Todavía no terminamos de acostumbrarnos a los nuevos tiempos políticos en los que vivimos, quizá porque apenas estamos al comienzo de los cambios. El primer informe de gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas es una muestra de esta situación. Después de muchos años y de un marcado gradualismo, el Distrito Federal se acerca poco a poco a un perfil gubernamental democrático, sin negar que todavía falta un trecho importante por recorrer. En la ceremonia del pasado 17 de septiembre se mezclaron las viejas formas, como evitar la réplica de los diputados, con los nuevos contenidos, una visión no demagógica de la ciudad y de sus problemas.
El gobierno cardenista ha sido criticado y analizado con lupa, no sólo porque la primera alternancia política genera muchas expectativas de cambio, sino también porque en esta transición se mueven todas las piezas de poder político del tablero y en ese reacomodo de intereses hay confusión e incertidumbre. ¿Cuáles pueden ser los parámetros para medir y evaluar el desempeño de un gobierno? Este problema, a pesar de que no es nuevo en México, cobra una dimensión distinta cuando se trata de las primeras alternancias. Las exigencias son fuertes y casi nunca alcanzan a satisfacer las expectativas ciudadanas, quizá porque con las primeras experiencias democráticas se quiere tener soluciones rápidas y definitivas a viejos problemas. Se trata de un desencuentro político entre tiempos, ritmos y expectativas. La construcción democrática es lenta y pausada y sus resultados suelen ser modestos en el corto plazo.
La argumentación del discurso de Cárdenas es coherente y sobria y su tono es mesurado, lo cual se agradece. En esa visión de la ciudad no hay demagogia, oferta excesiva o triunfalismo; se informa de lo que se ha hecho, se reconocen las limitaciones y también los pequeños avances. Frente a ellos se pueden hacer diferentes evaluaciones: desde la que pretende que en estos primeros nueve meses de gobierno ya hubiera resultados contundentes y como no es así, el juicio es de un fracaso; o la que en un extremo contrario tiene una confianza ideológica y todas las críticas a la administración cardenista las ve como una trampa; en el primer caso hay una desilusión completa, y en el segundo, se trata de una apuesta meramente defensiva. Entre estos extremos, que políticamente son los sectores adversarios y los adherentes, se encuentra una mayoría ciudadana que no forma parte de ningún sector de voto duro, que en 1997 le apostó a un cambio con Cárdenas y que espera ver resultados y razones.
La estrategia argumentativa de Cárdenas fue hábil, no habló de grandes logros, porque es imposible que en nueve meses los problemas de esta ciudad puedan tener soluciones visibles, sino que mostró lo que se ha hecho, sin esconder los ámbitos en los que no se ha logrado tener resultados, pero sobre todo, expresó disposición a seguir intentando los cambios, con apertura a la crítica. Un gobierno necesita de buenos resultados para ser eficiente y eficaz, pero de forma especial, necesita de actitudes que muestren sensibilidad política. Este gobierno sabe que no puede hacer cuentas alegres y que la experiencia cotidiana de los ciudadanos es poco optimista. Por eso fue importante reconocer que mientras la población se sienta insegura, no hay estadística en contra que valga.
Una de las partes más importante de este primer informe es la vinculación que se estableció entre el significado de un gobierno democrático y las expectativas concretas, lo cual se hace mediante referencias concretas y reconocibles. Los contenidos de este vínculo fueron: ``poner la casa en orden'', combatir la corrupción, transparentar los recursos públicos, establecer mecanismos de participación ciudadana, atacar problemas de bienestar y de infraestructura, combatir a la delincuencia e impartir justicia.
A este gobierno le pasa lo que a casi todos los demás de alternancia, tienen que hacer un esfuerzo muy importante para sanear, quitar viejos vicios e inercias de décadas; les cobran muy caros sus errores y se les reconoce poco sus aciertos. Pero con todo, hay en este primer informe algunas señales para una primera evaluación positiva, la cual confirma de nuevo la relación de que la alternancia puede conducir de forma más directa a un buen gobierno.