Sin embargo, las últimas batallas dentro del PRI dejaron severos daños a las estructuras locales en Baja California, Hidalgo, Guerrero y Quintana Roo.
En todo los casos, las consultas han concluido en remakes del tapadismo, mismo que se mantiene como tradición inamovible del sistema político mexicano, a pesar de los intentos democratizadores.
Chilpancingo, Gro.- Las consultas internas del PRI para elegir candidatos a gobernador fueron lo mismo aquí que en Baja California Sur, Hidalgo y Quintana Roo. Los actuales gobernadores pelearon contra las bases, organizadas bajo liderazgos locales y envalentonadas por el arropamiento de cacicazgos marginados.
El PRI luchó contra el PRI, incentivado por su propia dirigencia, que movió las aguas internas en esos cuatro estados y decidió que entre catorce prospectos habrían de surgir los candidatos a las cuatro primeras gubernaturas que se disputarán en el 99.
Las colisiones fueron inevitables.
Así, en Hidalgo, a José Guadarrama de nada le sirvió su experiencia como alquimista electoral en su intento por derrotar al gobernador Jesús Murillo Karam, quien privilegió a Manuel Angel Núñez.
En Quintana Roo, a Addy Joaquín Codwell y a Jorge Polanco les fue insuficiente contar con apoyos en amplias franjas del priísmo local, ante la reconciliación del gobernador Mario Villanueva y Joaquín Hendricks, quien por órdenes del mandatario, había pasado los últimos cuatro años fuera de la entidad.
En Baja California Sur, la alianza entre el gobernador Guillermo Mercado y el empresario Antonio Manríquez se impuso a las bases, pues ambos apoyaban a Leonel Cota Montaño. Pero ninguna dificultad se vislumbraba allá, porque la cuota de cargos al Ejército quedó cubierta con el ganador.
En Guerrero, no fue sólo el pleito a la ``Kramer vs. Kramer'' que encaró a Rubén Figueroa Alcocer con Angel Aguirre. También hubo visos de las primeras luchas entre facciones priístas, en la víspera del 2000.
Esta vez, la batalla de Guerrero involucró también a Francisco Labastida en contra Carlos Rojas.
El domingo 20 quedó demostrada la ineficacia del método aplicado por la dirigencia nacional.
En la prueba final -las elecciones directas-, el abuso en las acciones de cooptación, manipulación y conteo por los actores involucrados fue la tónica.
La comedia del dedazo dio paso a la farsa de la consulta interna.
El saldo final: grupos lastimados por las derrotas, serias acusaciones por ``la ilegalidad'' de los procesos, nuevas renuncias, la promesa de depurar los métodos implantados... y el resurgimiento de los gobernadores como pacificadores de los ánimos caldeados.
La consulta desarrollada en Guerrero deja ver con claridad los defectos del método priísta.
Guerrero es tierra de caciques. Y como caciques se comportaron los actores políticos que intervinieron en la consulta priísta.
Hubo de todo: un frustrado intento de dedazo, un manejo torpe del proceso, el despilfarro de recursos, maniobras fraudulentas de mapaches y otras -no menos fraudulentas- de brigadas antimapaches, el acarreo de votantes, el rasurado del padrón, el taqueo, la abierta manipulación, el albazo informativo...
La intentona del gobernador Aguirre de hacer candidato al alcalde de Acapulco, Manuel Añorve -con el uso indiscriminado de recursos oficiales para hacerla prosperar- fue bloqueada por los priístas locales, con el respaldo del ex gobernador Rubén Figueroa.
Ambos bandos jugaron con respaldo de políticos del centro. Y mientras Aguirre obtuvo el respaldo de Francisco Labastida para su ``delfín'', Juárez Cisneros usufructuó los frutos de su añeja amistad con Carlos Rojas... y con Ernesto Zedillo.
Poco más de 363 mil 300 electores -sin contar a varios miles que no pudieron sufragar- acudieron a las urnas en todo el estado. Fueron más de los que votaron por los candidatos que el PRI postuló para la elección federal de julio de 1997.
Angel Heladio Aguirre nunca había cruzado palabra con Francisco Labastida Ochoa, sino hasta que llegó como gobernador interino, en 1996. Inicialmente, el trato entre ambos era institucional.
Pero el entonces secretario de Agricultura comenzó a hacer visitas frecuentes a Acapulco, la mayoría de ellas no laborales.
El gusto del sinaloense por Guerrero ha hecho que entre ambos políticos se desarrolle una amistad que bien pudo haber marcado el curso del proceso interno en el PRI.
