La Jornada Semanal, 4 de octubre de 1998



Jorge Volpi

La imaginación y el poder

``¿Es culpable la clase intelectual de todo lo ocurrido?'' Jorge Volpi responde a la pregunta hecha por el editorial de La Cultura en México el 6 de octubre del 68 con un recorrido donde sobrevuelan Benítez, Garro, Monsiváis y Revueltas, entre otros. Bajo el título de La imaginación y el poder, que Ediciones Era pondrá en circulación, Volpi examina la historia intelectual de aquellos días.

Con este título, Fernando Benítez publicó el 23 de octubre en la revista Siempre! un largo comentario sobre el movimiento estudiantil y la represión gubernamental que se convirtió en una especie de resumen de la visión que tuvieron los intelectuales de lo ocurrido. Después de describir el desarrollo del movimiento estudiantil hasta la masacre de Tlatelolco, Benítez afirma:

Tlatelolco no era San Ildefonso ni la Ciudad Universitaria. En la prepa bastó una bazuka para que el ejército entrara y se apoderara de sus escasos ocupantes. La gloriosa victoria de la Universidad se ganó fácilmente. 10 mil soldados cayeron sobre 1, 500 estudiantes inermes. El Politécnico fue el próximo objeto de la campaña. Allí se evidenció que la decisión de exterminar por las armas a los focos de discrepancia tropezaba con una decisión de resistir.

El triunfo moral del rector y la devolución de la Universidad supusieron una tregua. El Consejo Nacional de Huelga (CNH) decidió mantener sus seis puntos y apoyarlos con mítines y manifestaciones pacíficas dentro de la más estricta legalidad. El primer mitin fuera de CU debía celebrarse en Tlatelolco.

La mañana del 2 de octubre el secretario de Gobernación declaró que estaban abiertos los caminos para resolver los problemas; mas parece que el plan de destrucción había sido resuelto y estaba en marcha...

Tlatelolco era un reducto popular. Los ataques policiacos y la justicia del movimiento determinaron que un gran número de vecinos simpatizara con los estudiantes. La asistencia y la ayuda continuas, la solidaridad y la nobleza presidieron este encuentro de estudiantes y pueblo...

El ejército y la policía no esperaron a que el mitin se disolviera para ocupar Tlatelolco: provocaron el pánico y luego desencadenaron una cruenta ofensiva que pudo haberse evitado.

Los miembros del CNH fueron desnudados y vejados. 1,500 personas fueron hacinadas en cárceles y campos militares; se recogieron docenas de heridos y no menos de 40 muertos.

Más adelante se refiere a la supuesta conjura desenmascarada por Sócrates Amado Campos Lemus y Elena Garro:

Junto a políticos excluidos de los actuales círculos del poder, se acusó a personalidades que se han distinguido por su inteligencia y honestidad, por los servicios que han prestado a México y por su repudio a la violencia.

Y concluye Benítez:

Se abren dos únicos caminos: una nueva represión y el reino absoluto del terror y la destrucción [...] o bien la reconstrucción integral de nuestra vida política y de nuestra enseñanza superior.

El 6 de noviembre, Carlos Monsiváis publicó también un artículo como conclusión a sus opiniones sobre el movimiento estudiantil, ``Lo real, lo parcial y nuestra historia oficial.'' Para Monsiváis, una de las conclusiones del movimiento ha sido que la idea de revolución mexicana y, sobre todo, de un Estado Social, ha caído en la quiebra:

Uno de los temas que el movimiento estudiantil (o la remoción, el ajuste de cuentas nacional que el movimiento ha traído consigo) vino a poner en actos, ha sido la idea histórica de la permanencia de la revolución mexicana. [...] El movimiento (o ya es mejor precisarlo: las revelaciones que el movimiento ha entregado con afán tajante) lo ha establecido: la revolución social mexicana está atrás o en el porvenir, es pasado o futuro.

Luego, Monsiváis hace un repaso de los movimientos sociales que ha habido en el país para llegar nuevamente a la idea inicial:

Entre los mayores descubrimientos que se han venido produciendo a partir del 26 de julio de 1968, al lado de la seguridad drástica del emohecimiento y anacronismo de la mayoría de los instrumentos políticos en uso, al lado de la preeminencia de la actitud moral sobre la victoria politiquera, debe contarse esta ruina progresiva de la historia oficial que, al rechazar a los heterodoxos, rechazó de paso toda idea de vida y acción dialéctica, para quedarse tan sólo con la felicidad de lo inmutable.

En el editorial del mismo número encontramos, quizá, la mejor conclusión a las especulaciones sobre la participación de los intelectuales en el movimiento estudiantil. Como un corolario de los sucesos de 1968, La Cultura en México afirma:

¿Es culpable la clase intelectual de todo lo ocurrido? En el fondo sí es culpable, del mismo modo que fueron culpables los pensadores y los intelectuales de la independencia, de la reforma y de la revolución de 1910. Ellos son los que piensan, los que se informan, los que enseñan, los que nos transmiten las ideas filosóficas, los conocimientos y las corrientes de pensamiento contemporáneo. La lucha de todos los intelectuales del mundo actual contra la desigualdad, la injusticia, la rigidez de los sistemas autoritarios, la enajenación del hombre.

