La Jornada 17 de septiembre de 1998

CEREMONIA EN EL ANGEL

José Gil Olmos y Rosa Elvira Vargas Ť La lucha de hoy en el país es por la unidad y contra la corrupción, por dignificar la política nacional, elevar los niveles de vida y abatir el crimen y la delincuencia, aseguró ayer el secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa, después de sostener que ante el desastre en Chiapas el gobierno federal ha ayudado a la población en desgracia sin hacer distinciones políticas, religiosas, económicas y sociales.

Orador único en el 188 aniversario de la Independencia, a nombre del Ejecutivo federal advirtió que cuando ha habido fracturas internas, el país ha pagado altos costos para defenderse del exterior, como la pérdida de la mitad del territorio nacional. ``Soberanía e independencia nos unen (...) no aceptamos ni reconocemos que otra nación nos avasalle'', recalcó.

Así, después de manifestarse por una política de consensos, para no fracturar o detener la unidad y la marcha nacional, dijo que sólo con acuerdos se podrán enfrentar los signos de inestabilidad económica y crisis financiera mundial.

Bajo este contexto destacó los acuerdos alcanzados la semana pasada entre los poderes Ejecutivo y Legislativo para solucionar el Fobaproa y fortalecer el sistema financiero nacional.

``Las grandes dificultades económicas y sus consecuencias sociales demandan una política común responsable, con acuerdos en los que cada actor político, económico y social sea capaz de aportar soluciones, para enfrentar unidos los problemas'', manifestó Labastida en el acto encabezado por el presidente Ernesto Zedillo.

Por otro lado, en alusión a las críticas del EZLN de que se ha auxiliado a los chiapanecos afectados por las lluvias a condición de ser militantes o simpatizantes del PRI, afirmó que tanto la sociedad como el gobierno de la República han ``dedicado su esfuerzo, sin hacer distinción de credo político o religioso, o de situación económica o social''.

En este marco hizo un reconocimiento especial a las fuerzas armadas por el auxilio prestado en la zona de desastre, pues no sólo defienden la soberanía nacional, sino que están al servicio, una vez más, del pueblo de México.

Durante el discurso pronunciado a un costado de la glorieta del Angel de la Independencia, el secretario de Gobernación realizó una defensa de la actuación del presidente Ernesto Zedillo ante la necesidad de cambios exigidos por las circunstancias nacionales y extranjeras.

Empero, indicó que las decisiones han sido compartidas y dirigidas ``a la consolidación de una economía que sea capaz de propiciar mayor desarrollo, igualdad de oportunidades y distribución más equitativa de la riqueza''.

Agregó que se han tomado decisiones de largo plazo ``sin pretender reinventar al país'' y que el presidente Zedillo lo ha hecho ``con firmeza, con respeto a las leyes y a las personas. Con la seriedad y la mesura que sus profundas convicciones y compromisos democráticos señalan''.

En el acto, al que acudieron los integrantes de los tres poderes de la nación y el jefe de gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas, el representante del Ejecutivo federal enumeró ocho retos esenciales para el desarrollo del país: no queremos, dijo, inseguridad pública ni impunidad; tampoco arbitrariedades, corrupción o simulación. Rechazó también la violencia, el atraso tecnológico y la deficiencia en la productividad. De igual manera afirmó que no puede seguir la marginación, la pobreza, miseria o que la identidad cultural se disuelva en la globalización.

Por otro lado, en la parte política de su discurso, Labastida dijo que para alcanzar las metas es necesaria la unidad y, asimismo, la voluntad, inteligencia y participación de todos.

``La política se define como el espacio de permanente interlocución; como el marco de la unidad que se crea a partir de las diferencias. La política es el ámbito democrático para la convivencia pacífica y la participación ciudadana. Estamos desarrollando un ejercicio de la política ajeno por completo a todo autoritarismo y a cualquier pretensión de monopolio de poder'', sostuvo Labastida repitiendo una idea que ha venido utilizando en fechas recientes.

Insistió en que esta forma de hacer política garantiza la suficiente estabilidad para realizar los cambios y las reformas demandadas por la sociedad, sin fracturar consensos, poniendo la vista en el interés superior de la nación.

Finalmente, subrayó que es tiempo de consolidar la obra de transformación del país y entrar con plenitud en el tercer milenio. ``El país demanda que con realismo volvamos a soñar con la nación que queremos. No debemos negarnos esa posibilidad a nosostros ni a las generaciones venideras'', concluyó.