Aquí trascendió que Aguirre Rivero solicitó -y obtuvo- una audiencia con el secretario de Gobernación, para presentar a Añorve con Labastida y solicitarle que le fuera permitido participar en la contienda interna.
Eran los últimos días de agosto, precisan quienes conocen del incidente. Relatan que Aguirre Rivero señaló al alcalde con licencia como ``la opción más segura'' para Guerrero. Y que solicitó el apoyo del funcionario federal en esta ocasión, dejando en prenda de que ``cuando fuera necesario'', los guerrerenses le corresponderían.
Juárez Cisneros conoció parcialmente de estos hechos por boca del gobernador. Cuando se registró Añorve, éste lo llamó a audiencia y le pidió disciplina, ``pues ya había habido una decisión del centro''.
El mandatario le dijo que era un político joven y que podía tener otras oportunidades. Le ofreció 20 millones de pesos para resarcir la inversión hecha por los juaristas, y la posibilidad de que fuera reposicionado dentro de la política local.
Ocurrió entonces el rompimiento. Juárez presentó su renuncia como secretario de Planeación del gobierno estatal y llamó al priísmo guerrerense a respaldar su candidatura. Emprendió una lucha ``por la dignidad'', contra la imposición.
¿Qué le dio arrestos a René Juárez para enfrentarse con el poder de Guerrero?
Sin duda, el respaldo de amplios sectores de la entidad, dicen colaboradores suyos. Pero reconocen que siempre contó con el apoyo de Carlos Rojas Gutiérrez -ahora secretario general del PRI- e indirectamente del presidente Ernesto Zedillo.
Incluso -precisan-, fue inmediatamente después de la llegada del mexiquense al PRI cuando se empezó a orquestar la precampaña que lo hizo llegar a la candidatura.
Rojas y Juárez Cisneros se conocieron hace 15 años, por intermediación de Héctor Manuel Popoca Boone, entonces secretario de Planeación del gobierno estatal. Rojas era director del Programa de Atención a Zonas Marginadas de la Secretaría de Programación y Juárez era funcionario de la dependencia local.
La amistad surgida entre ambos se fortaleció con el paso del tiempo y con el ascenso de ambos personajes. Juárez Cisneros fue alcalde de Acapulco entre 1989 y 1991. Muchas veces fue anfitrión del subsecretario de Desarrollo Regional y del último secretario de Programación y Presupuesto: Ernesto Zedillo Ponce de León.
PRI vs. PRI
Al iniciar 1998, entre las contiendas internas que el PRI debía resolver en el corto plazo, la de Guerrero auguraba dificultades.
René Juárez Cisneros, ex alcalde de Acapulco, ex dirigente estatal del PRI y secretario de Planeación en funciones, se perfilaba como el ``delfín'' del gobernador Aguirre.
El ambiente político se empezó a calentar poco después de Semana Santa. Pero fue hasta julio cuando las cosas comenzaron a desembocar... por intermediación misma del mandatario estatal.
Fue el gobernador Angel Aguirre Rivero quien destapó a once ``precandidatos''... pero no incluyó al alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños, quien parecía estar desinteresado en la sucesión.
Aguirre Rivero llamó a cada uno de los aspirantes a reuniones privadas. Con Juárez Cisneros llegó a un ``pacto'' que los aliaba en la sucesión. A los demás aspirantes prometió imparcialidad.
Ninguna cosa cumplió.
Para el 26 de agosto, el CEN del PRI informó que se abrirían los procesos para seleccionar candidatos en Guerrero, Hidalgo, Baja California Sur y Quintara Roo. Cuatro días después, el plazo de inscripción se abrió y Añorve solicitó licencia en Acapulco para competir en la contienda interna.
Mientras su primo se inscribía, Aguirre Rivero y Juárez Cisneros viajaban rumbo a la ciudad de México. En ese momento cualquier posibilidad de rebelión quedó anulada.
Los seis precandidatos presentaron un recurso de impugnación por el dictamen de la comisión que validó el registro de Añorve. No tuvieron éxito, pero el intento sirvió para activar contactos y formar un ``frente común'' antiaguirrista.
Actuaron siempre en bloque. Incluso, juntos se reunieron con el líder nacional del PRI, Mariano Palacios Alcocer, para exigirle que el proceso se efectuara con equidad y sin injerencias gubernamentales.