José Revueltas regresa a la cárcel

Aunque poco se ha hablado aquí de José Revueltas, él fue uno más de los grandes símbolos de 1968. Desde el principio del movimiento, Revueltas se unió a los jóvenes, los acompañó en mítines y asambleas, influyó en sus decisiones, compartió su forma de vida y, de algún modo, asumió con ellos una especie de autoridad paterna.

Estas tareas eran para él una especie de misión, un martirio que se imponía él mismo, un sacrificio más en su larga -y heterodoxa- carrera de militante comunista. Después del 2 de octubre, Revueltas continuó apoyando a los perseguidos y escribiendo sobre el movimiento. Era lógico que el poder no tardaría en darse cuenta de su molesta presencia y de llevarlo, una vez más, a ese lugar en el cual Revueltas había pasado más tiempo que en ningún otro: la cárcel.

En 1968 Revueltas era ya un escritor famoso y no sólo en los círculos de izquierda. Acababa de obtener el Premio Villaurrutia, el más prestigiado del país, y su obra había empezado a traducirse a otros idiomas. Sin embargo, su vida personal no sólo no había cambiado, sino continuaba con la misma inestabilidad de siempre. Entre el compromiso político y el alcohol, Revueltas nunca tuvo tiempo para la tranquilidad o el aburrimiento.

Como cuenta çlvaro Ruiz Abreu en su excelente biografía sobre el escritor, Revueltas viajó a Cuba a principios de 1968, como jurado del concurso Casa de las Américas. A su regreso, había sido minuciosamente revisado y ``fichado''. A continuación, su plaza en la Secretaría de Educación Pública fue congelada; sin contemplaciones, Revueltas renunció a ella y decidió acercarse a la UNAM. En la Facultad de Filosofía y Letras fue muy bien acogido por los estudiantes y de inmediato trabó contacto con diversos grupos de análisis político, como el ``Miguel Hernández'' y el ``José Carlos Mariátegui''.

En cuanto comenzó el movimiento, Revueltas se solidarizó con los estudiantes y se dedicó en cuerpo y alma a apoyarlos. De hecho, la Facultad de Filosofía y Letras se convirtió en su cuartel general; ahí escribía sus artículos y conferencias, incluso ahí dormía para recuperar fuerzas. Entre agosto y septiembre, Revueltas escribió numerosos ensayos, artículos, manifiestos y cartas en los cuales trataba de darle un sustento teórico a la protesta estudiantil.

Tras la ocupación de Ciudad Universitaria por el ejército, Revueltas perdió su hogar y tuvo que huir, escondiéndose en las casas de diversos amigos para escapar a la represión. Ese mismo día, volvió a escribir sobre el rumbo del movimiento. Al día siguiente, al enterarse de lo ocurrido en la UNAM, estaba seguro de que pronto sería detenido. Por la noche huyó por la parte trasera de la casa y emprendió un nuevo éxodo como prófugo hasta que fue acogido en la casa del escritor Arturo Cantú.

Los sucesos del 2 de octubre lo trastornaron profundamente. Continuó apoyando a los líderes estudiantiles que no habían sido apresados e intentaba animar a los que ya estaban en prisión. Apenas unos días antes de su detención, Revueltas había dirigido una carta a los estudiantes, editada como folleto con el nombre de ``Carta abierta a los estudiantes presos'', publicada por el Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ahí afirmaba: ``¿Por qué si Estados Unidos prosigue la bárbara guerra de Vietnam y la Unión Soviética invade Checoslovaquia con el mayor descaro, sin importarles a ninguno las censuras ni la indignación de la opinión pública mundial, no se iba a permitir al gobierno de Díaz Ordaz consumar la espantosa matanza de Tlatelolco, sin cuidarse para nada del honor de México en el extranjero y sin que le haya quitado el sueño tampoco la consternación, el sobrecogimiento y el horror con que reaccionó la prensa de todos los países ante un acto tan inconcebible y monstruoso para cualquier nación civilizada?''

Ruiz Abreu cuenta que el 13 de noviembre Revueltas preparó una conferencia sobre al autogestión universitaria, dispuesto a leerla durante un acto público en la UNAM. Aunque era arriesgado, Revueltas decidió no capitular y siguió adelante con su idea. Tratando de escapar de la policía, se trasladó a la Facultad de Filosofía y Letras desde el día anterior y durmió ahí. Según Ruiz Abreu, ``a las seis en punto de la tarde se presentó en el auditorio; satisfecho, contento, leyó su conferencia. A la salida lo identificó la policía y lo siguió; no pudo escapar. Fue tratado cordialmente pero sin juicio previo lo trasladaron a Lecumberri, acusado de varios delitos del orden común''.

