Miguel Concha
Seguridad y participación ciudadana

Al entregar su primer Informe a la Asamblea Legislativa, el jefe de Gobierno del DF, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, reconoció que los problemas de seguridad pública y procuración de justicia son sin duda los que más concentran la atención de la población, y expresó su convicción de que ``sólo trabajando junto a la ciudadanía se puede enfrentar exitosamente al crimen que de mil maneras nos amenaza, incluso desde dentro de las instituciones que deberían cuidar a la población''.

Distinguiendo los distintos tipos de delitos que se vienen incrementando aceleradamente desde 1994, dio cuenta de un programa piloto en 15 colonias de la ciudad, basado en una mayor presencia policial y en la colaboración y vigilancia ciudadanas, con resultados alentadores. De acuerdo con encuestas realizadas en esas colonias, ``el número de delitos se redujo de 18 mil en mayo a 12 mil en julio'', lo que repercutió en un ligero decremento en la sensación de inseguridad de sus habitantes.

Sin dejar de reconocer la profesionalización indispensable de los cuerpos de seguridad y procuración de justicia, su saneamiento de todo tipo de corrupción y delincuencia, la dotación de mejores equipos y el mejoramiento de los instrumentos legales para perseguir y castigar el delito, Cárdenas dijo, con razón, que debe tenerse claro ``que el simple aumento de la pena mamás ha disuadido a los criminales; no es el monto de la pena -añadió- lo que puede contenerlos, sino la seguridad de que serán aprehendidos, que las penas serán aplicadas y el crimen no quedará impune; la impunidad en cualquier nivel y circunstancia -sentenció- es el mejor caldo de cultivo de la criminalidad; una justicia proba, independiente e inflexible es la garantía única de que el crimen y la delincuencia no quedarán impunes''.

Sus afirmaciones coinciden con lo que el 14 de septiembre declaró a La Jornada el nuevo secretario de Seguridad Pública, el doctor Alejandro Gertz Manero, quien calificó su proyecto como ``de buena fe y de sentido común''. Anunció el establecimiento de una ``red de inteligencia ciudadana'' contra el crimen, que no implicará delegar la responsabilidad que corresponde a la policía. Enfatizó que su concepto de seguridad pública está basado en ``el cumplimiento de la ley''. Aseguró que no habrá ``operativos espectaculares buenos para la foto y poco productivos'', sino ``investigación para la prevención del delito''.

La creciente participación ciudadana es, en efecto, un factor poderoso con el que ha de aliarse la lucha eficaz y digna contra la delincuencia. Son los habitantes de esta gran urbe los que han sufrido las consecuencias de la ineptitud gubernamental en materia de seguridad pública. Son ellos los que saben dónde hay que vigilar, dónde hay que buscar delincuentes, dónde se cometen más delitos. Son ellos los que pueden sugerir modos, métodos y acciones específicas para mejorar la lucha contra la delincuencia, la corrupción y la impunidad. La intercomunicación permanente entre la policía, el Ministerio Público y los ciudadanos, es imprescindible. El ingeniero Cárdenas habló por ello de la buena experiencia de los Comités Delegacionales de Seguridad.

Por otra parte, los especialistas más respetables ya han señalado que no es necesariamente la aplicación de penas más severas lo que inhibe a los delincuentes, sino la efectiva aplicación de las sanciones. Si de cada 100 delitos denunciados sólo 3 o 4 llegan a conocimientos del juez penal -como lo reconoce la propia Procuraduría capitalina-, es explicable que los delincuentes en potencia se conviertan cada vez más en delincuentes en acto: saben que prácticamente tienen garantizada la impunidad. Si la mayoría de ellos llegara al juez penal y éste invariablemente les aplicara las penas procedentes actualmente previstas en la ley, el auge actual de la delincuencia no existiría. Por ello nos alegramos de que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas haya reafirmado que no hay ni habrá impunidad en su gobierno, y que todo hecho delictivo ``será perseguido y castigado sin vacilación alguna con todo el rigor posible''.

Recordemos por último lo más importante. Todos los esfuerzos serán nulos si, como lo acaba de decir un secretario de estado, no emprendemos ya una lucha frontal y vigorosa contra la pobreza. No es suficiente la restauración de nuestro estado de derecho y la eliminación a fondo de la colusión y protección al crimen de políticos y funcionarios en altas posiciones de poder, es indispensable mejorar además urgentemente las condiciones sociales de la mayoría de la población.