Para evitar que las pugnas los rebasaran -no sólo aquí, sino en los cuatro estados en competencia- el CEN del PRI ordenó que los aspirantes realizaran actos conjuntos de proselitismo. Una especie de ``pasarela'' en la cual la fuerza política de cada uno se demostró, en función del número de acarreados que conjuntaran.
Desde que iniciaron -el 4 de septiembre- las reuniones conjuntas estuvieron sin control. En Arcelia, hubo un primer conato de enfrentamiento. Luego, los ánimos caldeados casi se desbordaron en San Marcos.
Al final, el 13 de septiembre ocurrió un enfrentamiento entre añorvistas y juaristas en Atoyac, que dejó un saldo de cuatro priístas heridos.
La Rebelión
Fue la agenda de septiembre:
En reuniones con grupos pequeños, el gobernador citó a reuniones a los 45 alcaldes priístas para solicitarles que apoyaran a Añorve. Posteriormente, su secretario particular reforzó las peticiones.
El secretario de Finanzas, Pedro Velázquez Peña, amenazó a los ediles con restringirles las entregas de recursos si no se comprometían con el precandidato oficial.
Humberto Salgado Gómez, secretario general de Gobierno, instruyó a los integrantes del gabinete y a los mandos medios de la administración estatal para brindar ``todo tipo de facilidades'' a Añorve.
La esposa del gobernador, Laura Rocío Herrera, hizo abierto proselitismo por Añorve. Incluso, llegó al grado de regañar a los alcaldes.
Sólo unos incisos de la larga lista de quejas que acumularon los precandidatos para dar cuenta de que el gobernador Aguirre Rivero utilizó a la estructura burocrática para apoyar a su candidato.
Esas quejas fueron enviadas al PRI nacional y a la Secretaría de Gobernación. Nadie intervino.
Al final, Aguirre Rivero perdió la batalla.
Magos contra armadillos
Con suficiencia, los adversarios de Añorve acreditaron la presencia en la entidad de un grupo de ``expertos electorales'' que operaría en favor del alcalde con licencia.
Fue un equipo de lujo, al frente del cual estuvieron Humberto Romero Cándano y César Augusto Santiago.
En Acapulco, Santiago y Romero fueron localizados en el hotel Mayan Palace. Los centros operativos de los asesores añorvistas -les llamaron Los Magos, por el apodo de su jefe- fueron localizados en los hoteles María Isabel, de Iguala; Marbella, de Acapulco, y Jacarandas, de Chilpancingo.
Con ellos estuvo Efraín Leyva Acevedo, oriundo de Guerrero y actual delegado del CEN priísta en Oaxaca.
En el equipo -denunciaron- también participaba el ex diputado Augusto Gómez Villanueva, pero su presencia nunca se acreditó en la entidad.
Para René Juárez trabajó un equipo local de especialistas electorales, que fue bautizado peyorativamente como Los Armadillos por los añorvistas.
Los operadores principales fueron: Jorge Joseph Zetina, ex funcionario del Registro Nacional de Electores; Rafael Encarnación, Antonio Pastor, ambos ex integrantes del ayuntamiento de Chilpancingo, y Chopin Galeana.
Los expertos traídos del centro se encontraron, sin embargo, con dificultades no previstas.
El día D
De las 10 de la mañana a las cinco de la tarde los priístas guerrerenses pudieron votar.
Reportes de los cuarteles de los precandidatos revelan que casi 30% de las mesas -principalmente en los municipios grandes- cerraron antes de la hora programada. Y que una gran parte de ellas habían abierto a las 7 de la mañana.
¿Por qué, entonces, no hubo reportes oficiales sobre las tendencias de la votación, sino hasta 26 horas después?
El motivo, se confirmó después, era el jaloneo entre los juaristas, el gobernador y la dirigencia nacional del PRI.
Operadores del equipo de Juárez Cisneros y periodistas locales conocieron de llamadas por teléfono celular del gobernador Aguirre al presidente de la comisión para que obstruyera el flujo informativo.
Supieron también que Aguirre fue el promotor de un ``madruguete'' añorvista, mediante el cual se intentó dar a conocer resultados preliminares, que daban una ventaja de 2 mil votos a Añorve.
Los juaristas lo evitaron, porque llevaban copias de casi 50% de las actas levantadas.
Al día siguiente, hubo confusión: en Acapulco, seguidores de Añorve amagaron con realizar manifestaciones en protesta por ``el fraude'' supuestamente cometido por Juárez -una de ellas se efectuó-; mientras, en el CEN del PRI era recibido Nogueda Otero.