El 16 de noviembre, la prensa publicó breves notas sobre su detención. Sin embargo, al rendir su declaración ante el juez, el 18 de noviembre, Revueltas confesó haber sido el principal responsable de la agitación. Las palabras de Revueltas se convirtieron, al día siguiente, en noticia de primera plana en todos los periódicos. La nota de Excélsior decía:

Detenido, José Revueltas confesó haber dirigido la agitación

La procuraduría lo acusa de 10 delitos

El escritor aceptó la mayoría de los cargos y aún lanzó amenazas

El escritor José Revueltas Sánchez confesó haber actuado como la cabeza del movimiento estudiantil, haber cultivado la simpatía de las masas intelectuales hacia ese movimiento y haber participado en reuniones secretas para alentar, ``con su prestigio'', el conflicto.

Revueltas fue detenido hace unos días por agentes de la Policía Judicial Federal y ayer fue puesto a disposición del Juez Primero de Distrito en materia penal.

Se le acusa de incitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño en propiedad ajena, ataques a las vías generales de comunicación, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones contra agentes de la autoridad [...]

Revueltas declaró: ``El de la voz considera ser uno de los que, obligado por la masa estudiantil, ha formado la dirección del movimiento actual.''

Iba a formar un partido político

Declaró además:

``El triunfo de la lucha revolucionaria estudiantil está basado en la formación, para su mayor éxito, de un frente de lucha de tipo obrero-campesino-estudiantil, para que de esta forma se creen las condiciones para la transformación radical de la sociedad, ya sea por medios pacíficos o violentos.''

[...] Manifestó además que ``tiene planes para formar un partido político que contienda en las próximas elecciones presidenciales y que aglutine a los estudiantes que han propuesto al de la voz como uno de los probables candidatos de la campaña[...] y que si el gobierno no reconoce la fuerza de la juventud para la formación de un partido político en cualquiera de sus formas [...] y que si a pesar de esta fuerza el gobierno recurre al fraude electoral, entonces seguirá el mismo camino que siguió Madero, o sea derrocar al gobierno en el poder mediante la lucha armada.''

El 22 de noviembre se dictó el auto de formal prisión en su contra, acusado de ``incitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño en propiedad ajena, ataque a las vías generales de comunicación, robo de uso, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones''.

El 3 de diciembre, La Cultura en México publicó una breve nota de protesta por el encarcelamiento de Revueltas, firmada en París por algunos de los escritores más importantes de España y América Latina, a los que se sumarían Arthur Miller y el PEN Club:

En defensa de José Revueltas

Los suscritos, escritores españoles y latinoamericanos de conocida posición democrática y antiimperialista, protestamos enérgicamente contra el encarcelamiento del novelista José Revueltas por las fuerzas represivas del gobierno mexicano. Revueltas es uno de los más distinguidos escritores de la lengua española y, de hecho, uno de los fundadores de la novela moderna en Hispanoamérica. Su único crimen ha consistido en ejercer derechos democráticos consignados en la constitución mexicana. Su arresto comprueba que estos derechos -de crítica, de palabra, de reunión y de integridad personal- son hoy letra muerta en México. Y que, una vez apagados los reflectores olímpicos, el gobierno de México prosigue su política represiva contra los estudiantes y los intelectuales. Al exigir la libertad de José Revueltas, invocamos esta fecha, 20 de noviembre, aniversario de la revolución mexicana del 1910, cuyas promesas de libertad y democracia son actualmente violadas por un sistema que se dice heredero de la gesta de Madero, Zapata y Villa.

París, 20 de noviembre de 1968

Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Adriano González León, Juan Goytisolo, Jorge Semprún, Mario Vargas Llosa

En la cárcel, que realmente constituía un remanso de tranquilidad para él, Revueltas se dedicó a seguir teorizando sobre el movimiento, se integró a las actividades académicas que organizaban los estudiantes presos, dirigió decenas de misivas a amigos en el exterior y escribió una de las obras literarias capitales surgidas del movimiento estudiantil, la novela El Apando, en la cual resume su profunda relación con el medio penitenciario y denuncia, una vez más, los alcances de la represión gubernamental.

En febrero de 1969, Pablo Neruda dirigió una carta al presidente Díaz Ordaz pidiendo la libertad de Revueltas. A pesar de que el presidente leyó atentamente la misiva, afirmó que no estaba en sus manos la posibilidad de indultar al reo. çlvaro Ruiz Abreu piensa que, de cualquier modo, Revueltas no hubiera aceptado la supuesta generosidad del presidente.

En diciembre, Revueltas encabezó una huelga de hambre por tiempo indefinido para protestar porque sus procesos judiciales se encontraban empantanados. El 31 de diciembre, por instigación de las autoridades, los presos políticos fueron atacados por los delincuentes comunes. Revueltas, de 56 años, enfermó gravemente, lo cual no le impidió escribir un nuevo texto, ``Año nuevo en Lecumberri'', y continuar protestando contra la injusticia de su detención. Por fin, el 13 de mayo de 1971, después de dos años y medio de prisión, Revueltas abandonó el Palacio Negro de Lecumberri bajo protesta. Murió cinco años después, en la semana santa de 1976.

Fragmento del libro del mismo nombre que en las próximas semanas pondrá en circulación la editorial Era.