En México, la tasa impositiva que paga una empresa equivale a 34 por ciento de sus ganancias. Sin embargo, a Pemex se le cobran impuestos por encima de las utilidades que obtiene, por ello tiene pérdidas.
En números redondos, durante el primer semestre de 1998 Pemex obtuvo una utilidad de operación por 4 mil 800 millones de dólares, pero el gobierno federal se la arrebató al cobrarle impuestos por 5 mil millones de dólares. Esto provocó además que Pemex apareciese con una pérdida de 200 millones de dólares. Lo anterior muestra varias cosas.
1. Queda constancia de que aun cuando los ingresos por exportación de petróleo han caído estrepitosamente, Pemex sigue obteniendo ganancias más que suficientes para financiar con recursos propios la modernización y expansión de sus plantas petroquímicas, para lo cual sólo se requieren 2 mil millones de dólares, menos de la mitad de las utilidades obtenidas en el primer semestre de 1998.
2. Aunque se puede, no se quiere. Al igual que los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, el de Ernesto Zedillo ha mantenido prácticamente en el abandono las plantas petroquímicas de Pemex. La supuesta insuficiencia de recursos propios para financiar la capitalización de esas instalaciones industriales, y la consecuente ``necesidad'' de capital privado, es sólo una excusa para facilitar la entrada a esa industria de empresas privadas, sobre todo extranjeras. Las utilidades generadas por Pemex son de tal magnitud, que alcanzan la cifra de 57 mil 500 millones de dólares, tan sólo en lo que va del gobierno de Zedillo (1995, 1996, 1997, y primer semestre de 1998). Como se ve, la industria petrolera genera enormes ganancias. Bastaría destinar una pequeña parte de ellas para modernizar y ampliar las plantas petroquímicas, sin necesidad de privatizarlas ciento por ciento o 49 por ciento.
3. Desde el punto de vista estrictamente económico, resulta inconveniente ceder a otros un negocio como la petroquímica, que es altamente rentable y lo sería aún más, si se capitaliza y se maneja adecuadamente.
Aun cuando durante más de 15 años Pemex no ha invertido significativamente en sus plantas petroquímicas, los técnicos que las manejan han multiplicado los efectos de las escasas inversiones, y con ello han logrado mantener su productividad y rentabilidad a niveles aceptables. Sin embargo, Pemex ``trampea'' los estados contables de los complejos petroquímicos para hacerlos aparecer con pérdidas o con escasas ganancias. En particular, se induce a que las otras filiales de Pemex les vendan los insumos a precios artificialmente altos. Por ejemplo, en 1995 la tonelada de etano se le vendió a 60 dólares y dos años más tarde a 125 dólares, un incremento superior a ciento por ciento. Ello, sin que los costos de producción se incrementasen en esa proporción. Algo similar sucedió con el metano, cuyo precio por millar de pies cúbicos pasó de 1.30 a 2.43 dólares entre 1995 y 1997.
4. Si resulta incomprensible que el gobierno de Ernesto Zedillo intente vender una industria altamente rentable como la petroquímica, lo es todavía más que pretenda iniciar el proceso de venta con el complejo Morelos, que es lo mejor de lo mejor, la joya de la corona. Incluso en términos de estrategia de venta, nadie en sus cabales vende primero lo mejor de su mercancía y deja para el final lo menos atractivo.
El complejo petroquímico Morelos posee las instalaciones más recientes. Su edad promedio es de ocho años, mientras que la del resto supera los 20. Morelos es el principal productor de los petroquímicos básicos de mayor potencial y rentabilidad elaborados por Pemex. Produce 100 por ciento del polipropileno, 94 por ciento de los glicoles etilénicos, 65 por ciento del óxido de etileno, 63 por ciento del acetaldehído, 60 por ciento del polietileno de alta densidad y más de 40 por ciento del etileno, entre otros.
En caso de que el gobierno de Zedillo se saliese con la suya (cosa que vamos a impedir), el grupo empresarial que adquiriese el complejo petroquímico Morelos se convertiría prácticamente en un monopolio, que le permitiría controlar muchas cadenas industriales y el mercado interno.
5. ¿Por qué pretende el gobierno de Zedillo reiniciar sus intentos de privatización de la petroquímica con el complejo Morelos? ¿Será que con ello quiere ratificar a los inversionistas extranje- ros su intención de cumplir con un compromiso secreto?
La sociedad reclama respuestas. El gobierno de Zedillo no puede permanecer callado. ¿Por qué sus funcionarios no aceptan nuestra reiterada invitación a realizar un debate público acerca del tema, sustentado en bases técnicas, económicas, comerciales y financieras, campos en los que supuestamente son expertos?