Las crisis recurrentes en México, efecto de una más de fondo: Bendesky
César Martínez Ť México debe modificar su enfoque e interpretación de las llamadas crisis recurrentes, que no son aisladas, para comprender que son sólo parte de un problema mucho mayor y de más largo plazo: se trata de una profunda crisis que ya lleva 20 años y no puede combatirse, como se ha hecho hasta ahora, solamente con medidas parciales y programas, sino con un proyecto estratégico de país.
Lo anterior es la hipótesis básica del libro De la euforia al sacrificio, de León Bendesky, director de Consultores en Economía Regional e Internacional (ERI) y articulista de La Jornada. El texto será presentado el 6 de octubre.
Bendesky planteó en entrevista que las crisis de 1982, 1986, 1995, y la actual, no son eventos independientes sino que forman parte de una larga crisis económica, social y política, que ya lleva dos décadas.
Tras cada estallido el gobierno expuso un desmesurado optimismo, y desplegó medidas parciales cuyo resultado en todo el periodo fue un crecimiento anual promedio de 1.9 por ciento, muy lento para México, porque es inferior al incremento de la población, porque no pudo abatir los enormes rezagos que se arrastran, y porque le siguieron etapas de auge y depresión que aumentaron los costos de la crisis, resumió el economista.
La actual crisis tiene una importancia similar a las anteriores, puesto que la moneda se devaluó, las tasas de interés crecieron y la inflación también está presionada, y aunque estos movimientos retrocedan luego, sus consecuencias negativas sobre la población ya no pueden evitarse, afirmó.
Si no se percibe este defecto de visión de largo plazo y el fracaso de los ``parches económicos'', para sustituirlos por una estrategia consistente para un crecimiento y desarrollo sostenido, no será posible enfrentar la crisis, advirtió Bendesky.
Aclaró que la intención de su libro no es presentar ``la solución'' o ``la verdad'', sino mostrar una óptica diferente, con un planteo crítico, para abordar el debate que debe encarar el país, y a la vez en un lenguaje accesible para grandes porciones de la población, en particular para los jóvenes, porque esa discusión debe ser lo más amplia posible.
Para emprender el debate, Bendesky propone partir del reconocimiento de la pobreza en México, en particular de su significado para el país, ya que sostiene que existe un acostumbramiento a ella, lo cual inhibió la capacidad de actuar para abatirla. Señaló que el gobierno acepta la existencia de 40 millones de personas que viven en la pobreza, de las cuales la mitad están en situación extrema.
Destacó que la acumulación de la pobreza y la desigual distribución del ingreso son puntos ``neurálgicos'' para comprender la crisis y buscar soluciones a ella, y son de los temas centrales de fin de siglo.
En los últimos 20 años, con la liberalización de los mercados y las reformas económicas, el resultado obtenido fue contrario al objetivo buscado porque no se logró un crecimiento sostenido ni abatir la pobreza y reducir la desigualdad, ni mejorar el bienestar de la población, recordó.
También debe tratarse el asunto poblacional del país, pues 40 millones de personas son menores a 20 años y no tienen oportunidades. Este es un tema ante el cual debe tomarse posición. La distribución territorial, con evoluciones disparejas, cuya importancia no ha sido atendida, las aspiraciones que tuvo el país y que no fueron cumplidas, son otros temas propuestos en el libro.
En lo económico plantea que los resultados de las políticas aplicadas llevaron a un México que no ``converge'', ya que se acentuó la existencia de dos países, uno muy moderno y pequeño, y otro grande pero atrasado y sin oportunidades. No se pudo mantener un ritmo de inversión sostenido, y la economía es hoy más vulnerable a los choques externos.
Finalmente, el avance en la democracia política es un proceso que debe acompañar los cambios económicos para hacerlos posibles, puntualizó Bendesky.
Según el consultor económico, luego de la crisis de 1995 el país fue convocado nuevamente a un periodo de ``euforia'', pero se repitió el fracaso que finalizó nuevamente en el ``sacrificio'' de los mexicanos, pues el gobierno tiene un programa pero no un proyecto de país.
En 1997, según la actual administración, el país ya había superado la crisis y anunciaba el inicio de una etapa de crecimiento sostenido; sin embargo, de pronto se comprende que se trata de una economía petrolizada, altamente vulnerable a la situación internacional, con una ``enorme'' crisis bancaria, y ahora vuelve a advertir que los próximos dos años serán difíciles, añadió.
Mientras no se construya un proyecto de país sobre la base del reconocimiento de la condición crónica que presenta la crisis, México seguirá en la dinámica perversa en la que incurre desde hace 20 años, al pasar de la ``euforia al sacrificio'', alertó Bendesky.