Otros dos precandidatos -Guadalupe Gómez Maganda y Porfirio Camarena- se trasladaron a la capital para entrevistarse con directivos priístas; las huestes de Juárez estaban preparadas para tomar las instalaciones del PRI estatal.
En la ciudad de México, a las 19 horas, el CEN del PRI emitió un comunicado para informar sobre los resultados finales de las consultas realizadas en Guerrero y Baja California Sur.
A las ocho, en Chilpancingo, Nogueda Otero daba a conocer el triunfo de Juárez Cisneros... con cifras que no coincidían con las reveladas por el CEN priísta.
Oficializado el triunfo de Juárez Cisneros, Manuel Añorve y el gobernador Angel Aguirre se encerraron a piedra y lodo. El precandidato derrotado reiteradamente se negó a recibir a los reporteros que acudieron a su casa en busca de una entrevista.
El martes 22, Juárez Cisneros se trasladó a Acapulco para invitar personalmente a Añorve a la entrega de su constancia, lo cual legitimaría el proceso. Fue misión imposible.
Al mediodía del miércoles 23, en un acto realizado en la sede priísta, René Juárez Cisneros recibió su constancia de mayoría, ante apenas 2 mil simpatizantes.
En la tradicional cargada, sobresalió la presencia de dos antiguos adversarios: Florencio Salazar y Carlos Vega Memije. También llamó la atención la ausencia de los demás involucrados.
El discurso del candidato ungido versó sobre dos temas: un llamado a la ``unidad con humildad'' que lanzaba a sus correligionarios, y el exhorto a la creación de un nuevo proyecto político para Guerrero.
``Los guerrerenses no quieren violencia, odio, rencores. Quieren paz, trabajo, oportunidad, paz... y un liderazgo que permita consensar sus aspiraciones, su esperanza y sus sueños. Un liderazgo que sea plural e incluyente para todos''.
Cuando terminó el acto partidista, el candidato y sus colaboradores se trasladaron a Casa Guerrero, donde los esperaban Angel Aguirre Rivero y Manuel Añorve Baños.
Se reunieron por espacio de 45 minutos. La versión oficial indica que en presencia del mandatario, ambos políticos firmaron un ``pacto de solidaridad y compromiso partidario'', aunque Añorve y Juárez jamás intercambiaron palabra.
Al término de la reunión, el gobernador Aguirre fustigó a los ``agoreros'' que habían pronosticado una debacle para el PRI.
Y Aguirre se asumió como líder nato del priísmo local. Anunció que en los próximos meses, ese partido renovará su también en consultas a las bases y dijo que él trabajará por la reconciliación de la clase política guerrerense.
``Finalmente, soy el responsable político de la entidad. Desde luego, estaré muy de cerca de esos dirigentes sociales para que se sumen plenamente a las tareas de campaña.... tendremos que implementar un bálsamo para que aquéllos que les haya quedado alguna heridita se las podamos curar''.
Sólo el PRI y el PRD han aparecido como los grandes receptores de votos en el panorama electoral de Guerrero de la última década.
La polarización entre esas organizaciones ha llegado al grado de que en la última elección la diferencia entre ambas fuerzas apenas fue de 40 mil votos.
Entre 1989 y 1996 el PRD observó un crecimiento desorbitante. Pasó del 10.95 a 31.63% de la votación estatal.
En la última elección de gobernador (1993), el PRI ganó con 63.5% de los votos por 29.6% del PRD. Hace dos años -cuando hubo elecciones intermedias-, la oposición ganó 20 presidencias municipales -entre ellas, las de Taxco (PAN) e Iguala (PRD)- y una decena de diputaciones locales de mayoría.
El decrecimiento del PRI fue proporcional. En ese mismo lapso descendió del 61.16 a 48.9% de los votos.
En octubre de 1996 sufragaron 20% más ciudadanos que en la presentada en 1990, aunque el padrón creció casi en la misma proporción. En 1990 apenas votaron 29.5% de los inscritos en el padrón electoral. En 1996, lo hicieron 50.12%
Las elecciones federales de 1997 arrojaron resultado dramático. El PRI y el PRD prácticamente resultaron empatados en el número de votos (44.7 por 41.5% de los votos). El PRD ganó cuatro de las 10 diputaciones federales de mayoría. Y lo hizo en los distritos de mayor densidad poblacional. Los dos de Acapulco y los dos de la Costa Chica.
En un sentido amplio, las consultas convocadas por ambos partidos para elegir a sus candidatos a gobernador son un indicativo de su actual potencial electoral.
Hace una semana, el PRI logró movilizar a 363 mil 300 potenciales electores.
