La Jornada 3 de octubre de 1998

Contra el olvido

La memoria y el recuerdo de la matanza del 2 de octubre de 1968 unió dos generaciones en una sola exigencia: conocer la verdad de lo ocurrido hace 30 años.

Los estudiantes de aquel entonces, protagonistas del movimiento reprimido por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, caminaron junto a miles de jóvenes, universitarios de hoy, y todos en una sola voz demandaron ``el fin de la impunidad'' y ``castigo'' a quienes perpetraron la matanza en la Plaza de las Tres Culturas.

Fue una reunión a la que asistieron también los padres, madres y hermanos de los caídos el 2 de octubre, y los familiares de los adolescentes que cursan estudios en escuelas públicas y privadas y que, con voz propia, también tienen mucho que reclamar: Chiapas, los Salinas, corrupción policiaca, narcotráfico...

La cita se fijó a las 15 horas en el Zócalo, que en medio de la lluvia recibió a los convocados quienes, sin flaquear, esperaron pacientemente su turno para salir en caminata hacia Tlatelolco.

Los chavos de las vocacionales, preparatorias, CCH, facultades y escuelas superiores comenzaron a llenar la plancha desde las 13 horas. Al centro de la Plaza de la Constitución, la monumental bandera ondeaba a lo más alto, pero los edificios del gobierno capitalino, hoy de oposición, lucían sus lienzos a media asta en señal de duelo: por vez primera en tres décadas, los habitantes de la ciudad de México fueron testigos de esa muestra de solidaridad y respeto por sus muertos del 68. Y no pasó inadvertido el gesto de Cuauhtémoc Cárdenas.

Los históricos y los anónimos

Puntuales, a las cuatro de la tarde, los ex integrantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) que convocaron a la marcha por los caídos el 2 de octubre de 1968 salieron del Zócalo rumbo a la Plaza de las Tres Culturas.

Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Raúl Alvarez Garín, Raúl Jardón, Pablo Gómez, César Tirado, Roberta Avendaño, Arnulfo Aquino, Félix Gamundi, Enrique Leff, Eduardo Valle (con todo y guaruras)... los históricos.

Sobre 5 de Mayo la descubierta avanzó muy lentamente; a ella se incorporaban viejos camaradas, otros no tan viejos, miles de jóvenes que no habían nacido hace treinta años, y cientos de madres y padres, algunos ya ancianos, de aquellos estudiantes que participaron en el movimiento estudiantil más importante de la historia contemporánea en México.

A la descubierta siguió un innumerable contingente. Mujeres, hombres, adolescentes, ancianos... la sociedad civil que reclamó al gobierno abrir los archivos para conocer la verdad de aquellos sucesos que dieron un nuevo rumbo al país.

El grueso de aquella mancha humana (que los organizadores calcularon en 120 mil personas) se distinguió a lo largo del Eje Central Lázaro Cárdenas, donde los viejos líderes y los miles de estudiantes que los siguieron dieron rienda suelta a la reclamación, a la rabia, la exigencia por encontrar a los responsables, culpables, que en la voz de los manifestantes ya tenían nombres: Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y Alfonso Corona del Rosal.

Pero la mayoritaria nueva generación que se apersonó para recordar a los mártires de Tlatelolco también gritó por los problemas que hereda de los ``70 años de gobiernos priístas'': Chiapas, Acteal, Fobaproa, los Salinas de Gortari, impunidad y corrupción policiaca, narcotráfico...

El caminar fue lento, hubo innumerables pausas, en espera de los contingentes que se organizaban en el Zócalo. Al unísono se confundieron las consignas y pancartas de ayer y de hoy: imágenes del Che Guevara, rostros del subcomandante Marcos, demandas de alto a la represión, no al Fobaproa, ``presos políticos, libertad'', cárcel a los responsables de la matanza en Acteal...

Lavar las culpas del pasado

En orden, los grupos salieron del Zócalo. Por 5 de Mayo avanzaron, detrás de los líderes del 68, los integrantes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, estudiantes de los cinco planteles del CCH, de las vocacionales y preparatorias, de las facultades y escuelas de estudios superiores de la UNAM y el Politécnico, de la Iberoamericana, que participó con un contingente de casi 200 jóvenes.

