El informe de Cuauhtémoc Cárdenas, el pasado día 17, fue la rendición democrática de cuentas del primer gobierno elegido de la ciudad después de setenta años de dominio priísta absoluto. Es necesario subrayar esto último para ubicar en una perspectiva correcta el desempeño de este gobierno, sus aciertos, insuficiencias y errores de sus primeros nueve meses.
De entrada debe decirse: contrariamente a los vaticinios hechos durante la campaña de 1997 por el PRI, el PAN, el todavía inconsolable y dolido Carlos Castillo Peraza y algunos círculos empresariales, la llegada de un gobierno de centro-izquierda a la ciudad no se tradujo en desastre, en ingobernabilidad. Ellos la esperaban, lo desean; por razones políticas e ideológicas apuestan al fracaso de Cárdenas y del PRD, de toda la izquierda, y si pueden, harán lo posible para que esto se produzca. El PRI trabaja para reconquistar el DF; el PAN quiere su oportunidad. No pueden ni quieren hacer un balance objetivo de los primeros meses del nuevo gobierno.
Por desgracia para sus adversarios, el equipo que se instaló el 5 de diciembre en el antiguo Palacio del Ayuntamiento y en las delegaciones ha podido sortear, no sin raspones y desgaste (lo que es inevitable), los primeros meses al frente del gobierno. Este equipo -unos cuantos cientos de nuevos funcionarios en un enorme y en gran medida burocratizado y corrompido aparato- debió enfrentarse a los graves problemas de todo tipo acumulados en esta ciudad en los últimos decenios, soportar la pesada herencia de corrupción, de relaciones perversas con la sociedad, de los pequeños o no tan pequeños poderes amafiados en los cuales se apoyó el PRI para ejercer su dominio y que hoy son obstáculos para construir nuevas relaciones del gobierno con la sociedad. A todo lo cual hay que sumar la insuficiencia de recursos, el que jurídicamente la entidad esté en tránsito de ser una dependencia total del gobierno federal a una ciudad con su propio marco jurídico; además, todavía no se define la reforma política, no se han creado las nuevas formas de participación ciudadana.
La única y por supuesto gran ventaja de Cárdenas es que llegó al gobierno con un gran respaldo social -casi dos millones de votos en su favor-, un programa de transformaciones y el compromiso de cambio. Eso fue la base para iniciar el trabajo de gobernar de manera distinta, de cara a los intereses de la mayoría. Las realizaciones de las cuales da cuenta el informe del día 17 son en realidad modestas, comparadas con la magnitud de los problemas acumulados. Los principales de éstos, además, parecen imposibles de resolver en el breve plazo de este gobierno -tres años, que pueden reducirse a dos si Cárdenas es postulado candidato a la Presidencia-. Casi todos los problemas requieren más tiempo para su solución, y algunos de ellos son imposibles de superar sin cambiar la política del gobierno federal y el rumbo de la economía; por ejemplo los del empobrecimiento creciente, el desempleo, el comercio ambulante e incluso los de la inseguridad pública, que tienen como base los desastrosos resultados del modelo económico impuesto al país en los últimos lustros.
Pero hay algo en lo que sí se ha producido un viraje indiscutible. Es en el manejo honesto del presupuesto, el fin de los comisionistas, la cancelación de los bonos a los funcionarios y otras medidas de esa naturaleza, con resultados concretos cuantificables presentados en el informe. Esto tiene enorme importancia, pues la corrupción es uno de los principales problemas de la administración pública. Seguramente es apenas el principio y deberá hacerse mucho más en ese aspecto.
En el gobierno hay, por supuesto, insuficiencias y sobre todo errores, de los cuales debieron darse explicaciones para que haya la transparencia por completo necesaria para la credibilidad, vital para que los ciudadanos comprendan mejor el quehacer del gobierno. Sin esa comprensión será imposible el apoyo ciudadano a las labores del gobierno.
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