Carlos Bonfil
Cambio de vientos

Esta semana dio inicio una ambiciosa retrospectiva de los hermanos Aki y Mika Kaurismaki, cineastas finlandeses. De Aki se conocían en México Los vaqueros de Leningrado en América, de 1989, y varias otras cintas (mal) distribuidas en video (colección Lo Mejor del Cine Contemporáneo, del CNCA): Crímen y castigo, Sombras en el paraíso, Ariel y Hamlet en el negocio. Del trabajo de Mika Kaurismaki se conoce muy poco, por lo que será interesante descubrir su trayectoria y las similitudes y contrastes que presenta su estilo frente al de su hermano dentro de la producción finlandesa actual.

Algo que cabe destacar en primer término es la necesidad de proyectar nuevamente, y tratar de recuperar para el acervo de la Cineteca, una película tan notable como Cambio de vientos, de 1996, de Aki Kaurismaki. Llega a suceder que la mejor cinta de un ciclo, o la más reciente, o la más representativa se propone a los invitados de una función especial, y no se vuelve a proyectar para el público general. Y como el ciclo de los Kaurismaki forma parte de una larga gira por América Latina, en la que México es la última estación, son pocas las probabilidades de ver muchas de las cintas propuestas, en especial las de Mika Kaurismaki, quien goza de menor proyección en festivales y circuitos comerciales. Helsinki-Nápoles, Zombie y el tren fantasma, Tigrero, un film nunca hecho y Los Angeles sin un mapa son algunos de sus filmes más representativos.

Cambio de vientos, la cinta presentada en función especial, es resumen e ilustración vigorosa del estilo de Aki Kaurismaki. A diferencia de muchas otras películas suyas, su desenlace es feliz, poco plausible, absurdo incluso, pero totalmente coherente con el mundo extraño que describe esta cinta minimalista. Un Helsinki actual, con sus problemas apremiantes de desempleo, aparece aquí como en una crónica de los años cincuenta, con restaurantes viejos (el Duvrovnik), inhóspitos y austeros como un almacén de la era soviética, y personajes tan elementalmente expresivos que parecen surgir de una vieja tira cómica. Kaurismaki no se detiene mucho tiempo en Helsinki, la ciudad aséptica y fría que muestra Jim Jarmusch en el último episodio de Noche en la tierra. En lugar de ello, prefiere la descripción de interiores, el refugio medianamente acogedor de un hogar modesto, donde el gran acontecimiento es la entrega del televisor (con control remoto) comprado en abonos. Un universo doméstico donde los colores vivos contrastan con los rostros impasibles de la pareja formada por Ilona (Kati Outinen, actriz favorita de Aki) y por Lauri (Kari Vaananen). Una pareja proletaria feliz (ella, cocinera ``graduada''; él, chofer) que rápidamente experimenta los efectos de la crisis social al ser despedidos simultáneamente de sus trabajos. Cambio de vientos tiene como tema central el desempleo, pero su mejor impulso es la descripción de la red de afecto y solidaridad que se teje entre un grupo de seres marginales, quienes, con esfuerzo y golpes de suerte, consiguen restablecer algo de la armonía emocional que la crisis casi derrumba. El director ha mencionado la influencia de Frank Capra en su cine, y aunque habla de su cinta Qué bello es vivir (It's a wonderful life, 1946), con su optimismo jubiloso de posguerra, también se puede mencionar el vínculo con otra película espléndida, The crowd (1928), de King Vidor. Es interesante cómo construye el director un producto híbrido, entre la comedia y el melodrama, a partir de anotaciones breves, o detalles absurdos (un teléfono colocado sobre la pared en una posición en la que jamás podrá sostener al auricular), o la bofetada en off propinada a un cocinero alcohólico, o el diálogo de Ilona con un agente de colocaciones laborales con un fondo de rechinido de sillas, o las peripecias de la cocinera para hacer simultá- neamente las veces de mesera en un restaurante semivacío. Es inevitable pensar en la heroína de la cinta japonesa Tampopo, de Juzo Itami, pero el lenguaje lacónico y la realización minimalista le cierran el paso a toda exuberancia gastronómica o incluso a cualquier elogio de la voluntad industriosa, estilo El festín de Babette.

Cambio de vientos es algo diferente, una comedia con la sencillez y fuerza de un Marius y Jeanette (Guédiguian) trasladado de su marco mediterráneo al territorio opuesto de una melancolía nórdica, pero que conserva, sorprendentemente, la capacidad de asombrar con su calidez y su lirismo. Este cine construye a partir de una increíble economía de gestos (imposible no pensar en Buster Keaton) y una anécdota muy sencilla, todo un desarrollo humorístico, no exento de comentarios sociales, de gran sutileza e impacto. Un humor totalmente alejado del modelo hollywoodense y su eficacia mercadotécnica. Cambio de vientos es una invitación a descubrir la trayectoria de Aki Kaurismaki, y a conocer de paso la propuesta original y complementaria de su hermano Mika. Hoy se proyectan cintas de los dos hermanos en El Centro Cultural Universitario y en la Cineteca Nacional. Esta nota sólo desea poder contribuir a que Cambio de vientos se exhiba de nuevo y llegue a tener en México la distribución comercial que merece.