Los sindicalistas de siempre, del STUNAM, del SITUAM, de El Colegio de México, de la Universidad Pedagógica Nacional... y muchos, muchos, muchos hombres y mujeres que llegaron al lugar convocados por la gran difusión que en los últimos días dieron los medios de comunicación a los 30 años de la matanza en Tlatelolco.

Como nunca, periódicos, revistas, estaciones de radio y televisoras, dieron cobertura a un suceso que en años anteriores omitieron: ``Es un intento por lavar culpas del pasado, con verdades del presente'', interpretó Juan Pablo Espinosa, estudiante de medicina de la UNAM.

Aquella mancha humana prosiguió su andar y cuando los viejos del 68 ya se encontraban en la Plaza de las Tres Culturas, los jóvenes de ahora formaron una gran columna y seguían saliendo del Zócalo.

Las viejas y nuevas consignas

En el paso a desnivel de Eje Central y Reforma, las consignas, demandas de ayer y de hoy, retumbaron e hicieron eco. Aquello fue ensordecedor: goyas, huelums; que se abran los archivos; que se diga la verdad; ``¡que muera Echeverría!'', ``paredón a Díaz Ordaz... ¡Chango cabrón al paredón! ¡Ni olvido ni perdón!''; ``dos de octubre no se olvida... dos de octubre no se olvida''; ``¡ezetaelene, ezetaelene... Marcos, Marcos!'' y para rematar: ``¡Que caigan Zedillo y Labastida!''

Estudiantes de la Escuela de Arte Teatral destacaban en la columna con una ofrenda de veladoras y flores. Vestidos de negro por el luto, eran encabezados por una jovencita que recitaba uno de los tantos poemas alusivos a los caídos en el 68. Contingentes de otras escuelas se contagiaban y secundaban, a su modo, el dolor hecho poesía.

Los de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se desbordaban en gritos de ``¡no que no, sí que sí, ya volvimos a salir!'' Los del Poli no se quedaban atrás, los más de ellos jóvenes de las vocacionales, recordaban lo de Acteal, ``Zedillo, eres un asesino''.

Una joven encapuchada, vestida de negro y montada en los hombros de sus compañeros, inició los vivas al EZLN. Chiapas está presente.

Alumnos de la Escuela Nacional de Artes Plásticas se manifestaban como saben hacerlo. Con su arte, desplegaron una gran manta en la que se entrelazaban los íconos: El Che y Marcos.

Gente protagonista, importante en el 68, como Pablo Gómez y hasta la propia hija del ex rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, Cristina Barros Valero, prefirieron marchar fuera del contingente. Se mezclaron entre los jóvenes que manifestaron, de alguna manera, sus ganas de protestar.

El Pino, Salvador Martínez della Rocca, optó por marchar al lado de los funcionarios del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas: Rosario Robles, Adolfo Gilly, Ramón Sosamontes, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, Pablo Moctezuma Barragán... todos con una modificada consigna: ``aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, que el viejo sistema se tiene que morir''. Ellos ya son gobierno.

Un poco atrás, rodeado por militantes de su partido, el PRD, Andrés Manuel López Obrador, discreto, sólo acompañado por César Yáñez, caminó sin estridencias.

Madres y padres con sus hijos, algunos menores de edad, se sumaban (como hace treinta años) al júbilo y al recuerdo.

Ya en la plaza, jóvenes amparados en el anonimato de la multitud arremetieron contra las cámaras de Televisa y Televisión Azteca. A los de Chapultepec 18, primero, les impidieron continuar con las entrevistas que hacían a los líderes del 68; después pintarrajearon su unidad móvil (exhibieron sus dotes) y obligaron al equipo técnico a permanecer dentro del vehículo. Pero los más repudiados fueron los del Ajusco: ``¡Fuera de aquí, pinches amarillistas!''

Sólo se calmaron cuando hizo su aparición el escritor Paco Ignacio Taibo, quien abogó por los de Televisa e impidió que se produjera un zafarrancho.

