Masiosare, domingo 20 de septiembre de 1998


LOS PENDIENTES DE LA


Educación indígena


Juan Gregorio Regino (*)


Pese a que oficialmente se ha reconocido la diversidad de la nación, el sistema de educación indígena carece de recursos suficientes para atender al sector de la población que presenta el más grave rezago educativo

Si se reconoce que la nación mexicana tiene una composición pluriétnica, plurilingüe y pluricultural, la educación en todos sus niveles y modalidades debe responder a esta diversidad. En la educación básica existen disposiciones jurídicas y normativas que establecen atención a la diversidad. El Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica -firmado en 1992 por los gobiernos federal y estatales, y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación- plantea la reestructuración del Sistema Educativo Nacional y faculta a los estados para operar los servicios de educación básica de acuerdo con las condiciones de diversidad de sus poblaciones.

En 1993 se modificó en artículo tercero constitucional y se promulgó la Ley General de Educación, que plantea la valoración de las tradiciones y particularidades culturales de las diversas regiones del país, así como la protección y promoción de las lenguas indígenas.

El reconocimiento de la diversidad es un hecho que debe traducirse en acciones educativas concretas, pues mientras se excluya a poblaciones con lenguas y culturas diferentes no se alcanzará la calidad que se pretende.

Sin embargo, en el ciclo escolar que ha iniciado, la educación básica dirigida a las poblaciones indígenas no experimenta cambios: se continúa con la aplicación del modelo educativo nacional como hasta ahora, es decir, con adaptaciones marginales, sin tomar en cuenta las necesidades básicas de aprendizaje de niñas y niños indígenas, ni las características étnicas, lingüísticas, sociales y culturales de esta población.

Los datos oficiales revelan que es en las poblaciones indígenas donde se presentan las tasas más altas de reprobación y bajo rendimiento escolar. El problema no es que los niños indígenas carezcan de capacidad para adquirir conocimientos y desarrollar sus habilidades, sino que más allá de las carencias de la pobreza extrema, debemos admitir que las principales necesidades son: falta de una propuesta acorde con las características y necesidades educativas de niñas y niños indígenas, ausencia de un sistema de formación de maestros para la diversidad, escasez de materiales de apoyo en lenguas indígenas, falta de planificación y de una política lingüística que reconozca oficialmente las lenguas indígenas, y -sobre todo- falta de voluntad política y apoyos económicos por parte de los gobiernos locales y federal.

Los principios de calidad, equidad y pertinencia que postula el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 están muy lejos de alcanzarse en las comunidades indígenas. Los programas compensatorios que se han instrumentado para alcanzar la equidad educativa no han prosperado en aspectos tan importantes como la actualización de los maestros, la supervisión escolar, la asesoría pedagógica y la elaboración de libros de textos en lenguas indígenas, a pesar de los estímulos y recursos que se han destinado para estas acciones.

Respecto a la pertinencia y calidad, el gobierno federal reconoce que no se ha logrado una educación adecuada a las condiciones de vida y las necesidades de los pueblos indígenas. Como alternativa propone adaptar la acción educativa a las necesidades, demandas y condiciones de cultura y lengua, población, organización social y formas de producción y trabajo de los pueblos indígenas. Asimismo, se plantea la construcción de nuevos modelos de educación indígena con valores propios.

No está lejano el fin del sexenio, y la política trazada por el gobierno para resolver el problema de la educación indígena no se ha concretado, sigue igual o peor. No existe una educación indígena formal, como tampoco la escuela bilingüe e intercultural, a pesar de que existen 16 mil 654 servicios educativos, 42 mil 156 maestros adscritos al sistema de educación indígena, y libros editados en 47 lenguas indígenas y variantes lingüísticas.

Es pertinente aclarar también que una educación indígena supone la participación de ellos en la planificación, ejecución y evaluación de esta tarea, tal como se concibió en los inicios del subsistema de educación indígena, cuando la propuesta educativa se llamaba educación bilingüe bicultural. Sin embargo, a fines del sexenio anterior y en el actual pasó a ser educación indigenista.

En los tiempos actuales y ante la falta de propuestas para resolver problemas que datan desde la colonia, deben buscarse mecanismos en las propias comunidades que ayuden a encontrar alternativas para que los alumnos indígenas desarrollen competencias intelectuales y habilidades que les permitan desenvolverse en su medio y en otros contextos con autonomía, seguridad y con las competencias lingüísticas adecuadas para expresarse en forma bilingüe. Asimismo, adaptar la acción educativa a las condiciones y expectativas de la población destinataria, pues la flexibilidad del currículo abre la posibilidad de suprimir contenidos no relevantes, sin desechar las líneas comunes relativas a competencias y valores establecidos en los planes nacionales. Esta flexibilidad curricular que se menciona permitirá también incorporar en el currículo saberes y comportamientos propios de cada pueblo, así como flexibilizar horarios, calendarios y otras reglas de organización escolar.

* Mazateco de Oaxaca.