La Jornada 26 de septiembre de 1998

Narcotráfico, secreto a voces en Batopilas

Blanche Petrich, enviada /IV y última, Batopilas, Chih. Ť El capitán piloto aviador y sacerdote Francisco Chávez le dijo a un general de apellido Fonseca, de la división antinarcóticos Fuerza de Tarea Marte, que el Ejército fomentaba el narcotráfico en las barrancas de la Tarahumara baja. ``Es un secreto a voces, ofrecen dinero para que la gente siembre'', le espetó.

-Nombres, quiero que me dé un solo nombre de un desgraciado que haya hecho eso -respondió indignado el militar.

-Eso investíguenlo ustedes -cerró la discusión el religioso.

Eso ocurrió hace diez años. A la fecha, Pancho Chávez, oriundo de Guadalupe y Calvo y precursor del Comité de Solidaridad y Derechos Humanos (Cosydhac), sostiene lo mismo y lo repite a quien sea: ``Los que vivimos aquí sabemos bien que el narco ha sido un buen negocio para miembros del Ejército. Lo fue durante la operación Cóndor (de 1975 a 1980). En la operación Marte XX disfrazaron el negocio, se cuidan más. Pero de que hay complicidad, la hay''.

Afirma lo anterior consciente de que le puede acarrear costos. ``Ya las amenazas ni las oigo, me han dicho de todo; en especial me acusan de narcotraficante; siempre me esculcan la pick up o la avioneta. ¿Qué más da? Yo ya le entregué mi cuero a Cristo''.

Con el mismo arrojo, el cura pilotea la Piper Cherokee de tres plazas que perteneció al anterior obispo de la Tarahumara, José Llaguno. Al ras de las crestas de la sierra realiza maniobras escalofriantes y se deja caer en espiral sobre una pista pequeña como un pañuelo en un pliegue de la barranca de Batopilas.

Licenciado en filosofía en Estados Unidos, Chávez cursó su época de seminarista en Brasil y Paraguay y vio de cerca el militarismo. El libro Tortura nunca más del teólogo Pablo Arns lo dejó marcado. Por eso cuando, a tres meses de haber llegado a Baborigame para hacerse cargo de la parroquia, ocurrió el atropello de Palos Muertos, temió que ese proceder de los militares y la pasividad de la autoridad civil fueran el germen de un modelo militarista como el que había visto en el Cono Sur.

``Fue un caso muy grave -relata Chávez en una entrevista que publica el libro Cosyddhac, inventario de vida-. A un rarámuri que arrastraron tres días le arrancaron el cuello cabelludo. A otro le quebraron un brazo. Fue la Fuerza de Tarea Marte, que en sus excursiones llegaba a una tesgüinada (el tesgüino es una bebida fermentada de maíz, sagrada para tepehuanes, tarahumares y guarojíos) y hacía de las suyas. En Palos Muertos les dio por golpear a la gente: culatazos, patadas, trancazo abierto. Quizá estaban urgidos de presentar resultados de sus operativos''.

En esa ocasión levantaron la primera denuncia de hechos contra el ejército, asesorados por la abogada Teresa Jardí y después de ``darle el pitazo'' al obispo Llaguno. Ese fue el primer paso. Después Chávez formó el primer Comité de Derechos Humanos Parroquial, junto con el Consejo Superior Tepehuán y el capitán general del pueblo. De ahí a la formación de Cosyddhac, la ONG de derechos humanos más activa en el norte del país, pasó ya poco tiempo.

``Una cosa no hemos logrado cambiar -señala el padre Chávez, a diez años de distancia de esos hechos-, y es que en estas latitudes la autoridad civil tenga más poder que la militar. Y aunque ahora hay denuncias, hay monitoreo y hay cobertura de prensa cuando ocurren atropellos, ni la violencia ni la impunidad han podido ser controladas. Baborigame -apunta el religioso, ahora párroco de Norogachi-, en el corazón de la zona rarámuri, tiene el segundo índice de asesinatos en el estado después de Chihuahua y es apenas un pueblo de dos mil personas''.

Y Batopilas no se queda atrás. Después de apoyar con un ``puente aéreo'' a La Jornada, Chávez vuelve a encender los motores de la pequeña nave. Antes de partir hace un comentario que coloca un gran signo de interrogación a la eficacia de la lucha del ejército contra el narcotráfico en esta zona.

``En Batopilas se siembra tanto como en Guadalupe y Calvo. ¿Por qué hay cuarteles del ejército allá y no aquí, si tan barranca es una como la otra?''

Fuero militar equivale a impunidad: Cosyddhac

Los distintos equipos del comité se han empeñado en especial en que en los tres casos ejemplares de denuncia que han acogido -las casas quemadas de 1992, el asesinato de Valentín Carrillo en 1995 y el homicidio de Mirey Trueba-, los juicios se lleven a cabo en tribunales civiles y no en juzgados del fuero castrense.

``Lo pedimos, en primer lugar, porque es lo que establece la ley'', asegura Isabel Saldívar, del departamento jurídico de Cosyddhac. Estima que la atracción al fuero civil del caso de Mirey Trueba, asesinado por un teniente coronel del ejército en Baborigame, sentaría un precedente importante para acotar la impunidad con la que actúa la fuerza armada en zonas consideradas como áreas ``calientes'' del narcotráfico.

``La ley nos asiste porque el fuero militar sólo procedería si los soldados hubieran estado en servicio. Pero estaban de franco y dispararon contra un civil desarmado sin que mediara provocación alguna''.

La secunda Francisca Villarreal, copresidenta de la institución. ``Tanto en el caso del capitán homicida de Valentín como del teniente coronel asesino de Mirey nada justifica la atracción al fuero militar, porque ambos actuaron cuando no estaban en funciones. Pero además nos interesa porque en todos los demás casos no queda claro si el responsable ha sido castigado o no. En ninguno de los casos que se han presentado ha habido una autoridad civil capaz de exigir y obtener información precisa sobre el estado de la sentencia''.