Figura que atrae siempre la atención, Carlos Monsiváis era rodeado por los jóvenes que, al identificarlo, le pedían un comentario y sacaban un libro, una libreta, y le pedían unas palabras, un autógrafo. Hasta un volante sirvió para recoger la firma del autor de Días de guardar.

Exigencia de la verdad, lazo de unión entre los estudiantes de hace treinta años y los de hoy. (María Esther Ibarra, Alma Muñoz, Roberto Garduño y Juan Manuel Venegas)


José Galán Ť Más de 75 autobuses y microbuses secuestrados; tiendas saqueadas; pintas con aerosol sobre automóviles, comercios y casas particulares; un equipo de la televisión comercial robado; desmanes y lentitud en las líneas del Metro que convergen en el Centro Histórico y Tlatelolco caracterizaron el paso de estudiantes de todas las escuelas del Distrito Federal, en su tránsito hacia la Plaza de las Tres Culturas, a 30 años de la matanza de estudiantes, pueblo y soldados.

De acuerdo con la información recabada en las corporaciones policiacas, el paso de los marchistas por la ciudad arrojó un saldo blanco. Es decir, no hubo desgracias que lamentar, debido al despliegue policiaco ordenado por las autoridades --2 mil 200 policías preventivos, de tránsito y del cuerpo de granaderos, así como mil 200 policías judiciales, peritos y ministerios públicos, ubicados en las principales avenidas y plazas públicas, así como a las puertas de los planteles escolares.

Desde la UNAM, en el sur, y del Instituto Politécnico Nacional, en el norte, el flujo continuo de camiones y microbuses --repletos de estudiantes-- desquició el servicio de transporte público en amplias zonas de la ciudad desde el mediodía.

En el Zócalo capitalino algunos jóvenes rompieron vitrinas y saquearon comercios de joyas, ropa, discos y de objetos varios; además, agredieron a automovilistas y peatones, mientras los demás marchistas trataron de distanciarse de ellos sin éxito, debido a la estrechez de las calles.

El camarógrafo Gustavo Huerta, de Televisión Azteca, reportó en la séptima agencia investigadora del Ministerio Público el robo de su cámara, película, baterías y equipo, con valor de 25 mil dólares, a manos de estudiantes en el Zócalo capitalino, los que poco antes se habían enfrentado a vendedores ambulantes, quienes pretendieron defender sus puestos del saqueo.

Ante la cuarta agencia investigadora se denunció el robo de una tienda de aparatos electrónicos ubicada en las calles de Corregidora, por un monto también cercano a los 25 mil dólares.

Fueron los únicos dos ilícitos denunciados al caer la noche, cuando en la Plaza de las Tres Culturas ya no había nadie.


Contingente que se reunió en la Plaza de las Tres Culturas, según participantes: 120 mil.

Manifestantes, según la Secretaría de Seguridad Pública: 25 mil.

Inicio del mitin en Tlatelolco: 17:50 horas.

Terminación del mitin: 20:35 horas.

Oradores en el mitin en Tlatelolco: 13.

Oradoras en el mitin de Tlatelolco: ninguna.

Tiempo del trayecto de los marchistas que salieron del Zócalo hacia la Plaza de las Tres Culturas: 1 hora 30 minutos.

Camarógrafos de televisión despojados de su cámara: 1.

Autobuses que salieron de Ciudad Universitaria rumbo al Zócalo: 12.

Manifestantes que se fueron del CCH Vallejo en Metro a Tlatelolco: 400.

Contingentes que llegaron a Tlatelolco: 5.

Tiempo que duró cerrada la estación Zócalo del Metro: 3 horas 10 minutos.

Minutos de silencio que se guardaron en Tlatelolco en memoria de los caídos: 1.

Policías preventivos, tránsito y granaderos que guardaron el orden: 2 mil 200.

Policías judiciales que vigilaron planteles educativos: mil.

Autobuses y microbuses secuestrados: 75.

Averiguaciones previas relacionadas con actos vandálicos en el marco de las marchas: 2.

Heridos y lesionados reportados oficialmente: ninguno.