Apenas hace cuatro semanas, el PRD logró que 140 mil guerrerenses salieran a las urnas y se expresaran en la consulta pública sobre el Fobaproa.
Este domingo se verá cuál es la proyección perredista.
Han pasado 26 meses, desde que Angel Aguirre Rivero llegó forzadamente a la gubernatura, luego de la intempestiva licencia que solicitara Rubén Figueroa Alcocer ``para no entorpecer'' las investigaciones de la matanza de Aguas Blancas.
Incluso, se tuvo que ir del estado el hijo del Tigre de Huitzuco y las muchas de las figuras políticas que integraban su gabinete dejaron sus cargos. Pero no por eso desapareció el figueroísmo.
El gobernador sustituto tuvo que emprender sus tareas con un gabinete ``prestado'', y los alcaldes y diputados locales que se eligieron tres meses después de su llegada no fueron propuestos por él, sino por Rubén Figueroa
Tampoco el PRI era del gobernador. Su presidente, Raúl González Villalba, y su secretario general, el diputado Héctor Vicario Castrejón, son connotados figueroístas Y otro miembro de ese grupo quedó como encargado de la conducción del proceso interno: el ex gobernador Israel Nogueda Otero, quien fue el interino de Figueroa padre, cuando estuvo secuestrado.
Sólo la administración estatal estuvo exenta de figueroístas. ``Eran pocos los aguirristas'', dicen analistas locales. Y eso se demostró en el proceso interno.
Los figueroístas se reagruparon, la mayoría en torno a René Juárez Cisneros. Aunque algunos trabajaron para Manuel Añorve.
Con el alcalde de Acapulco fueron: Zótico García Pastrana, oficial mayor en la administración de Figueroa padre y coordinador del Congreso local al iniciar este sexenio; Raúl Salgado Leyva, ex contralor, y Celso Villavicencio, ex diputado local que controlaba La Montaña para el gobernador con licencia.
Con Juárez jaló la mayoría: los dos secretarios de Gobierno que tuvo Figueroa como gobernador (Fermín Gerardo Alvarado y Rubén Robles Catalán, quien fue destituido por los hechos de Aguas Blancas), Juan Salgado Tenorio, alcalde de Acapulco con licencia (fue destituido luego del huracán Paulina); Gustavo Olea, ex director de la Policía Judicial; Antonio Alcocer Salazar, ex procurador...
El mensaje fue entendido: el cacique jugaba con todas las cartas.
Trascendió que las últimas dos semanas -las de la pasarela de los precandidatos-, el ex gobernador las pasó en la entidad (yendo de Acapulco a Chilpancingo), entrevistándose con líderes locales y solicitando apoyos para Juárez Cisneros.
Fue impresionante: el domingo 20,
91% de los ciudadanos contemplados participaron en la consulta interna
del PRI en Guerrero.
¿Los candidatos tenían un arrastre tal que sacaron a todos a votar? ¿O es que Guerrero es un estado de priístas concientes?
¿Qué fue lo que pasó?
Fue la suma de muchos factores, explican los ``estrategas electorales'' que intervinieron.
El PRI acotó la consulta y sólo 400 mil boletas -de 600 mil impresas- se distribuyeron en los 76 municipios de la entidad.
Segundo, algo que pocas veces se ha visto en procesos similares. En 50 de los 76 municipios de la entidad se agotaron las boletas distribuidas en las casillas electorales.
En los 15 municipios de mayor densidad, según el padrón priísta, se repartieron 55% de las boletas impresas. En ellos, la participación fue del 90%.
La batalla central fue en los cinco municipios más grandes que concentraron 25% del padrón total. En ellos, Manuel Añorve se impuso. Tan sólo en Acapulco, Iguala y Chilapa, el alcalde con licencia le sacó una ventaja exacta de 25 mil a René Juárez.
En otros casos, como Taxco, Ixtapa Zihuatanejo y Coyuca de Benítez se registraron ``empates técnicos''.
Pero el grado de movilización logrado en el interior del estado -con zonas de dificilísimo acceso en La Montaña, la Sierra de Atoyac y las Costas- hizo ganar a Juárez Cisneros.
El candidato de Carlos Rojas se repuso de la desventaja acapulqueña sólo con la votación de Chilpancingo. Con los votos del Norte y Centro, la diferencia quedó prácticamente anulada.
Curioso el fenómeno de la consulta del PRI. Porque en Guerrero, los porcentajes históricos de participación electoral no rebasan 40% de los inscritos en las listas de votantes.