Julio Boltvinik
La contradicción principal

Después de las brutales caídas de las bolsas durante las semanas precedentes, se está generando un cambio importante de mentalidades económicas en el mundo. Se empieza a hablar del ``fin de la globalización'', del ``control de capitales especulativos'' y otros temas que hasta hace muy poco sólo los herejes nos atrevíamos a tocar.

Así, en Newsweek, R. J. Samuelson dice: ``Los declinantes mercados bursátiles del mundo trajeron la semana pasada un mensaje claro: el capitalismo global, cuyo triunfo llegó a parecer inevitable, se bate en retirada''. (Traducido en El Universal, 12/09/98) El gobierno de Malasia implantó el control de cambios. Galbraith (no el famoso John K., sino James, profesor de la Universidad de Texas) comenta: ``Para Malasia, los tiempos ya no son los mismos que enfrentó Perú a mediados de la década de los 80, porque entonces las soluciones que imponía el FMI tenían más convicción; añadió que Mahathir Mohammad (primer ministro de Malasia) y Paul Krugman (profesor de economía del Instituto de Tecnología de Massachussets, quien habría asesorado al primero) ``están en el umbral del derrumbe de la doctrina neoliberal, tal y como se ha venido aplicando'' (Reforma, 16/09/98).

Cuando una ideología tan exitosa como la neoliberal globalizadora empieza a resquebrajarse es porque la realidad ha terminado por imponerse de una manera brutal. No es sólo que el este de Asia esté en severa crisis, incluyendo Japón, cuya economía está decreciendo en medio de la deflación. No es sólo que haya sobreproducción industrial en casi todas las ramas en el nivel mundial, lo que empuja los precios a la baja. No es sólo el pánico de los especuladores. El asunto va más allá. Los feligreses de la religión del mercado empiezan a percatarse que alguien tiene que intervenir para salvar al mercado de sus propias irracionalidades, y que ese alguien son los Estados poderosos y sus agencias auxiliares (Grupo de los Siete, FMI, Banco Mundial). Invocar al Estado en la religión del mercado es como invocar la presencia de Satanás en el cristianismo. Empiezan también a percatarse que las viejas recetas (frenar la economía para controlar la inflación) no sirven ahora, que las economías requieren algo que se parece demasiado a otro de los demonios del neoliberalismo: políticas keynesianas de estímulo al crecimiento económico. Sin embargo, en este aspecto, al menos Japón no parece saber cómo hacerlo. El otro Samuelson, éste sí famoso (Paul A.), señaló: ``Japón necesita una fuerte dosis del antiguo financiamiento keynesiano del déficit''. Samuelson concluye: ``La economía es contradictoria por periodos, por tanto nuestro menú de principios plausibles y paradigmas debe por fuerza ser ecléctico'' (Reforma, 14/09/98).

Al reclamo de controles al movimiento de capitales y a la necesidad de implantar políticas, se han sumado dos agencias del sistema de Naciones Unidas: la UNCTAD y la Cepal. La primera ha dicho que ``a menos que Asia pase de la deflación a otro proceso que la revierta, y los países europeos y Japón impulsen la demanda global de bienes y servicios, podría producirse una recesión mundial de grandes proporciones. Que intentar resolver una crisis de sobreinversión y fragilidad financiera sistémica, reduciendo la demanda interna, sólo creará más dificultades''. (La Jornada, 17/09/98). Por su parte, José Antonio Ocampo, secretario ejecutivo de la Cepal, señaló que ``el Grupo de los Siete debe dar urgentemente señales expansionistas para contrarrestar la amenaza de deflación mundial'', insistió que los bancos centrales de Estados Unidos y de los países europeos deben bajar sus tasas de interés, concluyendo que: ``Un mundo de globalización financiera exige reconocer que las políticas económicas de los países industrializados tienen efectos globales y no sólo nacionales'' (Reforma, 16/09/98). Esto me recuerda lo que dije a un par de amigos hace unos cinco o seis años. Que la contradicción principal del capitalismo de nuestro tiempo se presenta entre una economía globalizada y una organización para su control que sigue descansando básicamente en gobiernos nacionales. Hasta hace muy poco Alan Greenspan, probablemente el hombre más poderoso del mundo, no parecía estar consciente que sus decisiones afectaban al mundo en su conjunto. Ahora ha cobrado conciencia. Se abstuvo de subir las tasas de interés hace algunas semanas tomando en cuenta los efectos que tendrían en la recesión mundial en ciernes. Sin embargo, acaba de declarar ayer que los controles a los movimientos de capitales serían negativos y que no hay un acuerdo del grupo de los 7 para reducir tasas de interés. Si no se ``resuelve'' de algún modo la contradicción principal, el capitalismo globalizado irá, efectivamente, en retirada.

Correo electrónico: [email protected]