José Antonio Román y Alonso Urrutia Ť Protagonistas desde diversos ámbitos del 2 de octubre y hoy legisladores, hablaron sobre la masacre de Tlatelolco con los más diversos matices. Para el senador y dirigente priísta entonces, Alfonso Martínez Domínguez, ``es un suceso que debe olvidarse de la historia de México, es historia antigua que ya no debería abrirse''.

La opinión del diputado Armando López es radicalmente distinta. ``Fue un crimen de lesa humanidad que constitucionalmente no prescribe. Debe haber castigo para los culpables, no es una venganza, pero sí es la exigencia de justicia''. Integrante de la Comisión de la Verdad, dijo que por imposición de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política de la Cámara de Diputados, será el 6 de octubre cuando se presente el informe sobre el movimiento del 68.

Sin embargo, anticipó que de los datos que han podido recabar se desprenden responsabilidades claras que apuntan tanto al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, como al entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Alvarez.

El diputado aseveró que aun cuando la Comisión de la Verdad terminara sus funciones con la entrega de los materiales recopilados, no descartó que esa información pudiera ser utilizada por organizaciones para insistir en sus denuncias para que se conozca la verdad y se castigue a los culpables.

Entrevistado en el Senado, Martínez Domínguez aludió a las determinaciones del gobierno capitalino de declarar la fecha como día de duelo: ``Son absurdas'', dijo.

Es un ``hecho muy antiguo, y los que hablan de ella ni estuvieron ahí, ni tuvieron información; eran niños, de tal manera que esto lo están levantando algunos dirigentes de izquierda'', afirmó Martínez Domínguez .

Como historia antigua, ``ya no debería abrirse, pues no formó parte de ningún parteaguas en la vida de nuestro país''. El movimiento estudiantil, según dijo, fue local, no nacional, tampoco puede equipararse a lo que en esa época se dio en diversas partes del mundo, como Francia o Checoslovaquia.

Martínez Domínguez dijo que es absurdo recordar esta fecha, ``pues en lugar de borrar heridas se están agrietando más; eso no es bueno ni para Cárdenas''. Sin embargo, reconoció que estos hechos no deben repetirse.

No fue la postura de su coordinador y líder en el Senado, Genovevo Figueroa, quien dijo que muchos de los que hoy están en la actividad legislativa ``vivimos en carne propia lo que esa generación vivió. Es por ello que no queremos que vuelva a suceder un momento de represión a los movimientos juveniles''.

El también presidente de la Gran Comisión del Senado aseveró que hoy, quienes entonces participaron en ese movimiento, trabajan por ampliar los cauces de la vida democrática y de libertad. Enfatizó que el 2 de octubre debe quedar en la memoria histórica.

Por otra parte, en la Cámara de Diputados se inauguró una exposición pictórica del extinto senador y protagonista del movimiento de 1968, Heberto Castillo, así como una muestra fotográfica para conmemorar los hechos.

Presente en el evento, el coordinador parlamentario del PRD, Porfirio Muñoz Ledo, señaló que el 2 de octubre será una fecha que pasará a la historia mexicana del siglo XX, como lo es el 20 de noviembre. ``Fue un parteaguas de la historia contemporánea mexicana'', apuntó.

En la inauguración del evento se recordó la figura de Heberto Castillo, quien participó en el movimiento, y estuvo preso dos años en Lecumberri. Muñoz Ledo destacó que era un político tenaz y versátil.

A su vez, Armando López dijo que las conclusiones de los trabajos de la Comisión de la Verdad apuntan en señalar a Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría como los responsables de la masacre.

Dijo que aun cuando se recopilaron importantes materiales, no fueron suficientes para determinar el número de muertos. La primera cifra oficial dijo que eran siete, y la última --dada por Díaz Ordaz cuando era embajador en España-- afirmó que habían sido 40 las personas asesinadas, mientras que documentos recogidos en Estados Unidos dan cuenta de por lo menos 150 masacrados. Sin embargo, aseveró que así fuera una o más de 200 las personas asesinadas por sus ideas, es inadmisible el hecho.


