Teresa del Conde
Francis Bacon, la película

Dirigida por el cineasta experimental John Maybury, ex colaborador y discípulo de Derek Jarman, Love is the devil cerró el Foro de la Cineteca. Maybury conoce bien la pintura de Bacon, que jamás aparece en pantalla porque los derechos para filmarla no se consiguieron, además de que el presupuesto de realización debió ser escueto como aconteció con Caravaggio, de Jarman (1985) también auspiciado por el Instituto Británico de Cine. La productora es Clara Menage y el peso del filme recae en los dos actores principales, en los secundarios y en algunas de las secuencias que reseñan lo que puede denominarse ``el diseño de Francis Bacon'', mediante el mobiliario, las escenas eróticas y de grupo, la referida al casino donde Bacon juega a la ruleta y la de su inauguración en el Grand Palais, simultánea al suicidio de George Dyer.

Bacon, quien se consideraba inglés más que irlandés, fue después de Turner el primer británico invitado a exhibir de manera invidivual en dicho recinto. Muerto el pintor, el Centre Pompidou presentó 80 obras suyas en La toile dans un piege (La tela en una trampa).

La trama se basa en una narración soft porno: Prick up your ears, de Stephen Frears, sustentada en la relación Bacon-Dyer, vinculando la homosexualidad de los protagonistas con los acentuados grados masoquistas de Dyer, compaginables con el sadismo (cinematográfico) de Bacon y con sus procesos creativos, así como con su carácter, presto a las salidas humorísticas agresivas. En una de éstas se narra el acercamiento que intenta un pintor joven, que lo invita a ver sus trabajos. Bacon le responde: ``no tengo que ver tus pinturas, a través del pésimo gusto que tienes para elegir tus corbatas, puedo decirte que no tienes absolutamente ningún talento'', cosa que está en relación con el dandismo de Bacon, explícito en la escena en la que se maquilla ante el espejo.

Maybury deja ver algunos de los momentos en los que la relación entre ambos hombres va amorosamente más allá de los impulsos sadomasoquistas. Al respecto, cabe recordar que los trípticos (incluso el póstumo) donde aparece Dyer, así como sus retratos, están entre las mejores obras del pintor. Y aquí es donde las cosas fallan, pues si bien es cierto que Bacon podía ser insoportable, era también un hombre extremadamente culto, lector incasable, amigo de escritores, críticos e historiadores del arte (fue muy cercano a Michel Leiris, a quien le hizo un extraordinario tríptico) y entregado en cuerpo y alma a dejar obra perdurable, a pesar de que solía afirmar lo contrario, pues llegó a decir que lo suyo era ``pura mierda chic'', pero la aseveración en realidad era una bouttade, pues lo que le interesaba era trasladar a la pintura la brutalidad de los hechos (título de las entrevistas Bacon-Sylvester) cosa que hacía valiéndose de fotografías que coleccionaba imágenes en la tela y hasta donde se sabe no era afecto a realizar dibujos previos, aunque sí esquemas geometrizados, cosa que aparece bien ilustrada. La moción de recortar y coleccionar fotografías que servían a sus propósitos no está lo suficientemente connotada, aunque sí su gusto por visitar los rastros y es en esa escena en la que se logran los mayores aciertos cinematográficos.

Lo impresionante es el parecido entre el actor Derek Jacobi y el pintor. Casi pareciera ver a Bacon en pantalla, pero hay un desfase en la edad. El Bacon del filme es más viejo que el Bacon de 1972-73, lo que puede cotejarse mediante la fotografía que le fue tomada en 1988 en el metro londinense (publicada en mi ensayo Tres maestros, Grijalbo-UNAM, 1997) que sirve para armar una escena. En cambio Dyer, protagonizado por Daniel Craig, también parecido al original, sí se corresponde con la edad que el atormentado sujeto tenía. Sus sueños y pesadillas, tratadas a modo de presagio suicida, están entre las mejores secuencias que sobre sueños se han filmado en el cine de hoy.

La frase que el cineasta atribuye a Dyer: ``Bacon y yo somos extremos opuestos del spectrum: A él le gustan los camioneros de mediana edad y a mí los chicos jóvenes'' en realidad corresponde a William Burroughs. Fue emitida en Tánger y entresacada por Ted Morgan, de una conversación que sostuvieron el pintor, Burroughs y Paul Bowles en la casa de este último. Tampoco es cierto que Bacon pintara borracho, jamás lo hacía: era la cruda (dijo) el estado que más le convenía. Se trata de licencias que no ayudan a la trama, tan bien narrada visualmente, pese a que como dije antes no hay una sola pintura de Bacon presente, pero sí los ingredientes irónicos que las armaban, comenzando por el estudio del pintor y los desnudos de Dyer. El actor posa y se mueve siguiendo en todo las composiciones baconianas. Este recurso es el que mayormente relaciona a Maybury con el tratamiento que Jarman dio a su Caravaggio.