Luis Javier Garrido
The web

El gobierno ``de Zedillo'' buscó hacerse publicidad a costa de los damnificados de Chiapas, pero ahora debe afrontar una serie de acusaciones tanto por su ineptitud como por la entrega de la ayuda a cambio del voto por el PRI.

1. El hecho de que la ayuda humanitaria a los afectados por las inundaciones en Chiapas no llega y cuando lo hace la está utilizando el gobierno federal como un chantaje político, condicionando su entrega a que los damnificados voten por el partido de Estado en las elecciones locales del próximo 4 de octubre, es de una extrema gravedad.

2. La denuncia, hecha por el EZLN en su comunicado del 12 de septiembre, y corroborada por diversos medios, incluyendo los noticieros de Televisa del 16 de septiembre, desnuda una vez más al gobierno y constituye una advertencia para todos.

3. La deplorable reacción de Ernesto Zedillo y de su gobierno ante las inundaciones en Chiapas se debe, sin embargo, no sólo a una falta de ética política al querer lucrar políticamente con la desgracia, sino también a una incomprensión de lo que acontece. Los tecnócratas no entienden lo que la gente quiere y necesita, y no les interesa saberlo porque con sus manuales ya tienen una respuesta desde sus oficinas. La inconformidad zapatista, por ejemplo, no se debe, según ellos, al ``sistema'' sino a la falta de éste. Arturo Warman (secretario de la Reforma Agraria) no tuvo vergüenza alguna en afirmar hace poco que para el gobierno el levantamiento no tenía su origen en la pobreza sino en la exclusión política: en ``una débil presencia del Estado'' (Excélsior, 1o. de agosto).

4. Los gobiernos tecnocráticos más aún que los populistas que les precedieron han tenido una grave confusión: han presumido, con lógica patrimonialista, que los intereses del Estado son los del ``sistema'' y, además, los suyos propios, y han actuado con esa lógica. En Chiapas para ellos el Estado no es el orden jurídico, es decir, el respeto irrestricto a los derechos individuales y sociales de las personas, de las comunidades y de los pueblos indios, o el cumplimiento del gobierno a sus responsabilidades. Es el control político del ``sistema'': las parcelas a cambio de la incondicionalidad priísta, las licencias y los apoyos en trueque del respaldo al ``señor gobernador'', las prebendas a los dirigentes a cambio de que acepten cualquier proyecto trasnacional.

5. ¿A quién puede extrañar por eso que ante el desastre en las inundaciones, la exigencia del gobierno de un Ernesto Zedillo, poseído de un encono sin límites hacia el EZLN, sea la de la bolsa de víveres a cambio del apoyo al PRI?

6. La presidencia de Zedillo ha sido un desastre por comprometer la soberanía del país e hipotecar a México por varias generaciones y por sus múltiples exacciones, pero también por su ineptitud al haberse dejado mangonear por Salinas y el salinismo, y proteger a los grupos delictivos que controlan las finanzas y algunas de las principales empresas del país, manteniendo un sistema político y financiero oligárquico mientras hablaba de democracia.

7. Los funcionarios federales han actuado en Chiapas luego de 1994 con una obsesión que raya en lo enfermizo: la de controlar. No les interesa responder a las demandas sociales ni al sentir de la gente: lo que buscan con una lógica implacable es poner de pie al ``sistema'' y volver a un pasado, que no entienden ha quedado atrás, y en el que no había más sociedad civil que aquella que el gobierno organizaba. Apoyados por el Ejército y por una corrupción desbocada, han recurrido a las peores prácticas: una guerra sucia contra los pueblos indios, la imposición de autoridades, los asesinatos de dirigentes sociales, el derroche de recursos para subordinar a las organizaciones sindicales, las campañas de intimidación contra las comunidades y la negativa a negociar con el EZLN.

8. El gobierno ``de Zedillo'' no ha tenido plan alguno de desarrollo social para Chiapas (ni para México). No hay en él más propuestas que la del uso discrecional de los recursos públicos (repartidos por el Ejército y por el gobierno que le ha impuesto a la entidad) con la pretensión de aniquilar al zapatismo. Todo ello al margen de proyecto alguno, pues incluso la absurda ambición neoliberal del llenar el sureste mexicano de maquiladoras, franquicias, casinos y marinas ha sido abandonada, reconociéndose la inviabilidad de los proyectos que no han sido decididos desde la sociedad.

9. Los tecnócratas están buscando reciclar al ``sistema'' con el respaldo de los partidos integrados a éste sobre la base de no cuestionar lo esencial de las políticas económicas, pero lo están manteniendo con todas sus exacciones en donde dichos partidos no tienen una importancia particular, como acontece en Chiapas. De ahí que Francisco Labastida (titular de Gobernación) insista a propósito de la última tragedia en ese estado y de las acusaciones que se multiplican por la utilización de la ayuda en beneficio del PRI y la ineficacia oficial, en que es necesario ``luchar por la unidad nacional'' (16 de septiembre). La unidad nacional en torno del narcosistema que él representa, le faltó decir.

10. Los mexicanos deben afrontar diversas definiciones en este fin de siglo y la principal de ellas es la de seguir resistiendo y luchando contra el ``sistema'', y contra esa unidad nacional que los tecnócratas buscan imponer para proteger sus intereses y los de unos cuantos.