María Esther Ibarra Ť Para Eduardo Montes, la conjura o conspiración comunista internacional que esgrimió el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz para remprimir de manera brutal al movimiento estudiantil de 1968, nunca ha sido probada. ``Fue una invención que él y todo el aparato gubernamental utilizaron para encubrir las causas verdaderas del estallido juvenil, que se pueden resumir en una sola cosa: democracia para el país'', sostiene.

El 19 de septiembre de 1969, Montes fue detenido, junto con otros integrantes del Partido Comunista Mexicano (PCM), porque el ``gobierno persistió en su idea de que los comunistas habíamos propiciado el movimiento estudiantil, con el propósito de tomar el poder; pero ni las organizaciones de izquierda o los propios estudiantes, algunos de los cuales miltiban en la Juventud Comunista Mexicana, se habían propuesto algo semejante''.

E insiste en que a pesar de que nunca se probó ese infundio, los jueces condenaron a los participantes del 68 a varios años de prisión por diversos delitos, pero ``teniendo siempre como argumento que habían sido movidos por intereses comunistas''.

Incluso, recuerda, ``luego de que el movimiento había concluido, el gobierno continuó deteniendo y encarcelando a muchos militantes comunistas o de organizaciones de izquierda''. Menciona que fueron casi 50 miembros del PCM los encarcelados en el penal de Lecumberri.

Es más, asegura Montes, la tendencia anticomunista que venía desde varios gobiernos anteriores, se manifestó abiertamente con Díaz Ordaz, ya que, explica, ``desde las primeras represiones que se dieron en julio del 68 y que desataron el movimiento estudiantil, los primeros presos políticos fueron integrantes del Partido Comunista. La policía allanó nuestras oficinas y se apoderó de los talleres del periódico que editabamos: La voz de México''.

Montes considera que el 2 de octubre ``fue un acto de venganza y de terrorismo para aplastar el movimiento, que desafió abiertamente al sistema. Este no pudo tolerar el reto de los estudiantes y quiso que fuera una acción ejemplar. Pero contrario a lo que el gobierno se proponía, este día fue el principio de la movilización de la izquierda, que después de una larga lucha venía pugnando por el ejercio pleno de los derechos democráticos de la ciudadanía, y cuyos resultados hoy estamos viviendo en gran medida''.

Aunque opina que el pliego petitorio de los estudiantes era visto como algo sencillo, en ese año resultaba ``un programa radical y un desafió directo al presidencialismo, a la actitud autoritaria y represiva de Díaz Ordaz, que asumió toda la responsabilidad del 2 de octubre, pero en el fondo fueron varios los funcionarios que de alguna u otra manera actuaron en la masacre estudiantil de la plaza de Tlatelolco ''.

Todavía hoy, advierte, muchos funcionarios del gobierno de Díaz Ordaz mantienen esa tesis absurda. ``Por lo menos, en diversas entrevistas, por ejemplo, el general Luis Gutiérrez Oropeza, en aquel entonces jefe del Estado Mayor Presidencial; empresarios como Juan Sánchez Navarro; el propio Echeverría y algunos miembros de la Iglesia, repiten la misma historia de la conjura comunista''.

Pausado al hablar, trae a su memoria, con indignación, las posturas aberrantes asumidas por personajes como Víctor Manzanilla Schaffer, ``quien siendo diputado por Yucatán afirmó aquello de que prefería ver tanques mexicanos matando estudiantes que tanques extranjeros en las calles de la ciudad de México''.

Y agrega: ``Se creó ese clima persecutorio, irracional, que secundaban también algunos medios de información, particularmente la televisión, que hacía eco a este infundio, como una forma de justificar la renuencia del gobierno para aceptar las demandas del movimiento estudiantil. Todo esto fue una forma de encubrir las razones verdaderas por las cuales el gobierno se opuso a las exigencias de los estudiantes''.

Abunda que el gobierno no se esperaba la magnitud que alcanzó la protesta estudiantil, porque anteriormente ``todos los movimientos sociales que hubo, de médicos, maestros, ferrocarrileros y otros sectores, eran fuertemente reprimidos o sus líderes cooptados o comprados''.

