La Jornada viernes 2 de octubre de 1998

Luis Javier Garrido
La versión light

El gobierno de Ernesto Zedillo, hundido por el fracaso de su política económica, no puede ya ocultar su temor a la sociedad ante la sucesión presidencial del 2000. De ahí su reacción a los 30 años del Movimiento Estudiantil y Popular de 1968: buscando confundir a los mexicanos, dar a los jóvenes una versión light de lo acontecido, tratar de integrar al movimiento a la historia oficial y culpar a la vieja clase política de lo acontecido.

1. El gobierno mexicano, que en 1993, a los 25 años de la movilización que conmovió al país, guardó un casi absoluto silencio, en particular luego del Informe presentado por la Comisión de la Verdad de ese año, en el que se asentaba que el genocidio de Tlatelolco configuró un ``delito de lesa humanidad'' y que como tal no prescribe, ahora ha descubierto el 68 como una vía para legitimarse.

2. Tlatelolco fue una operación fríamente planeada, ejecutada y encubierta, en contra de los estudiantes y el pueblo, que no tuvieron más armas que las leyes en la mano, como lo demuestra La Estela de Tlatelolco, el valioso libro de Raúl Alvarez Garín que acaba de publicarse (Grijalbo, 1998, 340 pp.).

Fue un crimen de Estado cometido por el gobierno de Díaz Ordaz, que implicó no sólo a los miembros de su gabinete, del Ejército y de los cuerpos policiacos que tuvieron una responsabilidad, sino a todo un régimen, y el gobierno pretende ahora algo muy distinto.

3. La campaña oficial de desinformación sobre el 68 busca tergiversar esa evidente realidad y, a partir del miedo de quienes gobiernan ante el escenario del 2000, trata de reducir la responsabilidad oficial a Gustavo Díaz Ordaz y a Luis Echeverría, y culpar con ellos a la vieja ``clase política'', exonerando en consecuencia al Ejército y a los militares, así como al ``sistema'' en su conjunto. En la versión oficial de los hechos, se oponen por lo mismo los ``dinosaurios'', responsables del crimen, a los tecnócratas, olvidándose que a los mexicanos ya no se les puede engañar.

4. El gobierno de hoy es heredero directo del de 1968 con una diferencia: es mucho peor. Ha llegado a todos los extremos en la corrupción y el autoritarismo y no sólo está confundido con el capital especulativo sino con el narcotráfico y el crimen organizado.

5. La vida de México en la segunda mitad del siglo XX está atravesada por dos relámpagos que han marcado el curso de la historia, dándole múltiples significados al futuro inmediato y llenando de luz el destino de muchos: el Movimiento Estudiantil y Popular de 1968 y el levantamiento de los campesinos indígenas de Chiapas de 1994, y es muy significativo que en ambos casos la respuesta oficial haya sido la represión.

6. El gobierno actual tiene un doble lenguaje, y con enorme cinismo pretende montarse en la cresta de la conmemoración, pretendiéndose ``heredero del 68''. Si Salinas llegó a asumir que con él la generación del 68 habría llegado al poder, Zedillo se presenta como una víctima de entonces, que como estudiante de la Voca 5 fue golpeado por los granaderos según fotos publicadas hace poco (El Universal, 7 de septiembre) y que pretenden situarlo como un opositor a la vieja clase política (Milenio, núm. 55).

El Movimiento del 68 sería así tan solo, en la nueva versión oficial, una etapa en un supuesto proceso de democratización del país que culminaría nada menos que con el gobierno ``de Zedillo''.

7. La vasta campaña de desinformación también ha permitido a los mexicanos volver a leer 30 años después las mismas falsedades, mostrando que la verdad no se ha abierto camino del todo. Ernesto Zedillo, quien en 1992, como titular de la SEP, auspició un libro de historia de quinto año en el que se sostenía que el Ejército era el responsable de la masacre, ahora presionado por las fuerzas armadas tras su política errática en Chiapas, busca justificar a los militares con las mentiras de entonces, y así se sostiene que hubo unos cuantos muertos y que los estudiantes habrían disparado en Tlatelolco, que tenían ahí un arsenal y que el Ejército fue la víctima en la Plaza de las Tres Culturas. Como si nadie pudiese leer la versión de los corresponsales extranjeros presentes entonces, y reunida por Anne-Marie Mergier en ``Testimonios de Tlatelolco'', el extraordinario número especial de Proceso que acaba de aparecer.

8. El crimen de Estado del 68 no puede ni debe quedar impune, como deben también deslindarse responsabilidades por los crímenes cometidos en los gobiernos de Salinas y de Zedillo: los asesinatos políticos, Aguas Blancas, Acteal, El Bosque... Tlatelolco no es expresión de un México que ya se fue, sino que está vigente.

9. Hablando en la ciudad Guadalajara a finales de julio de 1968, Gustavo Díaz Ordaz calificó con desdén al Movimiento que entonces se gestaba, llamándolo ``una algarada sin importancia''.

Treinta años después sabemos que el Movimiento del 68, la más extraordinaria movilización social que el país hubiese conocido en muchas décadas, constituyó un momento de ruptura determinante en la historia del país, y que dejó una serie de lecciones esenciales a la sociedad, entre ellas la de que es urgente defender a ultranza las libertades democráticas y poner fin al autoritarismo del régimen.

10. Y que como lo decía Goethe en aquella frase que le gustaba citar a José Revueltas: ``Sólo es digno de la vida libre aquél que pasa sus días en lucha desigual''.