AUTE EN MEXICO
Mónica Mateos Ť Si en los años sesenta a Luis Eduardo Aute le resultaba más fácil encontrar rosas en el mar, 31 años después el compositor español es capaz de celebrar la vida y brindar por el placer con Aire/Invisible, título de su reciente producción discográfica y seguir, como si fuera la primera vez, regalando susurros mágicos a su público.
Aute pertenece a esa clase de creadores que incursionan hasta el tuétano del alma para exprimirle esencias: se roba el espíritu que habita la belleza más carnal, la luz que resucita el pecado original y toda la poesía cruel que juega con pudores y sudores.
Con las esencias fabrica ya sea dibujos, poemas, pero sobre todo canciones que son sortilegios, melodías que conducen a un trance donde el amor no se queda en anécdota, sino que se torna reflexión perversa y dulce.
Con amigos como Silvio Rodríguez ha protagonizado memorables aquelarres musicales, como el concierto que ofrecieron en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, el 24 de septiembre de 1993. Fue una noche iniciática, capturada en el disco compacto Mano a mano, editado por BMG Ariola.
Prescindir de lo superfluo
Sin embargo no hay que ir tan lejos para vivir un festín de ``húmedas llamas y zumbidos de olas y alas'': el próximo 9 de octubre se llevará a cabo en el Auditorio Nacional un encuentro musical entre Luis Eduardo Aute, Amaury Pérez y Jaime López, quienes certificarán con sus respectivas canciones y estilos que la lengua es redonda.
Mientras este trío afina cuerdas vocales y de guitarras, el autor de esa suerte de himno titulado La belleza -grabado recientemente por Miguel Bosé en sus Once maneras de ponerse un sombrero-, charla con La Jornada acerca del disco Aire/Invisible, de los tipos de lengua que le causan goce y de la alevosía con la que ama.
Como músico, a sus 53 años, Luis Eduardo Aute no se ciñe a una sola vertiente; existe el Aute pos-jipie que componía Aleluyas y Rosas en el mar.
Hubo otro, a mitad de los años setenta, que hablaba de sexo, de amor y de muerte en aquella trilogía llamada Rito, Espuma y Sarcófago, y está el de las canciones posteriores que son como invocaciones: Al alba, Albanta.
--En los años noventa, sus letras y su música se sienten cada vez más precisas, como ocurre con los temas Besos como balas o Mojándolo todo. ¿Cuál es la novedad que nos presenta con su nueva producción Aire/Invisible?
--En realidad son dos discos en uno: Aire contiene 16 temas en español, todos míos excepto uno que es un poema de Fernando Pessoa; e Invisible es un disco en inglés, con 15 canciones escritas por mí y también hay una que es un poema de Pessoa, el último que este poeta portugués escribió justo una semana antes de morir. Son 31 canciones, pues esa es la cantidad de años que han transcurrido desde que edité mi primer disco, allá por 1967. Ambas producciones vienen en la misma cajita. Quise celebrar este aniversario grabando canciones nuevas, y en inglés, que es algo que no había hecho jamás.
``No existe ningún ánimo de continuidad con discos anteriores. Aire/Invisible simplemente es una celebración, porque además el inglés es otra lengua materna mía, pues nací en Filipinas. Escribí en inglés por puro placer, hice menos canciones de amor, pero si hay reflexiones sobre el amor son un canto al amor, que no canciones de amor, que es distinto. Por eso siempre espero que quien escuche mis temas ponga de su parte y termine de escribirlos.''
--Hace poco tiempo se escuchó la noticia de que pensaba en el retiro, ¿es cierto o fue un rumor?
--Siempre que acabo un disco pienso que es el último y siempre digo que me voy a retirar, pues no es fácil el proceso creativo, sobre todo en casos como el mío en el que las canciones que escribo están muy vinculadas a la experiencia propia. Son temas que no se fabrican de cualquier manera, hay que esperar a que salgan, a que pidan paso, a que ellos mismos se vayan formando. Entonces, los cuido mucho, no me doy ninguna concesión, y es bastante agotador.
``A veces pienso que ya se secó la famosa señora inspiración, pero luego pasa el tiempo y otras se abren paso. Por eso no me retiro, tengo pendientes un montón de cosas, me falta hacer lo mismo que he hecho durante 31 años, pero hacerlo mejor, realizarlo bien, es lo que más me interesa.''
--¿Qué tan meticuloso es usted a la hora de escribir canciones?
--Soy un dictador conmigo mismo. No hay una palabra que sobre, por lo menos lo intento, procuro que no haya nada superfluo. Cada vez me interesa más el desnudamiento, el dejar las cosas exactas, lo que tiene que estar está, sin ropa.
``En este proceso me siento incapaz de escribir algo que realmente no sienta o que no me provoque el estado de ánimo especial que me haga juntar una palabra detrás de otra, con una cierta emoción y con un cierto sentido. Y sí, espero que quien escuche cada canción se sienta identificado con esos estados de ánimo.''
Huir de la rutina
--¿Le resultó fácil construir metáforas en inglés?
--Intenté trabajar con el mismo rigor que he tenido a la hora de escribir en español. Fue muy refrescante la experiencia porque me enfrenté a puras palabras vírgenes, nuevas todas para mí.
``Cada una me llegó completamente intacta y eso proporciona mucho placer; recuperé la frescura que tuve con mis primeras composiciones.
``El inglés es un idioma muy eficaz en el sentido de que las palabras son cortas, la mayor parte de ellas tienen dos sílabas y es más fácil remplazar una palabra que no se quiere por otra que, por su métrica, funcione mejor, pues son breves, se facilita la escritura.''
--¿Ese rigor no le resta intensidad y calidez al trabajo creativo?
--No, pues huyo de la rutina como de la peste. El peor enemigo de la creación es la frialdad, y cuando la percibo ni se me ocurre ponerme a escribir nada, es más ni se me antoja hablar de ella, de la frialdad. Si no hay temperatura no me dan ganas de contar nada.
--En su pasada producción discográfica recurre mucho al término alevosía para explicar la forma en la que piensa que aman las mujeres. ¿Usted cree que es sólo una característica femenina o también los hombres aman con alevosía?
--Bueno, no hay que tomar tan al pie de la letra la metáfora. De ningún modo en mis canciones hago ninguna invocación al mal... (risas), pero sí, creo que debe existir una cierta dosis de perversión en la relación amorosa, por ambas partes.
``Debe haber nocturnidad, alevosía y premeditación, todo ello es necesario. Sin esa pequeña dosis de perversión no tendría ninguna intensidad la relación.
``Yo siempre acudo a una pequeña porción de perversión, la justa para ponerle sal y pimienta al asunto.''