Así, concluye, ``el sistema no advirtió que ya no le funcionaba seguir controlando los movimientos de masas. Ya no pudo con sus viejos métodos y recurrió, una vez más, a la represión''.

Montes es de la idea de que se abran los archivos, ya que ``si bien no se van encontrar órdenes por escrito de disparar contra los estudiantes, se podrá constatar cómo se fueron armando las decisiones para reprimir a los jóvenes y quiénes, en lo personal, tuvieron una responsabilidad directa''.


Roberta Avendaño (La Tita), representante de la Facultad de Derecho en el CNH: ¡Mil veces valió la pena! Todos estos años pensé que la juventud estaba dormida y ahora me han demostrado que no es así. Vuelvo a tener la esperanza de que este pueblo podrá canalizar su entusiasmo... ¡adelante!, ¡venceremos!

Victoria América Ramírez, 56 años, ama de casa: No debemos dejar que se olvide el 2 de octubre. Yo era estudiante cuando esto pasó y desde hace 21 años he asistido a las marchas. Es muy emotivo; cada año se recuerda algo que el gobierno quisiera que se olvidara, pero lo tenemos presente porque seguimos con nuestra demanda de que se investigue. Con nuestro reclamo volvemos a recordar la masacre para que esto no suceda otra vez.

Claudia Mazuri Rangel, 25 años, estudiante universitaria: Lo que ocurrió el 2 de octubre fue que el gobierno tuvo una actitud autoritaria; ojalá y no vuelva a repetirse. Supe de lo que sucedió por mi madre; ella era estudiante cuando ocurrió la masacre y nos lo cuenta a mis hermanos y a mí para que no olvidemos que pasó porque nos dice que en la escuela y en los libros no nos lo van a enseñar. Si el gobierno abriera la información, y aunque se aclarara lo que realmente pasó, creo que no se dejaría de conmemorar este día, porque es como nuestra memoria. Que el 68 no se vuelva a repetir .

Carla Martínez Rivera, 17 años, estudiante del CCH: Estoy aquí por la memoria histórica, porque no debemos dejarla morir. El gobierno tiene miedo de que se junten muchos, muchos estudiantes, porque creo que ahora no se atrevería a volver a masacrarlos, como lo hizo en 1968. Cuando yo era niña, en primaria y secundaria no nos dijeron nada de lo que ocurrió. No fue sino hasta que llegué al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), cuando me enteré de lo que pasó .

Oscar Fernández, 17 años, estudiante del CCH: Fue un hecho lamentable que se hayan tomado esas medidas. No debemos olvidar el movimiento porque era una causa por la que luchaban los jóvenes. Era rebeldía, pero no sin razón; había argumentos y no pedían nada imposible. Mientras la vida continúe y mientras haya jóvenes, esto no se va a olvidar. Aquí estamos, somos una generación que no vivió el 68, que nacimos años después, pero por lo que nos han contado en nuestras casas, por lo que hemos averiguado y lo que hemos leído, decimos que no debemos dejar que quede en el olvido la lucha de los estudiantes a los que el gobierno masacró, porque ellos eran como nosotros. Querían vivir mejor, no les dieron la oportunidad.

Maritza Soto, 45 años, madre de familia: Soy profesora de educación física. Yo estuve aquí en 68. Era estudiante de secundaria, estaba muy chavita e iba a ingresar a la preparatoria. Llegando aquí se me puso la carne de gallina. Tengo un hijo que tiene 18 años que ya entró a la UNAM. Discúlpeme, pero estoy muy emocionada y casi no puedo hablar.

María Ruiz, 64 años, madre de familia: En el 68, tenía 34 años y vivía en la colonia Guerrero, vine con una amiga ese 2 de octubre. Y ahora, después de 30 años, vengo porque tengo mucha tristeza todavía. Mi hijo no vivió el 68, pero le he platicado a él y a mi nuera que es profesora. Me impresiona este mitin porque la gente responde al llamado de los estudiantes, porque en aquella época me parece que dejamos que los mataran. La gente del pueblo casi no participaba, pero ahora sí, ya participamos más porque ya no queremos otro Tlatelolco; que lo sepa el gobierno. Zedillo ya hizo otro Tlatelolco allá en Chiapas, y Figueroa en Guerrero, y en tantas otras partes lo han hecho.

