La Jornada viernes 25 de septiembre de 1998

Astillero Ť Julio Hernández López

Este domingo se elegirán candidatos no priístas a gobernador en los estados de Guerrero e Hidalgo. Ambos procesos permitirán conocer el grado de avance y maduración que, frente a la crisis del tricolor, han alcanzado las formaciones opositoras.

Del resultado que surja de los comicios internos del PRD en Guerrero y del PAN en Hidalgo, dependerá el margen de riesgo real que el PRI tenga en las respectivas elecciones constitucionales. Las desaveniencias internas de los opositores, que acaso podrían desembocar en violencia y en enconos perdurables, allanarían en ambos casos el camino a los candidatos del tricolor que, de otra manera, tendrían bastante difícil el panorama electoral.

Y si ganamos, ¿qué hacemos?

En Guerrero, por ejemplo, el PRD se enfrentará al peculiar problema de elegir democráticamente un candidato a gobernador que pueda y sepa aprovechar las excepcionales posibilidades que tiene de alcanzar el poder.

El reto es grande porque, entre otras cosas, el abanico de aspirantes internos y externos del partido del sol azteca tiene altas tonalidades de pasiones, de activismos incontrolables e, inclusive, de sospechas de que la mano del cacique mayor de la entidad, el gobernador con licencia Rubén Figueroa Alcocer, estuviese en estos comicios perredistas, apoyando a algunos aspirantes en lo económico y en lo político.

La garra de El tigre

Figueroa Alcocer está en plena campaña triunfadora buscando la consolidación de su cacicazgo. Ha derrotado de manera agresiva al actual gobernador sustituto, Angel Heladio Aguirre Rivero, quien lo relevó en el cargo después de la masacre de Aguas Blancas. Aguirre Rivero creyó posible jugarle las contras a Rubén, y mediante un acto de malabarismo político (sólo explicable en el contexto de la balcanización que vive el país) insertó a su pariente, Manuel Añorve Baños, como precandidato a la gubernatura cuando el propio Comité Ejecutivo Nacional priísta lo había dejado fuera de una lista oficial de nueve aspirantes.

Enfrentados, los dos gobernadores (uno con licencia, otro en ejercicio como sustituto) usaron con destreza las armas en las que son expertos: el uso del dinero público, la recolección mafiosa de fondos privados, el acarreo y la compra de votos, la defraudación electoral y la violencia.

El ganador fue Figueroa, contra la lógica priísta tradicional, en la que los gobernadores en ejercicio (como Aguirre Rivero) eran virtualmente imbatibles por la cantidad de recursos que manejan, por el control político que se supone deben tener y por el apoyo de las instancias políticas centrales que se cree deben recibir.

En ese contexto, han quedado graves fisuras en el priísmo, a pesar de la tragicómica escena montada el miércoles pasado por Aguirre Rivero, al usar la casa del gobierno estatal para recibir al candidato figueroista triunfador, René Juárez, y levantarle con falso entusiasmo la mano en alto en presencia de un compungido Añorve Baños.

Tres precandidatos perredistas fuertes

La división interna de los tricolores actualiza y refuerza la tendencia electoral perredista que virtualmente empató a la priísta en los pasados comicios federales. La gubernatura está, de verdad, al alcance del partido del sol azteca, siempre y cuando sea capaz de elegir a su candidato en paz y con visión política.

De los aspirantes perredistas destacan tres: el senador Félix Salgado Macedonio, el ex diputado Zeferino Torreblanca y el ex rector de la universidad de la entidad, Jaime Castrejón. El primero, postulado por el sector duro de la militancia perredista, ofrece un perfil poco cercano a las intenciones de un amplio electorado que no desearía una alternancia del poder signada por la intemperancia y el desbordamiento. Justamente en el extremo opuesto están dos empresarios, Torreblanca y Castrejón. Ambos son ajenos formalmente al PRD, y a cambio del desdén o la abierta oposición de los segmentos más radicales del activismo perredista, alientan entre franjas ciudadanas no partidistas la posibilidad de un cambio político ordenado. Torreblanca tiene a su favor la simpatía de la cúpula dominante del PRD a nivel nacional y, además, la posibilidad de que su candidatura fuese compartida en coalición con el PAN.

Reina de la primavera o candidato en coalición

En Hidalgo también es fuerte la división priísta. El cacicazgo de la familia Rojo Lugo, representada en el sexenio languideciente por Jesús Murillo Karam, pretende alargar su dominio con el diputado federal Manuel Angel Núñez, a quien el aparato gubernamental logró sacar adelante como candidato a pesar de que en su contra tuvo al senador José Guadarrama Márquez, un político altamente conocedor de los entretelones de las (malas) artes electorales.

A pesar de que Guadarrama Márquez ha convocado a un frente ciudadano que presuntamente lucharía contra la imposición de Núñez, y de que ha acusado expresamente a éste y a su tutor, Murillo Karam, de practicar un abierto fraude electoral, el PRI no está, sólo por este hecho, en un riesgo serio de perder la gubernatura.

Los peligros para el tricolor provienen, en realidad, de la posibilidad de que los dos principales partidos opositores, PAN y PRD, unan sus fuerzas presentando un candidato común. Tal expectativa ha sido promovida por el periodista Miguel Angel Granados Chapa, quien ha recibido ya la aprobación firme del PRD para que sea candidato coaligado y ahora se sujetará a la decisión de una convención panista que escogerá entre él y el actual diputado federal Francisco Javier Berganza.

La selección que harán los panistas este domingo definirá la viabilidad de un triunfo opositor pero, además, mostrará la preferencia de militantes calificados del PAN, como serán los convencionistas, entre el talante reflexivo y propositivo de Granados Chapa y la popularidad superficial del diputado Berganza, cuya profesión es la de cantante de baladas.

El propio Granados Chapa ha expresado conceptos claros respecto a los riesgos de una decisión frívola en el panismo hidalguense: ``El diputado Berganza le resulta simpático a mucha gente. Habrá personas que piensen que el domingo se va a elegir a la reina de la primavera y no a un candidato a gobernador. Si lamentablemente prevaleciera esa idea de privilegiar la simpatía, va a haber un resultado adverso a la coalición''.

Granados Chapa afirma que él tiene, por razones profesionales, de edad y de origen social, ``una visión de la que carece'' el cantante quien, por lo demás, tampoco está en la lista de quienes el periodista considera ``sobresalientes'' en materia de música popular. ``Me gusta Eugenia León, Ramón Vargas, Tania Libertad, Betsy Pecanins, Oscar Chávez, -explicó don Miguel Angel. Es el género de músicos que me parecen con calidad y visión del mundo en el que participan. Cantar no significa sólo emitir sonidos, sino también implica una concepción del mundo''.

Los riesgos de que una decisión panista privilegie en Hidalgo la popularidad televisiva sobre la formación y la definición políticas, significaría en aquella entidad un enorme regalo para el cacicazgo histórico de los Rojo Lugo, representado ahora por Manuel Angel Núñez y, además, frenaría o dejaría en malas condiciones los proyectos que en otras entidades, para estas elecciones inmediatas y para las de mediano plazo, impulsan la posibilidad de pactos políticos que uniesen las fuerzas de la oposición y, así, facilitasen el desalojar a los priístas del poder.

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