La Jornada 28 de septiembre de 1998

Inconcebibles, los argumentos contra el voto fuera del país, dice Zebadúa

José Gil Olmos Ť En las últimas semanas, la posibilidad de que al menos 7 millones de mexicanos que viven en el extranjero -sobre todo en Estados Unidos- puedan votar en la próxima elección presidencial ha generado opiniones encontradas. Posible violación a la soberanía nacional, estimaciones de costos por más de mil millones de dólares e incluso la inexistencia de este derecho en la Constitución, han sido los puntos donde se ha centrado el debate.

Emilio Zebadúa, consejero del Instituto Federal Electoral (IFE), considera que los argumentos al respecto del secretario de Gobernación, Francisco Labastida, y del ex titular de la misma dependencia, Jorge Carpizo, son ``inconcebibles'', ``absurdos'' y ``ligeros''.

Según el encargado de la comisión de apoyo al grupo de especialistas encargados de elaborar el proyecto del voto de los mexicanos en el extranjero -que tendrá que entregarse el 12 de noviembre-, detrás de estos argumentos ``sin sustento'' está en realidad el rechazo de reconocer como mexicanos a quienes por distintas circunstancias radican fuera del país y que anualmente le entregan a éste 5 mil millones de dólares.

El rechazo de Labastida y Carpizo

-Las posiciones del gobierno y de ex funcionarios como Jorge Carpizo parecen indicar que se está rechazando de antemano el proyecto del voto de los mexicanos en el extranjero, ¿no es así? -se le pregunta.

-Yo veo, por un lado, que el IFE ha cumplido con lo que la ley le señala como una obligación, que es realizar una serie de estudios para determinar las distintas formas en que se puede organizar la elección en el extranjero. Esta es una etapa que el legislador consideró indispensable que se realizara para poder estar en la posibilidad, en su momento y en el seno del Congreso de la Unión, de llevar a cabo una discusión seria y objetiva sobre argumentos sólidos y respaldados por estudios -responde Zebadúa.

``Por otro -añade-, veo que este asunto es demasiado complejo como para que se debata con base en suposiciones o especulaciones. A mí me parece que lo responsable y serio es lo que el IFE está haciendo: los estudios necesarios para saber en qué términos se puede llevar a efecto el proceso electoral del 2000. Al mismo tiempo he observado que han ido surgiendo voces distintas con argumentos, la mayoría de ellos sin sustento, en contra del proyecto. Me parece que lo responsable para un tema tan importante es tomar en cuenta los estudios que están realizando los expertos y que serán dados a conocer a la opinión pública después del 12 de noviembre''.

-¿No tiene sustento lo que han señalando Jorge Carpizo y el mismo secretario de Gobernación, Francisco Labastida, de que el voto en el extranjero no está reconocido en la Constitución?

-El comentario que comparten es equivocado. Es claro que hoy en día los artículos 35 y 36 de la Constitución establecen el derecho de los mexicanos de votar en las elecciones, independientemente de dónde se encuentren localizados. No hay una restricción de carácter territorial, como la había antes. Esto, aparentemente, lo han cuestionado el secretario Labastida y el ex secretario Carpizo. Me parece un tanto inconcebible que no se viera en la Constitución ese derecho por parte de quienes son especialistas en la materia.

``El argumento de que se vulneraría la soberanía si los mexicanos en el extranjero pudieran votar -puntualiza-, me parece tautológico, en el mejor de los casos, y absurdo, en el peor, por la simple razón de que, en primer lugar, la soberanía se constituye por la voluntad de los ciudadanos. Los mexicanos en el extranjero y dentro del territorio nacional constituyen esta voluntad que integra la soberanía popular. El que los mexicanos voten en una elección no puede, por definición, vulnerar la soberanía''.

Las elecciones presidenciales

Zebadúa se refiere enseguida a la consideración de que el voto en el extranjero pudiera ser determinante en el resultado en la elección presidencial: ``En primer lugar diría que no podemos, como autoridad electoral, y nadie puede hacerlo, subordinar el voto de un ciudadano mexicano a la posible dirección que pueda tener el mismo voto. No se puede decir que el derecho al voto se va a otorgar de acuerdo a como suponemos que el ciudadano va a votar. El ciudadano es libre de hacerlo en el sentido que desee. Los mexicanos, de acuerdo con la Constitución, independientemente de dónde vivan, tienen el derecho a votar y no podemos subordinar ese derecho a cómo pensamos que puede votar un determinado grupo de ellos.

``Además -añade-, quienes han mostrado este argumento no han presentado evidencias o estadísticas que demuestren cómo podría un número de votantes potenciales -unos 7 millones en el extranjero, para el año 2000- influir en una elección, por cerrada que sea, en la que habrían de participar potencialmente más de 50 millones de ciudadanos que integrarán el padrón electoral para entonces. Según mis cálculos, por cerrada que esté una elección difícilmente el voto proveniente del extranjero podría modificar el sentido de la votación nacional.

-¿Por qué, entonces, se han dado estas expresiones? ¿Podría ser una estrategia para impedir el proyecto?

-No iría tan lejos como para creer que hay una estrategia, porque el proyecto ha avanzado desde enero de 95, cuando el presidente Zedillo y los partidos suscribieron un acuerdo político nacional que incluye el voto de los mexicanos en el extranjero. Más aún cuando los partidos políticos que formaron el Congreso en 1996 reformaron la Constitución para abrir esta posibilidad y otorgar a todos los mexicanos el derecho de votar, independientemente de dónde se encuentren.

``Lo responsable, lo serio, es esperar el estudio de los especialistas y debatir en torno a elementos objetivos, reales y materiales, cosa que no se ha hecho hasta ahora'', expone.

-¿Existe temor a quién, miedo a qué?

-No conozco los motivos que llevan a constitucionalistas destacados, como Carpizo, a adelantar argumentos sin fundamento en contra de ese proyecto. Me parece que sus preocupaciones, sus miedos sobre una posible injerencia en la soberanía mexicana son absolutamente ligeros y banales, no toman en cuenta el principio del derecho constitucional de los mexicanos a votar. En segundo lugar reflejan también un desprecio o una ignorancia a la población mexicana que habita en otros países y que, por distintas circunstancias, tuvo que ir a vivir y a trabajar a otros países, principalmente a Estados Unidos. Además es una población que contribuye al desarrollo del país con alrededor de 5 mil millones de dólares anualmente. Yo caracterizaría esas inquietudes como infundadas y ligeras.

-¿Es viable el proyecto?

-Hasta el momento, la comisión ha entregado dos informes en donde se muestran avances muy significativos que empiezan a delinear distintas modalidades, todas ellas viables y factibles. Los trabajos siguen avanzando para entregar el informe el 12 de noviembre con un menú de opciones y modalidades para organizar las elecciones en el extranjero, todas ellas factibles. Una vez que lo tengamos, será analizado en el Consejo General y luego enviado al Congreso de la Unión, que tendrá la ultima palabra.