Carlos Cerón Reyes, 20 años, universitario: Es un día de luto para todos nosotros ya que es un aniversario conmemorativo de la matanza de los estudiantes que peleaban por sus derechos, a los que el gobierno les envió todo lo que tenía a su alcance para masacrarlos, sin diálogo, sin razón; hubo exceso del gobierno para silenciar la protesta. Estamos aquí para que no se olvide esta fecha, para que no dejemos de salir a la calle a recordarlos y para exigir que de una vez por todas se aclare lo que pasó. Mientras haya jóvenes, mientras creamos en la libertad, lucharemos por ella.

Celina Ocampo Herrera, 50 años, madre de familia: Siempre vengo cuando hay una manifestación del 68. Es bonito recordar a los estudiantes que murieron, pero a la vez es muy triste porque cayeron muchos. No, mis hijos no vivieron el 68, pero a mí sí me dan ganas de venir. Vengo desde la colonia El Hierro.

Adelina Ruiz, 42 años, madre de familia: Me parece importante que la ciudadanía nos expresemos de esta manera. Hay diferentes generaciones aquí: quienes lo vivieron y aquellos que incluso aun nacían; es importante que conozcan no sólo la historia bonita, sino también la otra parte de la historia de este país. Habrá jóvenes a lo mejor sin mucha información pero con una gran interés de conocer.

Alberto Ortega, 28 años, joven campesino: Vengo con mis padres desde el estado de Guerrero. Nos sumamos a esta lucha de dignidad contra el gobierno. No viví el 68, porque todavía no nacía. Me impresiona la solidaridad del pueblo, veo que han participado muchas escuelas; entre ellas creo que viene la preparatoria popular de Tacuba, que dicen es también parte del movimiento estudiantil.

Carlos Arturo Reyes, 12 años, estudiante: Está bien este mítin por la matanza de estudiantes que hubo el 2 de octubre. Me he enterado por el periódico de lo que sucedió en el 68. Hay jóvenes que tampoco habían nacido al igual que yo, pero que están apoyando la marcha.

Claudia Reyes, 13 años, estudiante de secundaria: Es impresionante ver a tantos jóvenes que aunque no les tocó esa época, están apoyando. Me he enterado por el periódico y por cosas que me ha platicado mi mamá. En la escuela también lo hemos comentado. Hoy justamente pasamos a todos los salones les dimos una pequeña información de lo que fue el 68.

Javier Martínez, 9 años, estudiante: Nunca había venido a una marcha y quiero ver ahora cómo es una. Mi papá me explicó que era por el 2 de octubre y me platicaron en la escuela que se pelearon los estudiantes de la Universidad y el gobierno. Vine nada más a ver cómo era.

Iván Hernández, 10 años, estudiante: Vine a la marcha en apoyo de las señoras pero no sé nada, nada más que golpearon a muchos chicos. Es la segunda vez que estoy en una marcha, la otra fue por Chiapas.

Paola Cruz Torres, 18 años, estudiante de la Preparatoria 2: Vine por la memoria de los compañeros que murieron hace 30 años y para ver si se puede hacer algo contra lo que ellos lucharon. Sé poco sobre el 68, únicamente que murieron estudiantes en la Plaza de Tlatelolco.

René Montoya, 21 años, estudiante del Instituto Politécnico Nacional: Venir a la marcha es como tener una cierta hermandad con los estudiantes de aquel entonces y nosotros que siempre queremos un mayor nivel académico para poder mejorar la situación del país; queremos un país bello donde vivir. Es una forma de levantar la voz al gobierno para que también nos siga dando espacios y nos deje expresar lo que queremos.

Darío García, 17 años, estudiante de bachillerato: Vine a ver cómo se pone, a ver cómo son los marchas. Sólo sé de la matanza pero no sé quién mató a quién.