se propuso crear un organismo de representación horizontal, y que originalmente se determinó establecer una coordinación nacional en la que los pueblos podrían estar si querían, y salirse si así lo decidían.
Sin embargo, hace dos años eso se cambió por la comisión de seguimiento, la cual ha demostrado ser infuncional; ``muchos pueblos se separaron por diferencias y otros más porque esperaban tener eco, y al no encontrarlo siguieron su camino''.
Advirtió que al preparar un documento sobre alianzas para el CNI, se preguntó cuál era la misión de esta agrupación, y fue difícil definirla. Por ello, agregó, es necesario tener claridad al respecto.
Los problemas siguen sin solución en los Chimalapas
En otra sala del museo sesionó la mesa de derechos humanos. Con las distintas intervenciones que se sucedieron durante las sesiones matutina y vespertina, este grupo hizo un mapa, de norte a sur y de este a oeste, de las diversas realidades de violencia que sufren los pueblos indios.
Uno de ellos fue el del conflicto agrario que lleva más de 30 años en los Chimalapas, Oaxaca. Las resoluciones presidenciales acerca de la pertenencia de la tierra sobrepuestas para un mismo territorio agudizan el conflicto, y las autoridades locales, sexenio tras sexenio, no han sido capaces de establecer vías de solución, explicó Reynaldo Cruz Pérez, de Santa María.
Precisó que en marzo pasado comenzó la organización de los habitantes para sacar de la región a los talamontes que trabajan en la región de Cuauhtémoc, donde se ha dado una extensa explotación de los recursos forestales.
Cruz Pérez detalló que retuvieron en arraigo comunitario a los talamontes y que el gobierno del estado mandó 800 policías para rescatarlos. Ante esta situación y el hecho de que no haya avances para resolver el conflicto agrario de la región, el pueblo ya está cansado de las promesas que no se cumplen.
``El gobierno quiere estar por encima de nosotros y tenernos como esclavos. Diódoro Carrasco se va y deja a los indígenas los mismos problemas con los que empezó su gestión'', dijo.
Angélica Enciso y Blanche Petrich Ť A tres años de su fundación, bajo la premisa de ``ser un espacio'', no una organización, el movimiento aglutinado en el Congreso Nacional Indígena (CNI) se propone renovar sus estructuras organizativas.
Buscan nuevas formas -¿comités? ¿coordinadoras? ¿delegaciones?- que no se parezcan a nada de lo que ya existe, precisamente porque sienten que las organizaciones y centrales tradicionales los han excluido de las grandes decisiones nacionales. Pretenden lograr que los procesos de cambio -muy diversos y variados- que están experimentando los pueblos indios queden representados con plenitud en sus estructuras, evitando cualquier forma que se parezca a la burocracia. Y desean darse mecanismos ``funcionables'' donde no prive, como dijo uno de los delegados, ``el interés de mostrarse en la foto'' sino el de ``construir de muchos compañeros''.
Sin borradores previos ni cartas bajo la mesa, cerca de cien delegados y delegadas de los 15 estados presentes se internaron en el debate -de la mesa tres- sobre cómo inventar mecanismos novedosos que permitan que el CNI siga siendo ``asamblea cuando estamos juntos, y red cuando estemos separados''. Pero como una red que funcione y funcione bien, como lo definió un mixe. O bien, como un corazón que tenga las puertas abiertas para quien quiera entrar, pero también para que el que no, se sienta a gusto se pueda ir, como prefirió caracterizarla un chol.
En la sesión vespertina de la mesa de reorganización, que muchos coincidieron en llamar ``estratégica'', se decidió someter a consideración de la plenaria de delegados del CNI, para este día, si continúa en funciones la comisión de seguimiento, que hasta hoy se ha encargado, como pequeño grupo radicado en el Distrito Federal, de la gestión administrativa de funciones de enlace con las regiones, o si se convierte en una coordinación nacional, que a su vez represente a las estatales y regionales, más vinculadas con los pueblos y comunidades participantes.
Decidirán también sobre la formación de una comisión provisional que haga los preparativos de la asamblea preparatoria del próximo Congreso, programada para abril. Y se votará también si se ratifica el acuerdo anterior de que el CNI realice cada dos años su congreso, lo que colocará este tercer evento de lleno en el calendario ultrapolitizado del año 2000. Esto provocó la reflexión de un delegado oaxaqueño de abrir un paréntesis para la evaluación de los bemoles políticos que inevitable rodearán el encuentro del próximo milenio.
Pero haciendo a un lado la visión de largo plazo, la discusión de los delegados indígenas sobre cómo reorganizarse giró en torno a la más civilizada de las autocríticas. ``Sea como red horizontal, de organización a organización, o sea como comisión de enlace, hemos funcionado a medias'', admitió Esperanza Rascón, precisamente de la comisión de seguimiento.
No ha funcionado, expresó otro de los muchos oaxaqueños, porque ``la Guelaguetza (que significa dar y compartir, no nada más hacer fiesta) no ha funcionado''. O, en palabras de un dirigente del Consejo Indígena Chocholteco (de Oaxaca) ``porque no le damos tequio''.
Una vez aceptada la idea de resolver los síntomas de ``centralismo'' del CNI con una ``regionalización'', se plantearon las dudas y dificultades para lograr este propósito. ¿Qué criterios tomar para la regionalización?
¿Auténtica representatividad o que, en palabras de alguno, ``los delegados que lleguen estén garantizados con el respaldo de sus pueblos''? Que quede claro para las comunidades para qué sirve todo esto, ya que a veces se preguntan si asistir a una asamblea o a un congreso es prioritario o secundario; que al romper el centralismo ahora representado en la sede del DF, no se caiga en otros estatales que no correspondan a la verdadera territorialidad de los pueblos indios.
Se habló también de lo difícil que es establecer criterios uniformes para realidades y problemas coexistentes tan variados. ``Por ejemplo -comentó uno-, en algunos lados podemos coordinarnos con nuestras autoridades locales y municipales porque es gente nuestra. Pero no es el caso de la mayoría''.
De tanto decir en torno al dilema de ser ``espacio'' o algo más estructurado, otro participante se impacientó: ``se me hace que cuando insistimos en eso del espacio -expresó-, le hacemos como cuando dice nuestra gente sí pero no''. Y es que entre el temor a los aparatos burocráticos y una real necesidad de contar con personalidad jurídica para, por ejemplo, poder manejar un mínimo de operaciones financieras indispensables -para autobuses, faxes y teléfonos, frijoles y arroz, y algo de infraestructura- el dilema del CNI se ahonda.
Pero también se encuentran salidas. Después de muchas vueltas empezaron a surgir las conclusiones. En una de estas se habló de albañilería: ``Yo lo que sé -aportó un delegado- es que tenemos que cimentar bien esta, nuestra casa, porque si no el CNI no va a funcionar''.
Y en otra de urgencia. Una delegada instó: ``Las críticas son buenas pero también hay que reconocer lo que uno vale. Como movimiento ya logramos parar la iniciativa de (el presidente Ernesto) Zedillo. Ahora urge ponernos de pie para lograr que la consulta de la iniciativa de la Cocopa se logre y no sólo eso, que logre el objetivo principal de convertirla en ley. Por eso es clave que esta reorganización salga bien''.
Porque a eso van, precisamente, este domingo, a la plenaria del Zócalo: a votar, entre muchos otros resolutivos, uno que establece que el CNI apoyará la convocatoria del EZLN para realizar la consulta sobre la iniciativa de la Cocopa de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar. Pero con un objetivo claro: lograr que ésta, tarde o temprano, sea ley.