La perinola parece estar cargada. Cada vez que le damos vuelta cae marcando un ``todos pierden''. En la economía hemos vuelto a entrar en un periodo de fuerte inestabilidad financiera; los intereses llegan a fluctuar hasta 10 puntos porcentuales por semana y están en un nivel del orden de 40 por ciento; el tipo de cambio se instaló ya en un escalón por encima de 10 pesos por dólar y la inflación en la primera quincena de septiembre fue de casi uno por ciento. El escenario de hace apenas unas semanas, cuando se había ya incluso registrado plenamente el impacto de la caída del precio del petróleo y se sentían ya también los efectos adversos del comportamiento de los mercados internacionales de dinero y capital, ha cambiado de modo significativo.
Hoy ya no se puede sostener que la recuperación económica se podrá mantener en este año, y menos aún hasta el fin del sexenio, con altas tasas de crecimiento (5 por ciento anual era la meta oficial) tampoco es sostenible una expectativa de inflación de 12 por ciento para diciembre, e igualmente se rebasará la previsión de un déficit en cuenta corriente de 10 mil 800 millones de dólares. Sin embargo, la Secretaría de Hacienda no modifica sus metas económicas para 1998, pues no quiere validar el nuevo estado de las expectativas. Pero ya está validado y dicha postura tampoco contribuye a modificar el cambio que ya se registró en el comportamiento de los agentes económicos. De modo efectivo ese escenario ya está rebasado y lo que hay es mayor incertidumbre. Mientras unos altos funcionarios declaran que la economía va bien, otros medianos funcionarios anuncian dos años difíciles por delante e incluso indican que el presupuesto federal para 1999 será igual en términos reales al de este año. Convendría que dijeran si se refieren al presentado originalmente al Congreso y aprobado en diciembre pasado, o al actual, que ya registra tres recortes más la restricción impuesta después del desastre natural en Chiapas. En todo caso ya es cierto que habrá menor inversión pública en áreas estratégicas como la infraestructura petrolera y eléctrica.
Las contradicciones que provoca el entorno económico se han puesto claramente de manifiesto en las comparecencias de los secretarios Gurría y Blanco durante la glosa del cuarto Informe de Gobierno, y también en las fricciones que ocurren en los comités de alto nivel para negociar el Fobaproa en torno a la figura del subsecretario Werner. Están presentes, asimismo, en el debilitamiento progresivo de tres figuras clave en la gestión de la crisis bancaria: el gobernador Ortiz del Banco de México, el presidente Fernández, de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y el director Arrigunaga, del Fobaproa.
Y en el terreno de la negociación política la perinola tampoco tiene buenas marcas. El enfrentamiento entre Gobernación y los partidos de oposición es cada vez más evidente. Se sigue cuestionando la forma de conducción del problema con el EZLN y no se avanza en los acuerdos de lo que se ha denominado el pacto de gobernabilidad. La presentación del secretario Labastida ante el Congreso puso de manifiesto las grandes divergencias al respecto, y hasta se lavó en público la ropa sucia del propio PRI en el Senado.
Mientras tanto, estamos ya instalados en el horizonte del año 2000 con las elecciones presidenciales y para el Congreso. Pero antes de eso hay que terminar este sexenio con una base firme de resolución de la crisis bancaria y un esquema de política económica que modifique el entorno depresivo que se está definiendo. Esto apunta especialmente al área fiscal, donde aún no surgen propuestas de política para fortalecer los ingresos públicos y para contar con un presupuesto, que no genere mayores restricciones y sobre todo que sea funcional en cuanto a la asignación de recursos cada vez más escasos (y necesidades cada vez mayores). Quienquiera que gobierne en el 2000 va a necesitar bases económico-institucionales más firmes de las que hoy existen y de acuerdos políticos convincentes con compromisos firmes entre las fuerzas políticas. La legitimidad no sólo de los resultados electorales, sino de la capacidad de gobernar será clave para el país en ese periodo de transición.
¿Cómo descargar la perinola y generar acuerdos políticos y económicos entre gobierno, partidos políticos y sociedad que funcionen? Antoine de Saint-Exupéry dijo lo siguiente en un cuento sobre gente que se llamaba Todos, Alguien, Cualquiera y Nadie. ``Había que hacer un trabajo importante y Todos estaban seguros de que Alguien lo iba a hacer. Cualquiera lo podría haber hecho, pero Nadie lo hizo. Alguien se enojó por esto, porque era el trabajo de Todos. Cada uno pensó que Cualquiera lo podía hacer, pero Nadie se enteró de que Todos no lo iban a hacer. Todos culparon a Alguien, cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho''.