Gustavo Viniegra González

Los pasantes, un recurso humano poco aprovechado

Cada año, cerca de 100 mil jóvenes deben cumplir con el requisito legal del servicio social en su calidad de pasantes de las instituciones de enseñanza superior (IES). Forman un ejército fresco y entusiasta, deseosos de aprender y ser útiles al país. Pero los reglamentos y procedimientos actuales hacen de esa obligación un mero trámite administrativo con poca trascendencia en el desarrollo profesional de la juventud, y de escasos alcances al servicio de la República. Hace falta un enfoque actualizado y dinámico que relacione esa actividad educativa con las necesidades de un país retrasado en la tecnología y necesitado de mayor información técnica para crear más y mejores empleos.

En los países industrializados, los pasantes realizan sus prácticas profesionales para ayudar al desarrollo técnico de las empresas públicas y privadas. Aprenden a utilizar sus conocimientos y colaboran en el avance productivo. En Francia, todos los ingenieros deben hacer dos estancias (stages): uno llamado de obreros, al finalizar el segundo año de estudios, y el otro de ingenieros, para obtener su diploma. Las empresas y el gobierno pagan 50 por ciento de las becas y costos de esas estancias y además una tarifa por asesoría a las universidades o escuelas de donde proceden. La Université Technique de Compiègne factura cerca de 40 millones de francos por año por ese rubro, y las empresas compiten por sus mejores candidatos como stagières o pasantes.

Aquí, la mayoría de las pasantías se realizan en las propias IES, poco relacionadas con la práctica profesional y, por reglamento, se impide que los pasantes cumplan con ese requisito como trabajadores en las empresas, excepto en casos especiales de convenios académicos. También la Secretaría de Desarrollo Social tiene un programa de pasantes, con becas de uno o medio salarios mínimos mensuales, las cuales frecuentemente se tramitan con lentitud y a veces se otorgan cuando los pasantes ya terminaron su proyecto. Así, las pasantías son realizadas a tiempo parcial durante los estudios, con poca calidad y dedicación y no siempre con asesoría de buena calidad pues, ¿a quién le importa, fuera de las IES, el resultado de las mismas?

Por su parte, muchas empresas piensan que un pasante es como un simple aprendiz que tendrá que trabajar en algo rutinario de aplicación inmediata, y rara vez les encomiendan labores interesantes de acopio de información sobre la producción, bibliográfica por Internet, tecnología, mercados y datos de la competencia. Ello, porque la información técnica no ocupa un lugar importante para que las empresas tomen sus decisiones estratégicas. Sus métodos de actualización técnica provienen de los vendedores de productos y servicios, las revistas y las reuniones gremiales, sin pensar que ahí quedan limitadas a lo que ocurre en el mercado mundial de la tecnología y los productos.

En conclusión: es necesario reformar la reglamentación y los métodos del servicio social con objetivos importantes para el desarrollo socioeconómico. Por ejemplo: formar convenios entre las IES, el gobierno y las cámaras empresariales para integrar equipos mixtos de profesores y técnicos empresariales que le den un sentido práctico a las pasantías, de acuerdo con las necesidades del nuevo mercado global de bienes y servicios en el que ya competimos.

Sería interesante que la ANUIES, la SEP y las cámaras empresariales tuvieran acuerdos específicos en ese renglón. También sería importante que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ofreciera estímulos fiscales y asignara presupuestos para que esa tarea importante estuviera bien financiada y que esos financiamientos se otorgaran en forma suficiente y oportuna.

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